La Bhagavad Gītā es la esencia de la antigua sabiduría hindú y una de las obras capitales de la historia de la humanidad. Y lo es porque se cuenta entre esos poquísimos textos que, en una categoría distinta incluso a los llamados «clásicos», nos ayudan a ver lo real y nos permiten anclarnos a la existencia; en otras palabras: nos enseñan a vivir más allá de toda enseñanza.
Por primera vez se publica en nuestro país una edición ilustrada de este texto arcano y milenario, para lo cual se ha recurrido a la inmensa riqueza pictórica del arte indio en busca de aquellas obras capaces de dar cuenta de la potencia filosófica y espiritual del texto. Esta edición se presenta con la extraordinaria traducción directa del sánscrito realizada por Fernando Tola, uno de los más reconocidos filólogos y orientalistas de nuestro tiempo.
Zenda adelanta las primeras páginas de esta edición, llevada a cabo por el sello Errata Naturae.
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INTRODUCCIÓN
El Mahābhārata
El Mahābhārata, la gran epopeya de la India, comprende cien mil estrofas, por lo general de dos versos cada una. Su composición, hasta adquirir la forma en que hoy la conocemos, llevó varios siglos: probablemente entre el siglo V a.C. y el inicio de nuestra era. Es una obra de recopilación: alrededor de un núcleo se fueron agrupando materiales de diverso origen y época, en la forma de episodios más o menos relacionados con este material original. Además de los episodios que se agregaron posteriormente, es necesario tener en cuenta los desarrollos y ampliaciones de que fueron objeto partes de dicho núcleo. Es, así, una obra que se debe a diferentes autores.
Alrededor de ese núcleo central se agruparon, como dijimos, múltiples episodios: narraciones (como los episodios de Nala y Damayantī, Savitri, etc.), textos legales y textos filosófico-religiosos (como la Bhagavad Gītā).
La Bhagavad Gītā
El episodio de la Bhagavad Gītā comprende unas setecientas estrofas. Dentro de la narración, se ubica en el momento en que se inicia la gran batalla entre los Pāndavas y los Kauravas (Libro VI, secciones 25-42 del Mahābhārata). Arjuna, uno de los Pāndavas, al ver en ambos frentes a sus familiares, allegados y amigos dispuestos a masacrarse mutuamente, se ve invadido por la desesperación y el abatimiento: es consciente de la obra destructora que se inicia.
Se niega entonces a combatir, pero el dios Krishna, que es el auriga del carro de combate de Arjuna, le exhorta a que luche, cumpliendo su deber de guerrero.
Los incidentes que tendrán lugar en el campo de batalla y el diálogo entre el dios y el héroe son referidos por Sañjaya al rey Dhritarāshtra. Sañjaya se entera de lo que está sucediendo gracias a la visión divina que le ha sido concedida. Además de esta visión, que le permite observar lo que está ocurriendo en el terreno de combate, también posee un oído divino con el cual puede escuchar y relatar el diálogo entre Krishna y Arjuna.
La Bhagavad Gītā es así una conversación entre Krishna y Arjuna en el campo de batalla, narrada por Sañjaya para el rey Dhritarāshtra.
El pensamiento religioso-filosófico de la India antes de la Bhagavad Gītā
Para una mejor comprensión de la Bhagavad Gītā es conveniente tener una idea del contexto religioso-filosófico que la precedió. Proponemos a continuación un sucinto esbozo del mismo.
VEDISMO. El vedismo constituye la religión más antigua que conocemos de la India. La fuente de información para este conocimiento son los Vedas: Rig Veda, Sāma Veda, Yajur Veda, Atharva Veda, cada uno de los cuales constituye una colección de composiciones de carácter sagrado o mágico. Las composiciones que conforman estos cuatro Vedas son en verso. Es difícil determinar la fecha de creación de los himnos védicos. Probablemente se sitúa en los siete u ocho siglos que siguieron a la invasión de la India por los arios o indoeuropeos, que tuvo lugar hacia el año 1700 a.C.
