Inicio > Firmas > Periodista con botas > Catedral atómica
Catedral atómica

Recorro ermitas y santuarios de la costa vasca, y el templo que más me impresiona es la ruinosa central nuclear de Lemoiz. Nuestra catedral atómica no admite fieles, no hay una señora en el pueblo a la que pedir la llave, pero ofrece apariciones. Si la miramos desde el oeste, justo entre sus dos cúpulas de hormigón emerge en el horizonte San Juan de Gaztelugatxe.

"Nosotros, tan racionales, dedicamos 384.000 euros anuales al mantenimiento del templo de hormigón abandonado"

Gaztelugatxe parece una exhibición estética: una ermita en la cima de un islote, colgando sobre los acantilados, entre olas que revientan contra los peñascos negros de la costa, como si los monjes de hace mil años hubieran tenido un fino talento paisajístico para crear escenarios de películas y fondos para los selfis de los turistas. El marino Xabier Armendariz, en cambio, me explica que su ubicación no es ningún capricho estético sino una necesidad práctica. Las ermitas del litoral siempre las construían en puntos prominentes y las pintaban de blanco, para que sirvieran de referencia: en plena tormenta, cegados por las brumas y amenazados por las olas, los marinos distinguían la ermita blanca en la costa oscura y sabían dónde quedaba el puerto más cercano. Rezaban al santo, le prometían limosnas a cambio de la salvación, le asignaban donaciones en sus testamentos: así crecieron santuarios costeros monumentales como el de la Virgen de Itziar, donde se fueron acumulando muletas de los cojos curados por milagro, grilletes de los prisioneros liberados de las mazmorras norteafricanas, bolas de cañón disparadas por los portugueses y desviadas por la Virgen, incluso un kayak de cuero del siglo XVII perteneciente a una familia inuit, mikmak o beothuk que un capitán ballenero se trajo desde la Terra Nova.

Armendariz cuenta que hace veinte años, cuando el GPS aún era muy impreciso, navegaba hasta el punto exacto en el que veía alineadas las cúpulas de la central de Lemoiz con la punta de cierto monte: así sabía dónde sumergirse para bucear alrededor de una montaña submarina, oasis de congrios y langostas. Juan Sebastián Elcano legó ducados de oro a las iglesias costeras para agradecerles su guía y protección; nosotros, tan racionales, dedicamos 384.000 euros anuales al mantenimiento del templo de hormigón abandonado para que Nuestra Señora del Átomo, al menos, nos provea de langostas.

4.6/5 (18 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
reCaptcha Error: grecaptcha is not defined
  • G20 (Prime Video) no es precisamente la cumbre del cine de acción

    /
    abril 11, 2025
    /

    G20 puede funcionar como película mamarracha en el mejor de los términos, el más cariñoso de ellos. El toque ario de los villanos (recuerden: estamos en Sudafrica y los protagonistas son de color), la inevitable presencia de una hija rebelde a merced de los terroristas, el supuesto giro —heredado de la citada Jungla— que desvela la verdadera intención de los mismos, el guardaespaldas que salta ante la presidenta en el último momento… Ridden, en vista de que los diálogos de hasta cuatro guionistas acreditados no alcanzan gran altura, parece entender que el film necesita un tratamiento ligero, pero ella misma…

    Leer más

  • Las arcadias infelices de Emilio Lara

    /
    abril 11, 2025
    /

    El primer ensayo de Emilio Lara, Los colmillos del cielo (Ariel), traza un recorrido por la historia de las utopías: desde las imaginadas por Platón hasta las celebradas en Woodstock, pasando por las padecidas en la Florencia de Savonarola o en la Francia de Robespierre, por las disfrutadas por el Paraguay de los jesuitas y por las idealizadas por los socialistas utópicos del siglo XIX. Y, en el trasfondo de todos estos sueños, una pregunta que aún no hemos sabido resolver: ¿por qué nos empeñamos en imaginar mundos inalcanzables? Emilio Lara mantuvo una conversación con Álvaro Colomer en el marco…

    Leer más

  • La araña

    /
    abril 11, 2025
    /

    La casa era de mi difunto amigo, el escritor Pedro Jesús Fernández, y yo me alojaba en una habitación externa, con una cama en el centro como mesa de bisturí, sobre la que pasé la noche sin darme cuenta de que, en el techo, en la oscuridad operaban las tarántulas, manejaban secretamente mis sueños, algo tramaban en el inconsciente del mundo: un giro imprevisto en el guion, acaso el resto de la historia que mi amigo aún tenía por vivir. Al amanecer, cuando abrí los ojos ignorante, vi una tarántula pegada a una viga en línea directa con mi rostro….

    Leer más

  • El daño y la palabra

    /
    abril 11, 2025
    /

    Foto de portada: Gina Pane: Action Psycché, 1973/74 [24 DE MARZO – 6 DE ABRIL] Tu yo adolescente comenzaba a volar en mitad de la huerta, pero nadie le hacía caso alguno; después, ese mismo yo de dieciocho años caminaba por un poblado japonés y dejaba allí su chaqueta, en la puerta de una casa desvencijada. De repente, pasaban los años, el adolescente crecía y ya eras tú de nuevo. En camiseta de tirantes recorrías en moto bosques y caminos; alguien te perseguía, aunque no lograbas reconocer quién era. La moto desaparecía y comenzabas a correr. Tratabas de volar, pero algo…

    Leer más