Inicio > Blogs > Ruritania > Cartas a Mateo (XX): La vida

Cartas a Mateo (XX): La vida

Cartas a Mateo (XX): La vida

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
(Jaime Gil de Biedma, No volveré a ser joven)

Querido Mateo,

Uno pensaría que el asombro de verte imaginar, crecer, discurrir, ahora ya incluso contar alguna ocasional mentira (por suerte, de momento resulta bastante fácil saber cuándo lo haces…), podría ir disminuyendo con el paso del tiempo. Pero, a punto de cumplir tus primeros cinco años, tengo la impresión de que más bien me sucede todo lo contrario: tus descubrimientos, curiosidad y la variedad de formas en las que aprendes, o lo intentas, siguen abriendo nuevos caminos para una sorpresa que se diría inagotable.

También tenía la sensación, quizá la esperanza (cierto que un tanto vaga, no claramente expresada), de que ese mismo correr del tiempo me ayudaría a acostumbrarme al miedo. Me refiero al de verdad, al tipo de miedo del que te hablé en anteriores ocasiones, y que no había conocido hasta tu nacimiento. El abismo que se abre cuando comprendes que la vida de esa criatura que duerme tumbada sobre ti depende por completo de que no cometas errores, lo que de pronto te obliga a examinar con meticuloso escepticismo cada paso que das, cada pequeña decisión que tomas, y a observar el mundo bajo una nueva luz que arranca muchas más sombras de las que antes eras capaz de detectar. Miedo a lo que no puedes controlar, ni siquiera tratar de anticipar mínimamente: un vasto futuro por definir, en el que tus pasos se irán separando de los nuestros, para internarte con las herramientas que hasta entonces hayas podido obtener en un mundo que, en mi opinión, se va convirtiendo en un lugar cada vez más frío y peligroso.

"Llevo algunas semanas con la impresión de que tú has comenzado a desarrollar también lo que podría ser algo parecido al miedo"

De hecho, sea por las experiencias que ya has ido acumulando, sea porque es lo propio de la edad en la que ahora transitas, llevo algunas semanas con la impresión de que tú has comenzado a desarrollar también lo que podría ser algo parecido al miedo. Es una mera sensación de tu padre, claro; algo muy sutil y probablemente demasiado subjetivo, donde lo que tal vez sucede es que creo ver en ti cosas que me pertenecen. Pero el caso es que mientras antes caminabas, o casi siempre corrías, por la acera sin reparar en nada a tu alrededor (y en ese caso el asustado solía ser el adulto que te acompañase), esperando cada cierto tiempo la luz verde del semáforo, o para darnos la mano si era preciso cruzar la calle en algún otro punto, ahora acudes por tu propia iniciativa de manera más frecuente a buscar esa especie de modesto refugio. Incluso en ocasiones, si voy pensando en cualquier otra cosa porque el tramo del camino es recto y sin peligro a la vista, me sorprende el contacto leve, casi la caricia, de tu mano cuando viene a buscar la cercanía de la mía.

También resulta curioso cómo eres capaz de detectar, mucho antes que yo, si algún perro se acerca aunque sea a lo lejos, y en ese caso el contacto de la mano va acompañado de una proximidad física más evidente, colocándote muy pegado a mi pierna, o buscando incluso colocarte casi en el medio de ambas, disponiendo así una barrera entre el animal y tú. Cumpliendo con las precauciones lógicas, yo procuro que encuentres un cierto equilibrio entre el saludable respeto al perro que no conoces de nada y un miedo excesivo a cualquier miembro de su especie con el que te cruces. De hecho, cuando por casualidad nos paramos con alguna señora que anda paseando al suyo, y a veces hasta te atreves a tocarlo con el permiso de su dueña, luego te marchas muy contento diciéndome que lo has hecho muy bien porque “has afrontado tus miedos”.

"Cualquier espíritu más imparcial, más valiente, o más sabio que el de tu padre (y éstos son multitud) te diría que, sencillamente, la vida es así"

Aunque sé que ese leve aumento de tus precauciones, el sucedáneo de lo que podría llegar a ser algún día un verdadero miedo, tiene poco que ver con los problemas del mundo adulto, si llegases a asomarte por un tiempo a la vida tal como la vemos los mayores, probablemente no te faltarían razones para la preocupación. En estos casi cinco años juntos hemos afrontado la primera pandemia verdaderamente global, a la que no resultó posible ya oponer barreras físicas como en siglos pasados. Hemos visto cómo se reavivaban en diversas zonas del planeta conflictos bélicos nunca extinguidos, y también el nacimiento de algún otro que, literalmente, tiene lugar a las puertas de Europa. Seguimos asistiendo al aumento exponencial de un drama migratorio que tan duro resulta como complicado parece de encauzar, no digo ya de solucionar. Y las redes, querido Mateo, las malditas redes y todo este nuevo mundo que hemos ido creando para reemplazar, para destruir, poco a poco, al nuestro. Ese no-lugar virtual en el que la realidad ya no tiene importancia alguna y cualquier afirmación puede ser verdad o mentira en función de cuánta gente se la crea.

Cualquier espíritu más imparcial, más valiente, o más sabio que el de tu padre (y éstos son multitud) te diría que, sencillamente, la vida es así. Lo que nos pasa, lo que nos preocupa, lo que nos alegra, lo que nos asusta y lo que al final nos borra para siempre, no es más que el discurrir, sereno pero implacable, de la única vida que tenemos. Un recorrido en el que vamos a combinar, desplegando las mejores habilidades de que seamos capaces, penas y alegrías, luces y sombras, alguna victoria y muchas derrotas. La vida es así. Y yo lo entiendo, Mateo; de verdad que creo entenderlo. Pero me llevaría por delante al resto del mundo, entregaría todo lo que tengo y lo que ni siquiera soy capaz de imaginar, por acompañarte en la tuya tan lejos como me fuese posible. Por protegerte siempre en un siguiente trayecto y ser yo quien siga pasando todo el miedo, aferrado a tu mano salvadora, durante un día, un metro, un instante más.

Muchos besos, hijo.

5/5 (2 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios