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Carta al conde de Montecristo

Carta al conde de Montecristo

Querido Edmundo Dantés, conde de Montecristo:

Hace tiempo que tengo pendiente escribirte una carta, incluso tenía unas notas ya tomadas. Se puede decir que la tenía empezada. Pero el tiempo, que al final se puede decir que es una especie de señor nuestro, me entretuvo con otros temas, y tuve que dejar nuestra carta. Me acuerdo que incluso estuve revisando algunas obras de vuestro padre, Alejandro Dumas, por supuesto El conde de Montecristo, que es un libro muy amado por mí, y Los tres mosqueteros, una de esas historias que nos han visto crecer a todos, y a muchos creo que nos han hecho también crecer.

No sé cómo saldrá esta carta; es un completo experimento. Pero si la admiración y el interés pueden ayudar a un escrito, este texto puede resultar muy bueno, porque yo te admiro muchísimo, y siento una gran curiosidad por ti.

Ahora voy a decirte algo que quizá debería decírselo a Alejandro Dumas. Y es que como lectura apasionante es muy probable que El conde de Montecristo sea el mejor libro que haya leído nunca. Creo que he leído otros libros mejores, incluso mucho mejores, pero más apasionantes que éste es difícil. Me acuerdo que tuve ocasión de decírselo a Arturo Pérez-Reverte en persona, y él también es un gran admirador de Dumas y de la propia novela. Yo soy un gran admirador tuyo, lo que diríamos hoy un “fan”, pero no puedo dejar de reprocharte algunos comportamientos, algunas actitudes, acciones, aún explicándomelos por las circunstancias, por tus circunstancias.

"Los escritores estamos acostumbrados a mezclar la realidad con la ficción, con lo que se potencian ambas, y el presente con el pasado"

Recuerdo cuando leí esta novela, tu relato, por primera vez, con 14 años, un mes de septiembre, que me sentí vivir la novela, es más, vivir en tu propia piel. Dumas había conseguido un milagro. No creo que la realidad virtual moderna supere esta sensación tan vívida de ser un personaje de ficción, un personaje de ficción magnífico, tú, uno de los más importantes de la Historia.

Mientras yo vivía mis días y, por ejemplo, viajaba en el metro madrileño, iba recordando las páginas leídas, tus aventuras, y me sentía Edmundo Dantés. Flaubert dijo en una ocasión que Madame Bovary era él mismo, para expresar la extrema identificación con su personaje mientras lo creaba, mientras escribía esa novela. Pues bien, yo puedo decir que era Edmundo Dantés, pero en lo más profundo, y en absoluto chocaba con mi vida cotidiana. En realidad, por lo que he leído, la historia de Edmundo Dantés es verdaderamente, en parte, la historia de su padre, general napoleónico, que si no me equivoco estuvo preso en un castillo y se fugó.

Modestamente, comprendo muy bien a Dumas. Los escritores estamos acostumbrados a mezclar la realidad con la ficción, con lo que se potencian ambas, y el presente con el pasado, los recuerdos con las intuiciones e imaginaciones del futuro. Dumas había vivido lo suficiente, muchísimo, para dar dinamismo a sus escritos (como el propio Pérez-Reverte, ahora que lo pienso), y seguramente era un narrador natural, aunque si la memoria no me falla se inclinó primero por el teatro.

El conde de Montecristo es un gran clásico, un libro al que volver a lo largo de la vida, como hice yo recientemente. Es un libro con el que envejecer, porque el propio libro nos contagiará de su perenne juventud.

Edmundo Dantés, eres un gran amigo mío, aunque ahora soy más duro contigo que antes en cuanto a tu venganza. Pero si hubieras perdonado a tus enemigos nos habríamos quedado sin novela. Dumas sabía que lo que más atrae al público lector, a los seres humanos al fin y al cabo, son las pasiones. Y como dice el tópico, tópico cierto, “las pasiones son eternas”. Puede que esta temática no genere obras maestras, pero sí obras apasionantes, como es El conde de Montecristo.

"Dumas sabía qué le gustaba al lector, pero no sólo al de su época, sino también a nosotros, es decir al de todas las épocas"

También soy más duro con Alejandro Dumas, o quien quiera que escribiera al final sus libros, pues parece aceptado que contó con “negros” o con una especie de taller. Yo sé que en la escritura de un libro, como decía Javier Reverte, siempre te ayudan otras personas, porque es un trabajo, un proceso, largo y arduo, y aunque sólo sea por lo largo que es ya tienen que intervenir forzosamente otras personas. Pero lo de los “negros” y el taller ya me parece demasiado. Una vez me dijo el escritor Rafael Narbona que Dumas presumía de no escribir sus libros, y yo sé lo que quería decir Narbona. Hoy Dumas, se me ocurre, tal vez fundaría una moderna y sofisticada editorial. O quizá también una productora de cine y televisión.

