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Carta a Gonzalo Torrente Ballester

Admirado Gonzalo Torrente Ballester:

Me resulta difícil acertar con el comienzo de esta carta. Creo que tengo mucho que decirte, y que compartimos mucho, como la vocación literaria y la tierra gallega, pero quizá sea demasiado para meterlo en una carta. Desde hace días me apetecía escribir algo sobre ti. Al principio pensé en un artículo, y ahora me he decidido por una carta, que creo que es un texto que tiene algo de artículo (al final, según lo previsto, aparecerá en un periódico o revista), y algo, mucho, de conversación personal.

Me gustan mucho las cartas; en ellas se muestra tanto el que las escribe como el que las recibe. Tú ya estás en el cielo de los humanos, de los seres y de las cosas, también de los grandes, grandísimos escritores, porque para mí lo eres. Y fíjate que para preparar este texto he vuelto a libros tuyos que leí, y he comprado otros nuevos, nuevos para mí, y me he documentado un poco para ampliar conocimientos. Siempre me he encontrado con que durante muchos años se te había ignorado como escritor, algo que no deja de sorprenderme, aunque ya lo sabía, porque cuando empecé a leerte ya eras un escritor muy consagrado, ya habías ganado, por ejemplo, el premio Cervantes, y pienso que te empecé a leer cuando tenía unos trece años y me gustó mucho Filomeno, a mi pesar, que creo que fue el primer libro tuyo que leí.

"Hay veces que me pregunto si yo nací así, o si me encontré con la literatura al poco de nacer"

Recuerdo que lo leí en verano, en nuestra querida tierra gallega, un mes de julio o agosto, en Cabañas, muy cerca de Pontedeume, el pueblo de mi padre, en  la provincia de A Coruña. Recuerdo que lo leía por la noche, en el Hotel Iberia, donde solía pasar los veranos. Y recuerdo, sí, que me gustó mucho el libro, tanto que luego leí otros tuyos: La muerte del decano, La novela de Pedro Ansúrez, Don Juan, que creo, por lo que veo en tus declaraciones, que era tu libro favorito. Y tengo otros en la recámara, esperando ser leídos.

Pero desde entonces me has acompañado, por ejemplo con El Quijote como juego y otros ensayos críticos, que me encantó, o el Panorama de la literatura contemporánea, que consulté porque así me lo aconsejó el catedrático y querido amigo Antonio Prieto, en un trabajo académico que me dirigió. La imagen que siempre tuve sobre ti, pues, es la de un gran escritor, yo diría que la de un clásico contemporáneo. Un gran narrador. Alguien en el que sumergirse, en su prosa, en su imaginación, en su mundo, que no poco se parecía a mi propio mundo, por Galicia y por la literatura, por los libros, por tantas cosas.

Hace poco he visto citadas unas declaraciones tuyas en un vídeo en el que decías que muy pronto se te metió la literatura en el alma, y me sentí muy identificado contigo, porque lo mismo creo que me ocurrió a mí. A veces pienso que esto no es bueno, pero también considero que en mi caso es irremediable, y hay veces que me pregunto si yo nací así, o si me encontré con la literatura al poco de nacer. Las dos cosas pueden ser correctas, incluso pueden ser complementarias.

"Te imagino sentado, rodeado por cientos de libros en una de tus casas, leyendo muy cerca del papel, por los problemas que tenías en la vista"

Otra cosa que me ha gustado oír, me parece que también lo he oído en ese vídeo que hizo la UNED sobre ti, es que como profesor te habías inclinado más por la razón, y como escritor por la imaginación, y que te habías hecho un lío. Lo comprendo muy bien; a mí me ha ocurrido algo parecido, como profesor, como periodista, como escritor, incluso en la ficción y en la no ficción, pero mirando el resultado de todo este lío en tus obras, dicho “lío” me parece algo fecundo, algo maravilloso.

Te imagino sentado, rodeado por cientos de libros en una de tus casas, leyendo muy cerca del papel, por los problemas que tenías en la vista. O dictando en un magnetófono las páginas que luego leeríamos  con tanto deleite, por ejemplo Los cuadernos de un vate vago, libro que tanto me gusta.

A día de hoy no sé cómo elaborabas tus libros, por ejemplo tus  novelas, cómo utilizabas esas grabaciones para escribir, finalmente, los libros. Sé por ejemplo, por lo que le contaste en una estupenda entrevista que te hizo Fernando Sánchez Dragó poco antes de que murieras (Negro sobre blanco, 1998) que le dictabas a tu mujer, Fernanda.

