Zenda publica este cuento inédito de la narradora Marta Vives, autora de Una mujer con la cuna fracturada (Tres hermanas).
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Because the night fucked them all she said y él se quedó roto en una silla de madera y piel que abotonaba una sala ruin llena de rincones empolvados y desgraciados. Su madre tenía sesenta años y a él le daba igual, total, no la conocía y la cerveza sí estaba presente. Se tumbó en el suelo frío de baldosas blancas aunque grises y vio la diana que colgaba de la pared que desde abajo no le parecía redonda sino que un jardín laberíntico. Because the night fucked them all she said y ya no quedaba casi nadie en la fiesta del garaje de moda y en la calle todo el mundo llevaba wok take away. Todos los metros se solapaban por líneas a las que nunca había llegado al final, las últimas paradas donde luego ya nada es como en el epicentro donde las luces, todas, todas juntas, se apagan más tarde. Tumbó la cabeza a la izquierda y quiso que el suelo congelado le comiera el calor de la mejilla y al fondo, dos puertas de vaivén escondían parte de los baños y todas las escenas de western mediocre de sábado tarde que se la sudaban como recuerdo. Se pediría horchata pero because the night fucked them all she said y todo era oscuro y sólo le venían a la cabeza chupitos de licores duros si es que algún día había probado alguno que fuera blando. Tumbó su cabeza a la derecha y se imantó a la tierra otra vez, subió en un ascensor montacargas de paredes de hierro verde o algo así y había dos tías en minifaldas de piel negra que se reían mientras agarraban la cadena metálica de sus bolsos y le miraban de reojo. Rubias de Yorkshire como perros de razas catalogadas en ascensores caja que te llevan a garitos de moda en los que muero en sofás bajos de cojones. Tengo tres camisetas de algodón blancas que las tres están rotas, llevo siempre las mismas botas de piel marrón con los cordones de la guerra y no hay padre que me los haya enseñado a atar, grapas. Because the night fucked them all she said y todo el terciopelo enjuagándose en esa voz y en esa boca y sigo tumbado en el rey de los antros y sin reinas a las que descoser. Jo-der. Ya empieza la melodía de las palabras vacías y la música cautiva que me obliga a componer. Y me quiero ir de los versos y de toda su rima pero la corriente me guía y yo me dejo (recorrer) no voy a decir recorrer, basta, baldosas de dos en dos, cerrar la puerta tres veces, abrirla una vez, cerrarla una vez. Se levantó sin recordarlo luego y cerró un poco los ojos para ver con más nitidez la sala, sin la gente, sin la música, sin los micros, sin aplausos, sin los años dorados, sin los ligues, sin los colegas, sin los nervios. Sin los nervios. Nervios, necesito recuperar los nervios como quien descubre la clave del cambio y son los nervios. Because the night fucked them all she said y claro que sí a veces los ganas, luego los pierdes, luego te pierdes y luego los necesitas. De día, nervios de los que joden a plazos pero no te joden la vida, la chispa adecuada, lejos de los antros y de la bebida. Because the night fucked them all she said y a mí también y por eso me lo decía.
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