Foto de portada: Jorge Luis Borges ya hacia el final de su vida con su inseparable bastón. En el hotel Palace de Madrid en 1984. Foto. J.M. Plaza
MUNDO
Terminamos, con esta tercera entrega, el homenaje a Borges con motivo de los 125 años de su nacimiento. Este periodo se inicia con el reconocimiento internacional de su figura, lo que le llevará a continuos viajes para recibir honores o impartir cursos en universidades. En este tiempo de gloria y pesimismo se ve forzado a casarse, muere su madre y se viven convulsos años políticos. Dada su ceguera, se vuelca en la poesía (rimada). Su gran obra ya está hecha. Como Homero, es el bardo ciego e itinerante venerado por los grandes escritores. Para el Nobel Eugenio Montale, Borges era «alguien capaz de meter el Universo en una caja de fósforos».
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VIII LOS SESENTA
1 Poco después de obtener el Premio Internacional de los Editores es invitado por la universidad de Austin (Texas) a dar unas charlas, y permanecerá allí casi tres meses con su madre. Fue el primer viaje de los muchos que tuvo a las universidades norteamericanas.
2 Conoce a María Esther Vázquez (25 años), periodista que trabajó en la Biblioteca Nacional, y se inicia una relación muy especial con libros en colaboración y viajes juntos. Borges, feliz y enamorado, la introduce en el mundo de Bioy y las Ocampo, sus amigos.
3 «Si pudiera me pasaría la vida viajando de un país a otro, pero, eso sí, siempre acompañado por una mujer hermosa, que pudiera entenderme y que añadiera algo a la conversación».
4 Poco dado a la música, logró tararear dos canciones que le conmovían porque le tocaban en lo más íntimo: «L’uomo in frack», la historia de un hombre que después de una fiesta se lanza al río, y «Ojos verdes», cantada por Miguel de Molina: «Serrana pa un vestío yo te quiero regalá. Estás cumplío, no me tienes que dar ná«. Borges comprendía a la prostituta enamorada.
5 En 1965 recibió, en Perú, el mayor honor al que pudo aspirar (y el que más satisfizo a su madre), la Orden del Sol, creada por el libertador argentino San Martín. Ya estaba a la altura de su bisabuelo, el coronel Suárez, héroe de la batalla de Junín.
6 Al nublarse sus ojos, el cine no será su porvenir, sino su pasado. Un día recordó las películas memorables vistas: Al caer la noche, Alejandro Nevski, Ser o no ser, El espectro de la rosa, El gran juego, Rashomon, El gran juego…
7 «Cada texto fue escrito por mí mismo y a partir de una necesidad interna. Cuando escribí el libro, yo había llegado a comprender que la escritura artística es un error, y un error nacido de la vanidad. La buena escritura —lo creo firmemente— debe ser hecha de manera discreta» (Borges, en El Hacedor).
8 La gran dama, Victoria Ocampo, regresó de Londres entusiasmada con el primer álbum de los Beatles y una peluca a lo Lennon que quiso que se probara Borges, a lo que el escritor se negó, ya que le aterraban las máscaras y los disfraces.
9 El humor, constante en Borges, era la manera de elevarse sobre lo circunstancial, lo vano, lo solemne, lo enojoso y superar su timidez. Milonga borgiana: «Manuel Flores va a morir. / Eso es moneda corriente. / Morir es una costumbre / que suele tener la gente».
10 Astor Piazzola quiso colaborar con Borges. «¿Qué hago?» «Usted escriba, que yo pongo la música». Al día siguiente ya tenía la letra de «Jacinto Chiclana», la primera canción del disco de tangos que hicieron juntos.
11 «Borges podía olvidar las ofensas y no guardaba rencor, pero cuando las personas que él quería eran quienes lo hacían sufrir o lo ridiculizaban, la herida tardaba en cerrarse, si se cerraba» (M. E. Vázquez).
12 La madre de Borges, preocupada por lo que sería de su hijo cuando desapareciera, y pensando en quién podría acompañarlo todo un curso a la Universidad de Harvard, decidió casarlo, y ella y su hija Norah eligieron a una viuda con un hijo de la que se había enamorado fugazmente Borges en su juventud: Elsa Astete. A los 69 años el escritor contrajo un infortunado matrimonio que duró tres años. Hasta que un día se dio cuenta de que no quería volver al hogar. Y no volvió. Sólo rogó a su esposa que le devolviera Las mil y una noches en la traducción al inglés de E. W. Lane.
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IX LOS SETENTA
1 Tras encontrarse en Islandia, Borges y María Kodama, una alumna suya de 34 años a la que conocía desde su mocedad, decidieron estudiar juntos islandés, una excusa para estar juntos, ya que empezaron a sentirse espíritus afines.
2 En la bienal de Venecia se estrenan dos películas basadas en argumentos de Borges: La estrategia de la araña, de Bertolucci, y Emma Zunz, dirigida por Alain Magrou.
