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Carta a Hergé

Querido Hergé:

Son tantos los recuerdos, los sentimientos, que asocio contigo y con tus libros que se me hace muy difícil arrancar esta carta con las palabras adecuadas, con las palabras precisas. Pensándolo bien, eres uno de los héroes de mi infancia, con Tintín y Haddock, y no sólo de ella, de toda mi vida. Lo serás siempre.

Es para mí una gran satisfacción el escribirte porque si me paro a pensarlo llego a la conclusión de que eres una de las personas más importantes de mi vida. Lo es por supuesto Tintín, tu criatura, que para mí es un personaje que está entre la realidad y la ficción, porque yo lo he aceptado desde hace mucho como una persona auténtica, con su peculiar tipo de realidad. Tintín para mí es un gran amigo, y tú lo eres también. Recuerdo que hace poco participé en un podcast sobre Tintín, Sin pelos en los bits, y allí dije que tú tenías un monumento en mi alma, y no exagero, así es.

"Yo creo que las historias de Tintín fueron las primeras que leí en mi vida, salvo un Quijote de viñetas que ya he recordado mucho en mis escritos"

Cuando moriste, en 1983, yo era muy niño. Debía de tener seis o siete años. No puedo olvidar que me dijeron mis padres, que por supuesto sabían mi pasión por Tintín: “Eduardo, ha muerto el padre de Tintín”. Y recuerdo que yo en aquel momento te imaginaba como un dibujo, un dibujo como el propio Tintín, pues si eras su padre tenías que ser como él, un dibujo. Tiempo después, no sé cuánto, me di cuenta de que tú lo habías dibujado y que eras, o habías sido, una persona de carne y hueso, pero no por eso dejabas de ser “su padre”, y yo lo entendí muy bien.

Ahora vuelvo a tus álbumes, repaso las portadas y cada una de ellas me devuelve a un momento de mi infancia, cuando me compraron esos libros y los leí. Yo creo que las historias de Tintín fueron las primeras que leí en mi vida, salvo un Quijote de viñetas que ya he recordado mucho en mis escritos. Pero ese libro lo compró mi madre para mí, lo eligió ella, mientras que los Tintines los elegí yo mismo. Y el primero El secreto del Unicornio, cuya portada precisamente me llamó tanto la atención en unos grandes almacenes. Imagino que tenía cinco o seis años, no sé, muy pocos. El Quijote me lo empezó a leer mi madre en voz alta sin que yo supiera leer todavía, pero este Tintín yo creo que ya lo leí yo, que ya sabía  leer, y me parece que en mi colegio nos enseñaban a leer en preescolar, pero no estoy muy seguro. Ahora no recuerdo bien cuándo fue, pero sí me acuerdo maravillosamente de las letras que ponía la profesora en cartulinas encima de la pizarra para que nosotros fuéramos aprendiéndolas.

También recuerdo que siendo muy pequeño hicimos una biblioteca en clase y la profesora nos dijo que trajéramos libros de casa para que todos los pudieran leer. Entonces yo entendí que había que llevar nuestros libros favoritos, y llevé El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo, que por lo que pude notar tuvieron mucho éxito. Pero mis queridos libros se me antojaron entonces muy maltratados por mis compañeros. Luego supe que simplemente los habían usado, leído. Pero no debo ocultar que aquello fue para mí una experiencia, un aprendizaje, y desde entonces me cuesta mucho prestar libros. Prefiero con mucho regalarlos.

"El niño viaja contigo y con Tintín y yo he sentido al moverme por el mundo que ya había estado antes, contigo y con tus personajes"

Ahora me sigue gustando Tintín, quizá más todavía que entonces. Ahora, al leer cómics, en general, me da la sensación de que me gustan todavía más. Y leo libros sobre estos cómics que tanto me gustaron de niño, sobre todo Tintín, por ejemplo el libro de Juan Eugenio D’Ors sobre Tintín, Hergé… y los demás (Ediciones Libertarias), o el de mi amigo Rafael Narbona Retrato del reportero adolescente (PPC), que está lleno de originalidad y de información, también de amor por Tintín.

Dice Juan Eugenio D’Ors en su precioso libro que nunca entendiste el éxito de Tintín. Pero también afirmabas que le dedicaste toda tu vida. Yo creo que al final las cosas salen cuando se le mete a algo tanto esfuerzo, tanto trabajo, tanto empeño. Te mereces una grandísima enhorabuena, querido Hergé.

Pero es cierto también que, aparte de Tintín, hiciste otras cosas muy buenas, como Jo, Zette y Jocko, que me gusta mucho, con personajes diferentes e historias distintas, pero la misma factura impecable en los dibujos. Sin embargo está claro que te empleaste a fondo en Tintín, y se advierte muy bien en sus álbumes tus esfuerzos en documentarlos con esmero, sobre todo a partir de El loto azul, realizando viajes, haciendo fotografías, leyendo documentos. El niño viaja contigo y con Tintín y yo he sentido al moverme por el mundo que ya había estado antes, contigo y con tus personajes.

