Blue Jeans es el seudónimo de Francisco de Paula Fernández, y es también sinónimo de éxito editorial gracias a unas historias y personajes con los que los jóvenes se identifican, asegura el autor, para quien, aunque es importante conocer a los clásicos, esa “no es la forma de crear lectores”.
Entre las lecturas que llegan a este público, cree que tienen que estar La Celestina o El lazarillo de Tormes, pero advierte de que no serán esos títulos los que les enganchen a la lectura. “Yo creo que lo principal es escribir para ellos, y con personajes con los que se sientan identificados, representados”, dice De Paula, que sin ser de la generación de sus lectores más jóvenes ha ido adaptándose a sus lenguajes e intereses. “Tengo lectores de todas las edades, pero es verdad que con los más jóvenes, 13, 14, 15 años, la brecha ya es muy grande”, reconoce. Para salvarla, asegura que no pretende ser un Peter Pan. “Tengo que comportarme como un adulto de la edad que tengo. Pero sí intento buscar las series que ellos ven, hablar de canciones que ellos escuchen, utilizar su lenguaje, saber qué redes están utilizando y cómo“. Así, sus primeros personajes se conocieron en Messenger, pero hoy en día tienen Tiktok, usan Twitch y dicen “stalkear” (acechar en internet).
En su último libro relata la desaparición de la aspirante a escritora Ángela Fletcher —particular homenaje a la protagonista de la serie ochentera Se ha escrito un crimen y a la actriz que la encarnaba, Angela Lansbury— y habla de lo mejor y lo peor del mundo editorial. “He intentado ser respetuoso, que nadie se sienta identificado con nadie, porque son personajes de ficción, pero me he metido un poquito en el tema, y ya que cada uno luego lo interprete”, dice De Paula, que al final del libro advierte de que cualquier parecido con la realidad en su relato de royalties, adelantos o jefes de prensa, es pura coincidencia.
En su caso, asegura que no tiene nada de lo que quejarse en ese terreno, como tampoco en el del reconocimiento a su valor como escritor, con premios como el Cervantes chico, y su nombre puesto a un Auditorio de Carmona (Sevilla). “Las editoriales son empresas, quieren lo mejor para ellas y no dejan de buscar productos que funcionen”, remarca sobre la práctica de fichar a novelistas que vengan avaladas por sus lectoras en plataformas como Wattpad. “Yo es que no puedo decir nada, porque precisamente, aunque fue hace 15 años o 16, mi historia empieza así. Yo empecé en un fotolog, me hice una comunidad de lectores y después una editorial tradicional como Everest me publicó en papel”.
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