La religión védica es una religión politeísta. De entre los numerosos dioses que conforman su panteón, la Bhagavad Gītā menciona algunas divinidades mayores, como Indra, Varuna, Agni (el fuego) o Vāyu (el viento); algunos grupos de dioses, como los Maruts, los Adityas, los Vishvedevas, los Sādhyas y los Vasus; algunas divinidades menores, como los Yakshas o los Gandharvas; y algunas categorías de demonios enemigos de los dioses. Hay que tener en cuenta que en la Bhagavad Gītā, que pertenece a un periodo muy posterior del desarrollo religioso de la India (el hinduismo), los grandes dioses védicos aparecen relegados a una jerarquía muy inferior con respecto a la que tenían en la religión védica. Su lugar ha sido tomado por otras divinidades. El vedismo acepta la existencia de un cielo o paraíso adonde llegan los seres humanos que actuaron correctamente en esta vida. La recompensa que reciben es una existencia agradable, de goces y placeres sensuales.
BRAHMANISMO. Los Brāhmanas son textos posteriores a las colecciones antes mencionadas. Debemos ubicarlos en un periodo que abarca varios siglos después de la composición de las obras que hemos citado más arriba. Hipotéticamente podemos señalar como fechas límite para su composición los años 1000 a.C. y 500 a.C. Los Brāhmanas nos presentan un tipo de religión que podemos denominar «vedismo tardío» o brahmanismo. Mantienen las grandes divinidades de la religión védica, pero entre ellas ha cobrado preeminencia Prajāpati. Además, se ha hecho del sacrificio una fuerza autónoma, con la cual, si está bien manipulada por el sacerdote, se puede obtener lo que se quiera, aun sin la intervención de los dioses. La especulación sobre el sacrificio ocupa gran parte de los Brāhmanas. Por otro lado, en estos textos se hace presente una creencia, no mencionada por las colecciones de himnos y que se convertiría en un dogma del pensamiento religioso-filosófico de la India: las reencarnaciones como instrumento retributivo de las acciones.
UPANISHADS. Las Upanishads, las más importantes de las cuales fueron compuestas entre los años 800 a.C. y 500 a.C., representan, en cierto sentido, una reacción contra las etapas anteriores de la evolución religiosa de la India. En ellas se encuentra plenamente desarrollada la especulación filosófico-mística. Aunque contienen doctrinas diversas y contradictorias, se puede considerar que la más importante y característica entre éstas es aquella que afirma la existencia de un principio supremo heterogéneo, trascendente, espiritual, cósmico, que es origen, fundamento, esencia y fin de todo: Brahman, lo Absoluto; y también la existencia de un espíritu individual, el Ātman, idéntico en su esencia a Brahman. Para las Upanishads, los dioses del vedismo y del brahmanismo han sido relegados por completo ante Brahman-Ātman; y los ritos tradicionales carecen de efectividad a la hora de que se haga realidad la unidad esencial del jīva (el Ātman encarnado en un cuerpo) con Brahman, una unidad transitoriamente oculta por la ignorancia. Las Upanishads consideran que sólo existe un medio para ello: el conocimiento (místico) de Brahman, que se consigue con una vida dedicada al estudio de los textos upanishádicos y al ascetismo. Al concretarse el conocimiento de Brahman, el jīva, el espíritu individual encadenado a la materia por la ignorancia, se libera de los grilletes de las reencarnaciones y, readquiriendo su prístina y auténtica pureza y naturaleza de Ātman, vuelve a ser Brahman.
BUDISMO. El budismo surge en la India a finales del siglo VI a.C. La posición metafísica del budismo es fundamentalmente opuesta a la de las Upanishads. A este respecto limitémonos a decir que no acepta la existencia de sustancias inalterables y eternas como Brahman-Ātman. Para el budismo, todo se reduce a sucesiones de fenómenos insustanciales e impermanentes, y no pone como meta final la reunificación del espíritu individual con lo Absoluto, sino el nirvāna: la terminación del ciclo de las reencarnaciones. El budismo desarrolló una doble y elevada enseñanza moral, entre cuyos principios dio especial consideración a la ahimsā, la no-violencia, el no hacer daño.