3 «Adolfito (Bioy) fue siempre un “calavera”. Yo sé de sus citas por otras personas, él nunca me contó nada. Somos amigos, pero claro, lo nuestro es una amistad, digamos, británica, de esas que empiezan por excluir la confidencia».
4 A las puertas de la muerte (1975), la obsesión de Leonor era que su hijo se confesara y comulgase para que ella pudiera morir en paz. No era fácil proponérselo. Curiosamente, Borges aceptó complacido: «¡Bueno, mal no puede hacerme!».
5 «Estoy impaciente por morir. Mi fin será bienvenido y espero que llegue lo más pronto posible». Tiempos de depresión, tanto por su situación personal como por la del país, y encierro en su casa, donde le visitaban los amigos. Bioy y Silvina van a buscarle para sus habituales cenas.
6 La ceguera, que en Borges no es negra sino de tono blancuzco, lo acompaña obstinadamente y agudiza la soledad: «Y la tarde que muere, es miedo y frío. / Las tardes a las tardes son iguales».
7 Tras la muerte de su madre fue invitado por la Universidad de Michigan, donde le hacían un homenaje. Ni sus sobrinos ni sus amigas habituales podrían acompañarlo, y Fani sugirió el nombre de María Kodama, la única alumna que la mujer de Borges soportaba.
8 «El tema del amor es harto común en mis versos; no así en mi prosa, que no guarda otro ejemplo que Ulrika«. En este cuento de El libro de arena hay una cita de Volsunga, saga noruega del siglo XIII, libro que le regaló su padre de niño; y esos dos versos se grabarán en el reverso de su lápida.
9 «En un país y en una época que se creían católicos, tuvo el valor de ser agnóstica. En un país y en una época en que las mujeres eran genéricas, tuvo el valor de ser individuo…» (en la muerte de Victoria Ocampo).
10 A sus 77 años lo entrevista en TVE el periodista Joaquín Soler Serrano para el programa A fondo, que se emite tras la muerte de los entrevistados.
11 «Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad»
12 «No me abandona, siempre está a mi lado / la sombra de haber sido un desdichado».
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X FINAL
1 Durante sus últimos diez años de vida, María Kodama era la que administraba sus continuos viajes al extranjero y quien lo acompañaba. Sin embargo, al regresar a Buenos Aires, ella, de carácter reservado e independiente, tenía su propio departamento y su vida. Entonces era Fani, la fiel sirvienta de cuatro décadas, y con frecuencia Roberto Alifano, su amanuense, las personas que compartían su cotidianidad, además de Bebo, el gato.
2 «Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara».
3 Muy anciano, sus viajes no cesaban. Tras permanecer un mes en Japón, ese otoño de 1984 Kodama y él viajaron a Madrid, Sevilla, Roma, Ammán, El Cairo, Marrakesh, Lisboa, Ginebra, Milán y Nueva York.
4 Su visita a Madrid tuvo que prolongarse, ya que fue atendido por quemaduras graves en el hotel Palace. «Lo encontramos en un estado lamentable, dolorido, quejumbroso…», señaló Mujica Láinez, que fue a visitarlo. Ya en Buenos Aires confesó a sus íntimos que había intentado suicidarse llenando la bañera de agua hirviendo.
5 María Kodama, que le acompañaba en todos sus viajes, se quejaba de su gran responsabilidad y de que Borges estaba muy viejo y deteriorado. Bioy le sugirió contratar a una enfermera.
6 De la Poesía Completa, editada por Lumen, desapareció «Al olvidar un sueño», poema de su libro La cifra, dedicado a Viviana Aguilar, la jovencita de la librería La Ciudad, donde solía firmar Borges, enfrente de su casa.
7 «Si de todos mis textos tuviera que rescatar uno solo, rescataría El Congreso. Es un texto que llevé conmigo sin animarme a intentar su escritura durante muchos años y siempre pensaba en él, hasta que me dije: bueno, yo ya he encontrado mi voz, mi voz escrita. Quiero decir que no puedo hacer las cosas ni mucho mejor ni mucho peor; voy simplemente a escribirlo. Pero no ha agradado a mis amigos, quienes dicen que todo lo que digo ahí lo he contado mejor en libros anteriores y que su único valor es el de ser una especie de resumen de mi opera omnia. Yo creo que no…».
8 «La inmortalidad puede ser algo espantoso. Yo aspiro a la muerte, a la muerte total. Uno de mis temores es no morir, no desaparecer completamente; tengo la esperanza de la muerte. Después de todo, las pruebas de que somos mortales son de carácter estadístico».
9 Bioy Casares recuerda su última conversación con Borges: «Me llamó por teléfono para despedirse. Que te vaya bien, le dije. No me va a ir bien; estoy muy enfermo. Entonces, ¿por qué te vas? María no quiere irse sola. Me lleva. ¡Además, cualquier lugar es bueno para morir!».
