Foto: Francisco Sánchez Moreno.
Antonio Luis Ginés es un poeta y gestor cultural nacido en Iznájar, Córdoba, en 1967. Ha publicado los libros de poesía Cuando duermen los vecinos (El Viaducto, 1995), Rutas Exteriores (XI Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán, Ánfora Nova, 1998), Animales Perdidos (Plurabelle, 2005), Picados Suaves sobre el agua (Bartleby, 2009), Aprendiz (La Isla de Siltolá, 2013) y Antonov (Bartleby, 2020). Su obra poética ha sido incluida, entre otras, en la antología Edad presente. Poesía cordobesa del siglo XXI (Fundación J. M. Lara, 2004). Colabora como crítico en Cuadernos del Sur, suplemento literario semanal del Diario Córdoba, y ejerce la enseñanza en talleres de creación literaria. Además tiene dos libros de relatos publicados: El fantástico hombre bala (El Páramo, 2010) y Teoría de lo imperfecto (La Isla de Siltolá, 2015). En 2018 publicó el libro de ensayo literario Seres de un día (La Isla de Siltolá). Presentamos una selección de poemas incluidos en el libro Bosques de Polonia (Ayuntamiento de Iznájar, 2023), antología que recopila su obra desde Cuando duermen los vecinos (1995) hasta Antonov (2020) y que refleja el viaje del autor a lo largo de estos 25 años de trayectoria poética. La poesía de Antonio Luis Ginés se vuelve un refugio contra todo lo hostil que nos amenaza en un mundo acelerado, sin tiempo para mirar por el espejo retrovisor y hacer balance de lo que con los años vamos dejando por el camino en los lugares en los que fuimos felices, los suyos son poemas que nos ayudan a mirar de otra manera, para ver, parafraseando a Robert Hass, la luz detrás del bosque.
***
A AÑOS LUZ
Quizá he aprendido una cosa
al cabo de los cuerpos y los días,
quizá
que se nos prohíbe el regreso
allí donde muchas otras veces
éramos
lo mejor de nosotros mismos.
***
PASAR DE LARGO
Defendías tu puesto con coraje.
No me conocías bien, aún era pronto
para algunas cosas, muy pronto. Yo miraba
cruzar las nubes veloces, pasar de largo,
buscando otras tierras para descargar.
No despegaba la vista del cielo.
Una noche te hablé de lo breve que es todo esto,
que somos cometas fugaces
sin posibilidad de repetir este viaje,
que mientras hay luz podemos con casi todo,
luego, nos apagamos: piezas sim recambio
que jamás vuelven a ocupar su lugar de origen.
Nos asustó mi voz saliendo en tromba.
Entonces me abrazaste,
mientras las últimas sílabas y la ropa,
atendiendo a las leyes de la física,
se desplomaban en el suelo
con el ruido de los peces que saltan.
***
PIEDRAS
Cómo sabemos si querer estar
en un lugar es querer estar allí realmente
y no para echar otro de menos.
Cómo sabemos si el movimiento
se decide antes de ejecutarlo,
si nos llevará adonde los músculos
se entregan al placer de la inercia
y no conoce el cansancio.
Cómo sabemos si a cada última pregunta
no seguirá la duda nueva
que nace, mientras ponemos
estas piedras con las manos.
***
ZONA AZUL
El padre deja al hijo en el coche. Es el centro de una gran
ciudad. Las bocinas, los atascos, gente que pasa, el niño
comienza a sudar, algo parecido a angustia le detiene la
voz de golpe. El padre tarda más del previsto. Unos
guardias urbanos se acercan, apenas se les entiende, las
ventanillas bien cerradas. Se nublan los ojos del niño, la
escena se derrumba lentamente, las piezas del castillo se
desmoronan y deja de oír el mundo; el zumbido de un
monstruo que nunca sale en los cuentos.
***
APRENDIZ
Me dejaron con aquel hombre
al que sólo conocía de vista.
Iba a enseñarme a nadar.
Llevaba un sombrero de paja
y un cigarro encendido entre los labios.
Ninguno de los dos
se mojaron en todo el trayecto.
El agua era pesada,
costaba vencerla, doblegarla
y aún no sabía que el cuerpo
pesaba tanto. El hombre
me arrastró hacia dentro
-no hacía pie casi desde el principio-
dándome instrucciones,
pero bastante tenía con seguir respirando.
Luchaba por mantenerme a flote,
ya no veía a los míos, me habían confiado
a un tipo al que nunca se le apagaba el cigarro,
al que nunca se le mojaba el sombrero de paja.
Entonces dije basta y el hombre
me dejó ir de vuelta hacia la orilla.
Tragué todo el agua del mundo,
extenuado, maldije a los míos,
preguntándome
si esa sería
la única manera de aprender
que me esperaba.
***
BOSQUES DE POLONIA
Escribo sobre papel nacido en los bosques de Polonia.
Árboles del norte que vieron la guerra, el odio, el amor.
Toco esas hojas, acaricio la piel muerta,
los anillos silenciosos, la celulosa.
Quiero escribir sobre ellos,
sobre las cosas que te dejan y solo son cosas,
sobre los seres que no están y cuyas sombras nos persiguen,
sobre este hueco en el pecho latente desde el primer llanto,
de cómo nadie sacia lo que no tiene fondo.
Escribo
sobre los bosques de Polonia que nunca visitaré.
Sobre el dolor flotando en sus nidos, sobre el deseo
de una huida imposible. Sin escalas, avanzando
como un vagón sin máquina
por los últimos bosques de Polonia.
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Autor: Antonio Luis Ginés. Título: Bosques de Polonia. Editorial: Ayuntamiento de Iznájar. Venta: Todos tus libros y Amazon.
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