HINDUISMO. Hacia el siglo IV a.C. nos encontramos con una forma de religión diferente del vedismo y del brahmanismo. Es el hinduismo, que desde entonces hasta nuestra época se ha mantenido como la religión más importante de la India, y que está presente en numerosísimas obras literarias, filosóficas y religiosas que fueron compuestas entre la fecha indicada y nuestros días. Mencionaremos entre éstas el Mahābhārata y, de manera especial, la Bhagavad Gītā, exponentes de primer orden del hinduismo. Éste reconoce a los dioses del vedismo y del brahmanismo, pero quedan reducidos de categoría y a funciones subalternas, mientras que la primera plana del panteón hinduista pasa a estar ocupada por dioses o diosas desconocidos en la época védica o de segundo rango entonces. Los dioses más importantes del hinduismo son Shiva y Vishnu, cada uno de los cuales cuenta con numerosos devotos. Pero detrás de estos grandes dioses, el hindú, por lo general, concibe alguna divinidad que reproduce los rasgos con que las Upanishads describen a Brahman, y con la que Shiva y Vishnu son identificados, o de la cual se considera que son sólo una manifestación. El hinduismo cree en la existencia de varios cielos e infiernos, pero considera que son sólo etapas transitorias en la cadena de las reencarnaciones, y asume que el bien supremo consiste en liberarse de éstas alcanzando lo Absoluto. El hinduismo ha desarrollado, junto a los ritos que heredó de épocas anteriores, otros con los cuales se puede propiciar a los dioses y conseguir de ellos ayuda y protección, así como liberarse de las acechanzas de la vida. Además de los ritos se hizo común una actitud poco frecuente en las etapas anteriores y que representa una interiorización distinta de la experiencia religiosa: la devoción (bhakti), con la cual se puede conseguir lo que ofrece el rito; y, además, al igual que con el conocimiento upanishádico, llegar a la divinidad suprema para absorberse en ella, identificarse con ella, unirse a ella. Característico del hinduismo es también el sistema de castas que segmenta a los miembros de la sociedad, teóricamente, en cuatro divisiones: brahmanes o sacerdotes, kshatriyas o guerreros, vaishyas o comerciantes y agricultores, y shūdras o servidores, pero, en realidad, existen más de dos mil divisiones y subdivisiones.
SāMKHYA. En muchos pasajes del Mahābhārata, incluyendo algunos de la Bhagavad Gītā, se expresan ideas que varios siglos más tarde aparecerán incorporadas a un sistema filosófico ortodoxo denominado sāmkhya. Los pasajes mencionados hablan de una materia primordial (prakriti) contrapuesta al espíritu (purusha), así como de los gunas o elementos constitutivos de la misma. También se aborda el proceso evolutivo mediante el cual esa materia, ajena a toda manifestación en tanto que primordial, es decir indiferenciada, da lugar a la realidad material que escalonadamente va apareciendo en ese proceso de transformación. Pero es difícil determinar el grado de desarrollo y de sistematización alcanzado por esas ideas en la época en que el Mahābhārata quedó fijado en la forma en que hoy lo leemos. Probablemente esas nociones sólo tenían curso no estructuradas aún en un sistema comprensivo. Asimismo, es difícil determinar si la palabra sāmkhya designa ya el sistema filosófico que lleva ese nombre. Parece más probable que tenga todavía el valor general de «teoría», «especulación», «método discursivo», por oposición a yoga, que se refiere más bien a la práctica.
YOGA. El yoga era conocido y practicado en la India desde muchos siglos antes de la era cristiana. Ya en las más antiguas Upanishads encontramos referencias a prácticas yóguicas. En el budismo el yoga tuvo una importancia de primer orden y ha mantenido un notable grado de desarrollo. En el Mahābhārata hay numerosas referencias a las prácticas yóguicas, y lo mismo cabe decir, desde luego, de la Bhagavad Gītā.
Todas estas formas de pensamiento religioso-filosófico se hacen presentes de una manera u otra, con mayor o menor intensidad, en la Bhagavad Gītā.
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V.V.A.A. Título: Bhagavad Gītā. Editorial: Errata Naturae. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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