El espectador que acuda al cine a ver Bullet Train obtendrá varias cosas. Por un lado, una película que está bien por sus características intrínsecas, pero que mejora si se la compara con sus competidoras en este alicaído verano cinematográfico de 2022. Pero Bullet Train resulta todavía mejor si la ubicamos en un lienzo mayor, en ese panorama de franquicias aptas y películas de streaming en los que los grandes estudios concentran toda su energía actualmente. Dicho de otro modo: la que protagoniza Brad Pitt (que sabe, no obstante, ceder parte de su protagonismo al elenco secundario) huele y sabe como esas películas de acción que Hollywood acostumbraba a facturar en los noventa y los dos mil casi todos los meses del año y que, virtualmente, casi se han extinguido en pos de las propiedades registradas Marvel y DC.
El delirante choque entre los protagonistas, con un excelente Brad Pitt que recupera su querencia por personajes un tanto idiotas, no se queda en la exhibición de montaje sincopado, coreografías de lucha y guiños visuales a lo Guy Ritchie. David Leitch, salido de la escuela de directores-especialistas de John Wick, sabe impregnar al relato de una saludable mala leche a raíz del buenismo imperante en la cultura Mr. Wonderful de la que Mariquita parece querer impregnarse, convirtiendo la película en una nada sentida reflexión sobre el azar, la inutilidad de nociones (tan propias del relato cinematográfico) como el destino, y convirtiendo hasta al propio tren bala en una especie de analogía sobre la vida no muy alejada de otras apuestas vitales en la filmografía de Pitt como El árbol de la vida o… El río de la vida.
Bullet Train, impregnada por otro lado de mecanismos que la asemejan al puro videojuego (esos interludios de diálogo de Pitt con quien quiera que se encuentre al otro lado del móvil), pronto deja claro que todos sus protagonistas son títeres de una trama superior a ellos, por tanto elementos prescindibles, y compensa su asumida superficialidad con 1) una excelente fotografía que sabe sacar partido del digital (podría ser la película más colorista del verano) y 2) una notable habilidad para dispensar giros inesperados en una trama convencional que va, y perdón por el chiste, sobre raíles.
Leitch, muy golfo, incluso tiene tiempo de insertar una serie de cameos de famosos actores de cine que reivindican este recurso al margen de los planificados por Marvel, guiñando de nuevo un ojo a aquellos espectadores dispuestos a deleitarse con la aparición de estrellas invitadas más que con propiedades intelectuales destinadas a su explotación futura. Por eso y por su propia eficacia como entretenimiento, Bullet Train podría ser, por qué no, una de las mejores películas del verano 2022.
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