Sí que admiro en cambio, y cada vez más, su capacidad narrativa y cómo lleva al lector de la mano, jugando, por la intrincada selva de los cientos de páginas de El conde de Montecristo, y luego de La mano del muerto, que recuerdo que es una buena continuación de su gran obra.

Dumas sabía qué le gustaba al lector, pero no sólo al de su época, sino también a nosotros, es decir, al de todas las épocas. Narraba como nadie y dosificaba sabiamente la información, el suspense, las transiciones entre los capítulos. Yo creo que le mostraba al lector un espejo con sus propios sueños y lacras, si bien hay que decir que quizá también exagerara un tanto.

A mí El conde de Montecristo me gustó más que Los tres mosqueteros y que otras obras de Dumas. Durante una época, cuando tenía catorce o quince años aproximadamente, leí bastantes libros suyos, y desde luego me quedo con El conde de Montecristo.

"Siempre me acompañarás en la vida, y sé que siempre aprenderé de ti, de lo mejor que tienes, que es mucho"

Querido y admirado Edmundo Dantés, tu historia es eterna. Ahora han estrenado una nueva serie o película sobre tu relato. No la he visto todavía, aunque he visto otras, y debo decir que sólo la seducción de tu historia ya consigue hacer apasionantes las películas y series, también dibujos animados, que he visto sobre tu novela. Digo querido y admirado, porque sobre todo cuando la leí por primera vez, cuando era tan jovencito, te admiré muchísimo. Para mí eras el prototipo de héroe de ficción que cualquiera quisiera ser, por lo apuesto, por lo sabio, por lo elegante, supongo que también por lo rico, aunque nunca el dinero me ha seducido mucho, y supongo que esto es más bien un defecto.

Hoy no pensaba escribirte, pero estaba preparado para hacerlo en cualquier momento. Incluso tenía tomadas unas notas y había releído pasajes de El conde Montecristo y de La mano del muerto, buena, insisto, continuación de tu principal historia.

Siempre me acompañarás en la vida, y sé que siempre aprenderé de ti, de lo mejor que tienes, que es mucho, como tú aprendiste del sabio abate Faria tras los muros del castillo de If. Me has hecho vibrar muchas veces. Sin personajes como tú la vida sería muy poco interesante, muy poco digna de ser vivida y disfrutada, en ese margen, no demasiado ancho, que ésta nos deja para vibrar en ella.

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Ricarrob
Ricarrob
20 ddís hace

¿Por qué es tan apasionante y tan atractiva esta novela? El relato, una gran aventura, está bien construido, es enrevesado y muy interesante, además de sus aspectos amorosos y sus intrincados vericuetos.

Pero lo que de verdad nos atrae, el polo principal de la atención, de la trama es la VENGANZA. Da la oportunidad al lector de regodearse en un sentimiento al alcance de muy pocos, de alcanzar el castigo y la justicia allí donde los jueces y la ley casi nunca pueden llegar.

Socialmente, tiene mala fama la venganza, sobre todo por oponerse a la ley convencional y al bienpensante estado de derecho, tan ineficaz. Que si plato que se sirve frío, que si caliente, que si no te tomarás la justicia por tu mano, todas esas cuestiones que, social y religiosamente, nos han introyectado desde pequeños.

Paparruchas. Si nos causa placer El Conde de Montecristo es por el placer que, en el fondo, nos causa la venganza. El atavismo inconsciente sigue estando ahí, en lo profundo, agazapado.

Por eso, la novela «El asedio» de don Arturo, tiene ese final épico que tanto nos gusta y que se podría comparar con la de Dumas en muchos sentidos.

La venganza. Seamos sinceros.

Jose Gomez
Jose Gomez
19 ddís hace
Responder a  Ricarrob

La esencia de «El Conde de Montecristo»: Más allá de la venganza
Si bien la venganza es el motor inicial de la trama, «El Conde de Montecristo» trasciende esta temática para explorar las miserias humanas y la lucha contra ellas.
* La injusticia como catalizador: La injusta prisión de Edmond Dantès expone la corrupción y la envidia en la sociedad, motivando su transformación en el Conde.
* La redención a través del castigo: El Conde no busca venganza ciega, sino justicia poética. Castiga a quienes lo traicionaron, revelando su verdadera naturaleza.
* La esperanza y el perdón: A pesar de su sufrimiento, el Conde encuentra amor y redención, demostrando que es posible superar el odio y perdonar.
* La crítica social: La novela expone las desigualdades y la hipocresía de la sociedad, invitando a la reflexión sobre la condición humana.
En conclusión, «El Conde de Montecristo» va más allá de la venganza, presentando una lucha contra las miserias humanas y una búsqueda de justicia y redención.

Si solo ve la venganza como lo que hay que analizar, probablemente hay que revisar los fundamentos éticos o repasar el «mito de la caverna» de Platon

Alberto
Alberto
20 ddís hace

Discrepo, cartagineses amamos la venganza.