No es ni mucho menos necesario, pero sí interesante haber leído La mujer de Martin Guerre antes de rendirse atrapado en la red que teje Javier Marías en su narcótica Berta Isla, la nueva novela que Alfaguara nos pone en librerías para arrancar la temporada con la guardia subida. No vagueen más, desperécense, pongan el encefalograma a funcionar porque hay trabajo: 544 páginas de lenguaje majestuosamente entrelazado, de escritura vigorosa, para encadenar con suavidad más de 30 años de historia de confusión, de espera, de lealtad sin fidelidad y de renuncia con todas sus compensaciones. Que las hay.
La mujer de Martin Guerre, un libro memorable de Janet Lewis que publicó en España en 2016 el propio Marías en su pequeña editorial Reino de Redonda, narra aquella historia del siglo XVI en la que una campesina se acostumbra al supuesto marido que regresa ocho años después de desaparecer. Todos dudan de que sea realmente él en tiempos sin Facebook, ni Twitter, ni rastro fotográfico alguno, pero ella le acepta porque, en realidad, el impostor ha mejorado al de verdad.
La duda, la corrosión que provoca ignorar la mayor parte de la verdad cuando eres consciente de las lagunas oceánicas que te rodean, la transformación de las personas a lo largo de las décadas para reencarnarse en seres distintos que arrastran mochilas, maletas, piedras y escasas satisfacciones no impide la eterna confianza, la eterna espera o —más bien— la fe en el otro solo basada en parámetros intangibles imposibles de someter a juicio, como en Martin Guerre.
No es Berta Isla una versión de Martin Guerre, ni mucho menos, pero sí una aproximación profunda a la solidez de las ataduras por encima de las sospechas, las ausencias y las dudas. Al bienestar que procuran esas ataduras como amarres a otro modo de libertad: la libertad de amar para siempre, la libertad de acompañar, la libertad de respetar, la libertad de no desentenderse jamás, la libertad de tragar incluso a cambio de casi nada. En tiempos de fugacidad como los actuales, Berta Isla aplaude el valor de lo imperecedero, lo que no caducará jamás, ni aunque medie la declaración de muerte.
La novela se sumerge además en la mejor literatura, en Shakespeare y en Eliot, cuyos versos cimentan la estructura reflexiva del relato como ese espíritu de Janet Lewis acompaña a Marías y a la propia Berta. Y lo hace también en nuestra historia reciente, desde los últimos años de Franco y las manifestaciones estudiantiles hasta los noventa, el thatcherismo, las Malvinas, o el conflicto del Ulster. La caída del Muro emerge también como el punto de inflexión entre generaciones, incluido el lamento ante unos nuevos profesionales que jubilan a los anteriores por caducos, por pertenecer a un mundo ajeno que se extinguió.
Berta Isla es, en suma, una novela meticulosa que emociona, que remite a la buena poesía, al registro cinematográfico de Marías, a la cadencia de los años recientes en España, a la guerra fría y, en suma, a sentimientos profundos que no por aventureros son menos nuestros. La vida secreta como alegoría de todas nuestras vidas secretas. Y la transformación del protagonista como todas nuestras transformaciones en las que, cambio tras cambio, siempre sigue perviviendo una, aunque solo sea una, lealtad.
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Autor: Javier Marías. Título: Berta Isla. Editorial: Alfaguara. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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