Cuando eran niños, la ilustradora Irene Mala y su amigo Salva Romero vieron en más de una ocasión a Camarón de la Isla paseando por La Línea de la Concepción, y esa «energía» que desprendía el cantaor les ha llevado años después a crear Camarón: La pena y la alegría, una biografía sobre sus dos caras.
«¡Camarón, por Dios!», esta es la expresión que le salió a Mala (Sevilla, 1978) cuando coincidió con Romero que lo que querían hacer juntos era eso, escribir e ilustrar la vida de Camarón, ese ser humano «muy humilde pero muy poderoso».
«Era muy misterioso porque navegaba entre dos aguas, era una persona muy humilde pero muy poderosa, tenía una mirada muy canalla y esa ambivalencia cargaba sobre su personalidad y la maestría y la potencia y genialidad. Era un virtuoso», dice Mala en una entrevista con EFE.
Así que, según han contado ambos, se «compincharon» para trabajar juntos, y fue la editorial Reservoir Books quien les compró esta aventura en la que se metieron con ese afán de hacer más universal y eterno a este genio del flamenco, a esa voz que pese a que ya no la tenemos sigue brillando en el panorama artístico internacional.
Por eso Camarón: La alegría y la pena es un recorrido por esa vida que arrancó en la Isla de San Fernando un 5 de diciembre de 1950 y finalizó un 4 de julio de 1992, 42 años donde ese niño rubio, que comenzó cantando de la mano de su hermano Manuel, junto a Rancapino arrancó la admiración de personas como el torero Curro Romero.
Por eso esta biografía es algo más, es una crónica de la época, porque sus autores no se querían «quedar cortos».
«Hemos tratado de ser fieles —afirma Romero— y hay un trabajo de investigación: he consultado casi todas las biografías, los trabajos sobre su vida de Gamboa y Perejil; y también hay ciertas anécdotas, cosas que se cuentan que son experiencias personales, porque a Camarón lo conocíamos de pequeños». Y es que, si ambos viven ahora en Sevilla, su infancia la pasaron en La Línea, donde la presencia de Camarón es «tremenda»: «Recuerdo haber visto a Camarón por la calle andando con una corte de gitanos detrás. Es tal la energía de Camarón que hay ahí que lo hemos mamado», apunta Mala.
Conscientes de que en toda vida hay sombras y luces, y en la de Camarón también, Mala y Romero no solo han contado la parte exitosa del cantaor, sino también la parte «fea», pero sin «regodearse». «Camarón vivió una época muy mala, la época dura de la heroína. Él era una persona de su tiempo, pero se cruzó por su camino y gracias a ciertas influencias y a él mismo supo salir. Y lo del tabaco sí que es muy fuerte: no sé si era capaz de fumar lo que dicen que fumaba», explica Romero, quien, al igual que muchos, confirman que Camarón murió por un «cáncer provocado por el tabaco».
Pasajes escritos por Romero y dibujados por Mala (autora también de la biografía ilustrada de Tim Burton) pero poniendo la metáfora al servicio de personal estilo donde los pequeños ojos son su santo y seña. «Plásticamente —explica— me gusta recurrir a alegorías: cuando se habla de que no tuvo un buen momento tras su accidente de coche recurro a un jilguero caído; cuando se habla de la droga pues uso como metáfora a un caballo«.
En este sentido, Mala reconoce que para ella ha sido una «responsabilidad» enfrentarse a Camarón por «todo lo que supone su figura para mucha gente, para el pueblo gitano, para los flamencos».
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