Carta a Batman

Me siento inseguro al escribir esta carta, al menos al empezarla, porque aunque soy muy fan tuyo, muy admirador, estoy muy lejos de ser un experto en tus aventuras. Hay algo que me da confianza, y es que para escribir a una persona no es imprescindible conocerla mucho, y puede que mi admiración y la curiosidad que siento hacia ti sean suficientes para que  yo te escriba. Aunque es verdad que te conozco desde hace muchos años, y tal vez has acompañado mi vida desde sus inicios, pues estás muy presente en muchos medios, desde luego los libros, la televisión y el cine. Era difícil no conocerte, de niño y ya de mayor, porque estás muy presente en nuestras vidas.

Disfruto mucho con tus cómics, incluso con los más antiguos. Los encuentro muy interesantes y  muy entretenidos, y no están en absoluto pasados de moda. Sólo hay que hacer un esfuerzo porque los dibujos tienen muchos años, pero en cuanto entras un poco en sus historias te das cuenta de que son apasionantes, de que están muy bien urdidas, y por supuesto se podrían poner muy al día, seguramente, con dibujos de hoy, o de ayer, anteayer… pues tu existencia ya es larga y yo he visto cómo has ido evolucionando, brillante, con diferentes apariencias a lo largo del tiempo.

Naciste en 1939 para responder al gran éxito que tuvo Superman. A mí me gusta mucho Superman, pero encuentro que tú no tienes nada que envidiarle. Es más, en ciertos aspectos creo que le aventajas, si bien es posible que sólo sea porque te haces fuerte en tus cualidades, en tus novedades.

A mí me gusta mucho que seas una persona normal. No tan normal, sin embargo; quiero decir que me gusta mucho que no tengas poderes. Eres un  héroe, no un superhéroe. Tu poder reside en tu inteligencia y en tu preparación; también, hay que decirlo, en tu fortuna, porque eres inmensamente rico, y esto hace que tengas muchos más medios que una persona normal para luchar contra el crimen. Te puedes arruinar en alguna de tus historias o películas, pero todos sabemos que saldrás adelante. Saliendo tú adelante como personaje, como persona, sale adelante tu empresa, como acaso ocurre con todos nosotros, con todos los seres humanos. Pero reconozco que éste es un tema complicado y profundo.

Y es que tus cómics, tus películas, en general, que yo recuerde ahora, están impregnadas de mucho realismo. Realismo que es compatible con mucha imaginación, con un ambiente más bien de pesadilla. El Joker y lo que le rodea es pesadillesco. También el Pingüino. Hace tiempo me di cuenta de que la mayor parte de las películas constituyen sueños o pesadillas, yo diría que más pesadillas que sueños. Tus historias, Batman, Bruce, son pesadillas, pesadillas en proceso, cada vez más, pero tú consigues que tengan final feliz. Nos despertamos de estos sueños con la sensación de que han terminado bien, muy bien. Has vencido al mal y Gotham puede respirar tranquila. La polis, que dirían los griegos, si me permites. Lo malo, me temo, es que el orden se vuelve a quebrar y Batman vuelve a tener trabajo, vuelve a ser llamado con ese gran foco de luz que proyecta en la noche un murciélago.

Aún me queda mucho por descubrirte, pero he disfrutado con las películas que te han hecho. Creo que he visto casi todas, y todas me parecen de una manera u otra valiosas. De hecho a mi entender ganan con el tiempo. La segunda de Tim Burton, la del Pingüino, no me gustó excesivamente cuando la vi por primera vez, pero ahora que la recuerdo gracias a un cómic sobre la película, me parece mucho mejor, con interpretaciones memorables. Sin embargo me sigo quedando con la adaptación de tus aventuras que hizo el mismo Tim Burton en 1989. Esa película, no sé si estarás de acuerdo, surgió como un producto comercial (me acuerdo que entonces se hablaba de la “batmanía”), pero creo que con los años, los muchos años que ya han pasado, está quedando como una auténtica obra maestra, o así lo considero yo al menos. Una auténtica obra de arte, y a mis ojos no del cine en concreto, sino del arte en general, por lo rica que es y por tantos elementos fabulosos que tiene. Está extremadamente cuidada. Y sospecho que esto es por el director que la firmó. Ya digo, está llena de detalles maravillosos, no le falta nada, desde la guapísima Kim Basinger hasta el genial Jack Nicholson, pasando por esa ciudad de pesadilla —insisto, y acaso no debería— que es Gotham. Una ciudad que sin embargo nos fascina, me fascina. Pesadilla, sí, de acuerdo, pero con su particular encanto, muy fuerte. Es imaginación, y muy pura, pero al mismo tiempo adivinamos que está anclada en nuestra realidad, en lo que nosotros podemos vivir, o no, pero podríamos. A mí me recuerda a algunas zonas urbanas que yo he frecuentado.

Hace poco he vuelto a ver esta película, la primera de Tim Burton, la de 1989, precisamente para escribir esta carta, y me ha encantado. Creo, y siempre lo he pensado, que a Michael Keaton no le pegaba mucho tu papel, pero que lo interpretó maravillosamente, y para mí es el mejor o uno de los mejores Batman que se han hecho en el cine. Tengo la impresión de que está hecho con humildad, pero también con eficacia. Muy profesional. Ahora creo recordar que Keaton usó calzas para ser más alto, y es posible que otros elementos postizos que le hicieran parecer más fuerte, con la armadura. Me fascina ese traje, que es una verdadera armadura. Y el batmóvil es impresionante, así como el batplano. ¿Se decía así? Quién los tuviera. Hasta el Joker se quedaba boquiabierto con los aparatos que utilizabas.

También me ha gustado mucho Christian Bale en El caballero oscuro, que también he visto recientemente. Creo que está perfecto. Y recuerdo a Val Kilmer, que en mi opinión  físicamente daba muy bien el personaje, tu personaje, aparte de que para mí es un gran actor.

Eres misterioso, perteneces a la noche, a las sombras. Eres parte del bien y luchas por el bien, pero para hacerlo  tienes que adoptar ese traje oscuro, ambiguo. Querías una indumentaria que asustara a los malhechores, que les inspirara temor, porque, según pensabas, los criminales son cobardes y por eso necesitabas un traje como ése. Además, querías velar tu identidad, ser otro. Para eso también tenías que sacrificar, deduzco, tu otra identidad, Bruce Wayne. Tú no eras así, pero tenías que parecerlo: un playboy irresponsable sólo preocupado por sus ligues, y por poco más. Ésa era la apariencia que querías dar, la fachada. En el fondo vivías para ser Batman. De hecho he leído que Bob Kane, tu creador, se inspiró en el Zorro para diseñar tu personaje. Qué magnífica inspiración, qué magnífico personaje.

Pero tu auténtico ser, pienso ahora, es Batman. Quizá la imagen que mejor te defina, y así sale en algunas de tus historias, sea la que te muestra con el traje de Batman pero sin su máscara. Esta imagen uniría tus dos identidades, tu ser completo.

Sé que tienes una gran bondad, el espíritu de sacrificio de los héroes, siempre en acción, pero muchos no te comprenden. En Gotham, sobre todo al principio, supongo, te confunden con los villanos con los que luchas. Hasta te llamaron psicópata y te compararon con el Joker, tu enemigo. Supongo que soportarías estoicamente todo esto al comprobar que los resultados eran buenos, y que el bien prevalecía. El juramento que hiciste ante la tumba de tus padres seguía intacto: luchar contra el mundo del crimen. Perdiste a tus padres, asesinados a la salida de un cine, cuando eras un niño. Entonces, tú no lo sabías todavía, nació Batman.