Hace no mucho glosábamos en esta misma página la empeñosa labor de Ícaro y Farinelli, dos librerías de La Granja de San Ildefonso (Segovia) que en tiempos tan revueltos como los actuales no solo mantienen arriba la persiana: riesgo sobre riesgo, además editan. Inversiones difíciles de rentabilizar porque no se trata de publicaciones cualesquiera, sino de libros atractivos y de alta calidad sobre temática local. Que una librería se involucre con tan generoso talante en el servicio a su comunidad es infrecuente. Que lo hagan dos, y en un ámbito así de reducido, verdaderamente insólito. Sin duda, entre los castaños de La Granja ha anidado la lechuza de Minerva.
Claro está que intentar vender un libro que tenga la palabra “hidráulico” en la portada bien puede hacer dudar de la cordura de sus editores. Por ello, el propósito de estas líneas no será otro que convencer al futuro lector de que la hidráulica, más que la rama pobre de la ingeniería, es —lo decimos con todas las letras— una de las bellas artes.
Decía Juan Benet, para definir la actividad puramente intermediaria de los ingenieros, que lo importante no es la presa, sino el agua que embalsa. En los jardines granjeños esto se cumple como en ninguna otra parte. Y cuando vemos correr las fuentes, tras la deslumbrante plasticidad del diseño acuático, y como en un segundo plano, no podemos dejar de notar la sutil armonía, la sencilla y profunda belleza de las leyes de la naturaleza que gobiernan los fluidos. Para entender que son distintas manifestaciones de un mismo fenómeno (la gravedad) los cuarenta metros que alcanza el chorro de la Fuente de la Fama y, por ejemplo, el tránsito de la Luna en el cielo… para eso sirve la hidráulica.
En el libro encontraremos cumplida reseña de los trabajos y los técnicos —fontaneros, plomeros…— que hicieron posible este escenario monumental y natural a partes iguales. Sabremos de depósitos, tuberías, atarjeas, caceras y partidores —los “tesoros ocultos” de los jardines, afirman los autores— y, fuente a fuente, dispondremos de una ficha con sus características tanto escultóricas como hidráulicas. Todo en un texto sobrio, con documentación de primera mano, de muy grata lectura y, además, primorosamente ilustrado con las acuarelas de Javier González Hontoria,
Hidráulica. Hermosa palabra, como inevitablemente lo son todas las griegas. Su doble etimología —hydor y aulós— resulta sugerente. Aulós significa tubo, y por lo mismo así se llama la flauta doble de la antigüedad. Y de la otra mitad, ¿qué no decir? Nos ayuda Píndaro: ariston men hydor, lo más noble es el agua.
Que bien podría ser la divisa de los jardines de La Granja
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Autores: Luis Vallejo, Pedro Heras y Javier González-Hontoria Título: Un prodigio hidráulico: Los viajes de agua de los jardines de La Granja. Editorial: Librería Farinelli y Librería Ícaro. Venta: Todostuslibros
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