10 Tumba de Borges en Ginebra. Sobre una imagen de siete guerreros nortumbríos: JORGE LUIS BORGES, y debajo, en sajón, AND NE FORTHEDON NA (Y que no temieron). En el reverso, en noruego antiguo: «Hann tekr sverthit Gram ok / leggr i methal theira bert» (Él toma su espada Gram / y la coloca entre los dos»).
11 No es improbable que el exótico matrimonio por poderes en Paraguay entre Borges y María Kodama no sea válido; lo que es incuestionable es que ella fue legalmente su heredera universal.
12 «…Sobre nosotros crece, atroz, la historia».
Ya hemos aventado los 120 apuntes sobre la vida y la obra de Jorge Luis Borges, pero para que las piezas encajen y seamos fieles al número al que invita la celebración (los 125 años de su nacimiento) son necesarios otros cinco pasajes que, a modo de colofón, recuperamos. Son cuatro acontecimientos claves en su vida, además de la pregunta que ha perseguido a los más inquietos lectores del escritor.
121 En las navidades de 1938, Borges sufrió un tonto accidente en la cabeza que se le complicó, y estuvo un mes entre la vida y la muerte. Al recuperarse temió por su cordura, y para probar su mente y superar el fracaso si no lo conseguía, intentó hacer algo distinto a lo que había hecho hasta entonces y escribió su primer cuento (fantástico): «Pierre Menard, autor del Quijote«. Fue el inicio de sus libros capitales El Aleph y Ficciones. El incidente está narrado en la primera parte de El Sur.
122 Para superar los continuos desplantes de Estela Canto, acude a las sesiones del doctor Kohan-Miller, que era más psicólogo forense que psicoanalista, quien descubre las enormes inhibiciones, desde niño, de Borges, y cree que las superaría con la ternura de un gran amor y el matrimonio, a lo que Estela no está dispuesta. El doctor no aliviará su angustia sentimental, pero consigue —como un efecto indirecto— que Borges sea capaz de hablar en público, algo que hasta entonces nunca había hecho —su primera conferencia tuvo que ser leída por un compañero—. Se le abría un camino inmenso de posibilidades que jalonaron la trayectoria universal y forjaron el personaje de Borges.
123 Tras la caída de Perón, el destino le tiende una dulce trampa: el 2 de noviembre de 1955 es nombrado director de la Biblioteca Nacional: tiene a su lado todos los libros del mundo, pero al mismo tiempo se queda ciego. A partir de ese momento volverá con renovado entusiasmo a la poesía medida, más propia de su nueva condición. En su famoso poema habla de la ironía de Dios, que le dio «a la vez los libros y la noche».
124 Le negaron el Nobel, y el Cervantes, cicatero, lo tuvo que compartir con Gerardo Diego, con quien coincidió en Madrid en su juventud ultraísta, pero en 1961 (fecha clave) le concedieron el Premio Internacional de los Editores, junto a Samuel Beckett, y donde Caillois fue uno de los seis miembros del jurado. A partir de ahí Borges se consagra como una figura internacional, se suceden los homenajes y es reclamado para dar charlas y cursos por todo el mundo. Empieza su etapa viajera, que proseguirá, acelerada, hasta el final de sus días.
125 ¿Quién fue realmente Beatriz Viterbo? La protagonista pasiva de El Aleph, la mujer que tanto le hizo sufrir al narrador, está inspirado en uno de sus amores frustrados. Mucho se ha hablado sobre quién podría ser esa mujer, y el propio Borges, tratando de confundir, confesó en 1970 que se había inspirado en tres mujeres y dos estaban muertas. Una sutil trampa, nos tememos. Intuimos quién puede ser, aunque se trata de una conjetura. No diremos aún el nombre, y lo dejaremos a las pesquisas del lector, y le daremos tres pistas: el Aleph es un lugar único y mítico para el protagonista, el cuento no es un lamento por el amor perdido, sino por el derrumbe de ese mundo feliz que había imaginado junto a su amada, y la inclusión del personaje Carlos Argentino Danieri, al que tanto odia y primo de Beatriz, completa el triángulo sobre el que se asienta el cuento. El que esté dedicado a Estela Canto no deja de ser una anécdota circunstancial; lo importante es saber que El Aleph se escribió en 1944, y ya para entonces esa mujer estaba muerta, quizás no físicamente pero sí en su cabeza. Con estos datos podrá fácilmente adivinarse el nombre de la mujer que está detrás de Beatriz Viterbo, y resulta tan evidente que nos parece mentira. Nosotros descubriremos su nombre en el futuro libro ilustrado Los amores de Borges. Queda aquí, pues, esa incógnita, y las limitadas posibilidades de la pregunta que aún resuena como el eco de un eco que sigue repitiéndose.
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Artículos anteriores:
Borges, 125 apuntes en el 125 aniversario de su nacimiento (I)
Borges, 125 apuntes en el 125 aniversario de su nacimiento (II)
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