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Diario de un mal nadador

¡Mucho, Alfredo, mucho!

—¿Y esta cola? —pregunta un joven. —Para un partido. —Un partido de qué. El vigilante jurado, siempre hay un vigilante jurado, intenta explicarle. La...

Pesadilla en B

‌Ahí radicaba el primer problema, no sabía su nombre. De repente me surgió uno, tenía que tratarse de Germán Bleiberg; un poeta apenas hoy...

Todo en la nada

‌Y llega la espesura, donde las estrellas rematan la desolación del hombre ante el abismo. Qué pinto aquí, dices sin decirlo. Cuánto me quedará...

El limbo azul

Compré esta semana en una librería de lance, Boulandier, calle Juan Ajuriaguerra, 52, ¡Recuerda, oh, recuerda! de Ramiro Pinilla. Por él, como un íntimo...

Nocturno

Un euro ochenta me pide por la lata el indio de un kebab que bebo sin ganas en una mesa, cumplida la medianoche, junto...

Una lata de sardinas

Al dentista  —es una mujer, pero siempre decimos el dentista— voy el miércoles pero ¿y si ese lunes el banco tuviera problemas? El martes...

Toñi

Viste ropa de chándal y su voz es suave, monocorde, la misma cuando habla para ella misma que cuando se dirige a un cliente....