Hace unos meses le escribí una “Carta a Tíntín de un viejo amigo”, y allí decía que a mi entender el personaje más importante de Tintín eras tú, Hergé, su creador. Lo sigo pensando, aunque también creo que tú estás, si me permites decirlo, detrás de todo, de los dibujos, de los escenarios, de los personajes… sin hacerte notar demasiado, pero estando presente siempre. Si no recuerdo mal —puedo equivocarme— decía Flaubert que el escritor estaba en su novela como Dios detrás de su creación. Me parece que lo cuenta Vargas Llosa en La orgía perpetua, pero cito de memoria, y la memoria no es exacta, aunque sí estupendamente literaria.

"He llegado a la conclusión de que tus colaboradores fueron eso precisamente, colaboradores, profesionales, pero que el autor de Tíntín eras tú"

También he llegado a la conclusión de que tus colaboradores fueron eso precisamente, colaboradores, profesionales, pero que el autor de Tíntín eras tú. Ellos, por muy brillantes que fueran, realizaban un trabajo asignado, como documentar los álbumes o pintar los fondos de las viñetas, los decorados, etc. pero tú habías creado el personaje, dirigías las obras y dibujabas los personajes propiamente dichos. Según leo en los autores que han escrito sobre ti y sobre Tintín, nunca quisiste ceder esa autoría y siempre firmas en solitario los álbumes.

Yo recomiendo mucho desde aquí esos libros que he leído, los de Juan Eugenio D’Ors, Fernando del Castillo, Rafael Narbona o Eduardo Martínez de Pisón, que es el último que he leído, hace unos días en un viaje a Galicia. Si a uno le gusta mucho Tintín y ha leído todos sus álbumes, si los tiene en la cabeza, disfruta mucho leyendo sobre el personaje y sobre ti, querido Hergé. Además, esos escritores son grandes apasionados, sienten una pasión que comparten con el lector, que por otra parte ya siente previamente, pero que se acrecienta, lo cual es un cocktail lleno de fuerza. Además, como dice en algún momento en su libro El siglo de Tíntín Fernando del Castillo, todo tintinófilo al final se reclama como tintinólogo, como experto en Tintín, con lo cual dialoga con los expertos con gran facilidad, llegando a discutir con ellos, supongo. Aunque no es mi caso, pues yo me limito a disfrutar de ti, de Tintín y de los que lo han estudiado más que yo.

Recuerdo que tú decías que eras a la vez padre de Tintín y Tintín mismo, y veo fotos tuyas de joven y te pareces mucho a él. No llevas su mechón sobre la frente sino el pelo a raya, pero la cara es parecida, redonda. Muchos escritores se parecen a sus personajes. Me atrevería a decir que eso es algo muy normal, aunque he observado que los autores por lo general se rebelan ante tales parecidos o identificaciones, y es posible que sea porque eso puede rebajar el nivel de su invención, o la calidad de esa misma invención. Si la criatura se separa del creador parece como que la obra gana. No sé, en cualquier caso yo he visto muchos personajes que se parecían mucho a sus escritores, y a mí también me pasa, a menudo, con mis personajes. Me lo han dicho en bastantes ocasiones.

"Yo creo que lo primero que me atrajo de Tintín fue el dibujo, y en concreto el dibujo de esa portada de El secreto del Unicornio"

Muy recientemente pensaba que tal vez una de las razones por las que nos gustaba tanto Tintín a los niños era por su aspecto, por su edad ambigua. Tintín se parecía a nosotros, a los niños, pero también era un joven y de algún modo un adulto. Era como un puente entre nosotros y el futuro, y no nos resultaba difícil identificarnos con él.

Pero ésta es una idea que he tenido ya de mayor, hace muy poco. Yo creo que lo primero que me atrajo de Tintín fue el dibujo, y en concreto el dibujo de esa portada de El secreto del Unicornio, y más en concreto todavía aquel barco antiguo, me parece que un galeón, tal vez un navío de línea. No obstante, más de una vez me he parado a repasar las portadas de Tintín y llego a la conclusión de que todas son fantásticas, muy atractivas, y que cumplían muy bien su objetivo: conseguían que quisieras comprar los libros, primero, y luego leerlos. Pero ya digo, yo creo que lo que más me atrajo de Tintín, de niño, fueron los dibujos. O lo primero.

Hoy en día los sigo disfrutando, y a veces pienso que todavía más. Pero también capto con más atención y cuidado todos sus detalles, de historia, de documentación, de personajes, de escenarios, etc. “Mis amados detalles”, que decía Nabokov. Creo recordar que él lo decía de los libros que escribía, pero vale muy bien para los libros que leemos, los textos, en general, que leemos. Tal vez la literatura esté en los detalles, y en ellos se revele el gran escritor. O el gran dibujante, el gran creador, como lo fuiste tú, querido Hergé. Siempre te tengo presente, como un gran amigo, y tus libros me acompañan en la vida desde que prácticamente empecé a caminar por ella. Desde esta humilde carta te mando un abrazo, un abrazo que viaja hacia ese cielo en el que habitas. Dale otro, muy grande, a Tintín, Haddock y al resto de nuestros amigos, de mi parte, por favor.

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