Celama es el territorio imaginario por excelencia en la obra de Luis Mateo Díez y en la literatura española actual. Es también el destino al que su creador nos lleva para redescubrirlo con una nueva mirada en Celama (un recuento). Lugar de raigambre quijotesca, supuso un hallazgo y una ambiciosa conquista literaria, y es metáfora de un mundo rural delimitado que, a su vez, tiene resonancia universal. En él se reflejan la épica del trabajo y la supervivencia. Personajes variopintos habitan esta tierra mítica y proyectan una imagen especular de la condición humana.
El término “ciclo de cuentos” —organizado—, acuñado por Forrest Ingram en 1971, define el volumen: se trata de un grupo de historias que, al reunirse, se iluminan o comentan entre sí; la experiencia sucesiva del lector en su conjunto modifica significativamente su conocimiento de cada una de las partes. Las ocho secciones —Corro de infancia, Rumbo de los viajes, Ronda de los amores, Señales de muerte y desgracia, Hijos y destinos familiares, Las edades extremas, Fabulario doméstico y Deidades, santidades y vaticinios— apuntan a los temas que las unifican, aunque predomina la transversalidad y algunos cuentos podrían intercambiarse, porque prevalece la visión de la colectividad, de los habitantes de Celama a través de los años.
La variedad del conjunto se corrobora con los distintos enfoques y la diversidad temática y estructural. En la infancia comienza el recorrido ficticio, los niños se ven forzados a madurar y experimentan metamorfosis. Abandonados a su suerte, reflejan el desvalimiento y la soledad del ser humano; un buen ejemplo es “El niño de la Nieve”, inmerso en el paradigma de lo fantástico. Por otro lado, son varios los protagonistas que emprenden un viaje, metáfora de nuestro deambular por el mundo, bien para encontrar sentido a la existencia, bien en busca de aventuras, o por necesidad. Así, en “El mar de las Hectáreas”, cuento de carácter tragicómico, sabemos de las vicisitudes de un emigrante del Páramo por las cartas a su madre.
Las pasiones son notorias entre los habitantes de Celama, sobre ellas se fabula en el apartado Ronda de los amores. Es frecuente que los tertulianos de los casinos de varias ciudades rememoren algunos casos y se deleiten con el relato de uno de los parroquianos, a quien reprenden si se aparta del núcleo narrativo. Admira la perfección técnica de “La tumba de los amantes”, donde se combina la descripción del narrador —increpado por sus contertulios cuando divaga—, el diálogo de la pareja y los monólogos interiores de los personajes. El arte de contar destaca en el libro y se manifiesta mediante la polifonía. Otro cuento extraordinario es “El rastro de la belleza”, en Señales de muerte y desgracia, en él se relatan sucesos inquietantes acaecidos en varios pueblos de la comarca. Hay un sugerente contrapunto estructural entre dos historias para subrayar el destino fatal al que se ven arrastrados animales y humanos.
Al simbolismo de índole pesimista de algunos textos se yuxtapone siempre el humor, de carácter expresionista, paródico o incluso esperpéntico. En este sentido, es representativa la vivencia de la última noche en el cuento “El fin del mundo”, que clausura el volumen. La supuesta terrible situación se transforma en burlesca. Comprobamos la afirmación del autor de que el humor “es el mejor resorte para relativizar todo lo que sucede” (en Los desayunos del Café Borenes [p.152]). La comicidad conlleva una perspectiva lúcida y ambigua en su narrativa.
La prosa de Luis Mateo Díez, espléndida y sugerente, deslumbra nuevamente al lector. Desde este universo celamesco, se induce a reflexionar sobre la naturaleza humana y el modo de estar en el mundo de cada individuo, enfrentado a sus aspiraciones y a sus miedos, al éxito y al fracaso, a la felicidad y a la desgracia. Un fulgor poderoso emerge de este recuento.
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Autor: Luis Mateo Díez. Título: Celama (un recuento). Editorial: Alfaguara. Venta: Todostuslibros.
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