Así escribiste el último libro que entonces habías publicado, Los años indecisos, novela que me apetece mucho leer, aunque tú ya no hablaras muy bien de ella. Recuerdo que en esa entrevista, al final, Fernando Sánchez Dragó, al que también tengo un gran cariño, y al que sí traté, Fernando te dijo: “¡Que cumplas muchos más años, Don Gonzalo!” Y tú contestaste, con tu característica sorna, sorna y sabiduría: “Oye, es que para vivir tengo que escribir un libro, y cada vez son peores.”

"Eso fue lo que le ocurrió a Cervantes, a tu querido Cervantes, a mi querido escritor, del que tanto aprendemos, con el que tanto disfrutamos"

Yo estos días de verano he podido disfrutar de muchos de tus libros, ya digo que algunos, bastantes, ya los tenía en casa, y otros los he comprado ahora. Viviste cerca de 90 años, y aunque dijeras de ti que eras bastante vago, lo cierto es que tu obra es amplísima, riquísima, deliciosa.

En ella veo una gran imaginación y fantasía, también a un experto en la literatura, pues por supuesto no dejo de admirarme ante el sabio, de lo grande y de lo menudo. En fin, un escritor, un hombre, un “vate”, muy completo. No puedo dejar de admirarme también de los muchos años en que fuiste “ignorado”, sólo me lo explico ante el hecho de que en España se lee poco y se tarda en aquilatar y reconocer los méritos. Aunque creo que al final, acaso tarde, se acaba haciendo. Eso fue lo que le ocurrió a Cervantes, a tu querido Cervantes, a mi querido escritor, del que tanto aprendemos, con el que tanto disfrutamos. Como ahora aprendemos y disfrutamos contigo, yo desde luego.

Naturalmente estás muy vivo entre nosotros, como lo está Cervantes. Por eso tiene todo el sentido que yo te escriba esta carta llena de sentimiento, y algo de compañerismo, porque aunque tú seas un escritor mucho más grande que yo, me considero también un compañero, tu colega, y esto me llena de alegría, de regocijo, alegría y regocijo puramente humanos, pero también muy literarios.

"Ahora estoy todavía en Madrid. Pronto viajaré a Galicia, a las tierras de La Coruña, muy cerca de Ferrol. Me llevaré algunos libros tuyos y los dejaré en mi casa de Pontedeume"

Tengo muy cerca de mí La isla de los jacintos cortados, que escribiste en 1980 y con la que ganaste nada menos que el Premio Nacional. La compré ayer, de segunda mano, y ya he leído el prólogo, que me ha encantado. Parece que no necesitabas mucho para hacer literatura, que en seguida, con la pluma en la mano, o antes con la ayuda del magnetofón, te venían las ideas felices, las palabras, “en torrente”, para felicidad de los lectores, y también tuya, porque en tus obras se puede detectar que el escritor es el primero que ha disfrutado de su creación, dándola a luz, y tus escritos están llenos de luz.

De luz y de sombras, también, de gozos y de sombras, como es la vida en general, la vida de todos, la Vida que en la literatura encuentra campo abierto para convertirse en arte, y dentro de él, y con él, proporcionarnos a los que lo disfrutamos un placer que no siempre nos da la vida, la Vida, «a palo seco”, digamos. Pero la literatura, el arte en sentido amplio, es muy generosa, al igual que los escritores, los vates, como dirías tú, como tú mismo, que tan felices nos hacen con sus obras.

Ahora estoy todavía en Madrid. Pronto viajaré a Galicia, a las tierras de La Coruña, muy cerca de Ferrol. Me llevaré algunos libros tuyos y los dejaré en mi casa de Pontedeume. Si lo pienso bien es donde mejor están. Llevaré Los gozos y las sombras y Nuevos cuadernos de la Romana, porque los tengo repetidos aquí en Madrid, aunque en ediciones que me interesan. Me llevaré algo diferente, algo que no he leído para disfrutarlo a las orillas del mar gallego, en días de lluvia, que sin duda vendrán. Para la niebla y para la noche, también para el precioso sol gallego, nada mejor que un libro tuyo, lleno de magia y fantasía, de inteligencia. Para la lluvia qué mejor compañía que uno de tus relatos, la presencia de tu voz pausada y sabia desmenuzando el mundo, el pasado, el presente y el futuro.

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Luis Felipe Torrente
Luis Felipe Torrente
2 meses hace

El título más parecido a ese que describes al final es «Dafne y ensueños».

Eduardo Martínez Rico
Eduardo Martínez Rico
2 meses hace

De acuerdo, muchas gracias, tomo nota.