La magdalena de Proust la empapo en vodka. Suena Cadillac solitario y vuelvo al Cantábrico, en las Llanas, a pesar de que ese bar burgalés cerrara hace lustros, y nos sirven un destornillador en un cachi de litro, con demasiados hielos, poco Eristoff, siempre nos parece poco, y tres botellines de Schweppes naranja, y antes de dar el primer trago ya persigo a una sirena con bikini rojo que se lanza de cabeza a la piscina, y cuando Loquillo grita —o más bien ruge, que suena el directo del 89— «¡Nena!», en la segunda tanda de tragos ya estamos pidiendo otro cachi, y ese año y los siguientes cada vez que canto «y no estás tú, nena», a menudo con un colega que por desgracia ya nunca estará con nosotros, vuelvo al Cantábrico para cruzar la vida en tu compañía, sirena.
Y poco más puedo decir. Es una letra —compuesta por Sabino Méndez y cantada por Loquillo— tatuada en la memoria de toda una generación. «Hay buenas y malas canciones. Hay canciones que quedan en la memoria de la gente y canciones que no», le contó Loquillo a Jesús Úbeda.
Cadillac solitario, de Loquillo y Trogloditas (letra)
Siempre quise ir a L.A.,
dejar un día esta ciudad,
cruzar el mar en tu compañía.
Pero ya hace tiempo que me has dejado,
y probablemente me habrás olvidado.
No sé que aventuras correré sin ti.
Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo Cadillac de segunda mano
junto al Merbellé, a mis pies mi ciudad,
y hace un momento que me ha dejado,
aquí en la ladera del Tibidabo,
la última rubia que vino a probar
el asiento de atrás.
Quizás el «martini» me ha hecho recordar
nena, ¿por qué no volviste a llamar?
Creí que podía olvidarte sin más
y aún a ratos, ya ves.
Y al irse la rubia me he sentido extraño,
me he quedado solo, fumando un cigarro,
quizás he pensado, nostalgia de ti,
y desde esta curva donde estoy parado
me he sorprendido mirando a tu barrio,
y me han atrapado luces de ciudad.
El amanecer me sorprenderá
dormido, borracho en el Cadillac.
Junto a las palmeras luce solitario.
Y dice la gente que ahora eres formal
y yo aquí borracho en el Cadillac.
Bajo las palmeras luce solitario.
Y no estás tú, nena.
La balada se publicó en el 83, en El ritmo del garage, aunque la versión que triunfó es la grabada en la Sala Zeleste de Barcelona el 15 de diciembre de 1988, que recogió el disco ¡A por ellos…! que son pocos y cobardes:
Aunque nada será lo mismo, el Cadillac suena igual.
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