El próximo mes de mayo se cumplirán 80 años de la muerte de Manuel Chaves Nogales. Aquel final de sus días, que fueron aciagos, inmerecidos y llenos de zozobra, mientras esperaba un desembarco en la Francia agónica… que llegó a la playas de Normandía pocas semanas después de su fallecimiento en un hospital de Londres.
Ocho décadas ya sin el hombre que siempre tenía que haber seguido aquí, del que ya conocemos su obra de sangre y fuego, de periplos en Europa en aeroplano, de revoluciones que fueron involuciones, testigo directo de totalitarismos que vio antes que nadie. Porque sabía lo que iba a llegar, lo vislumbraba y deseaba equivocarse. Por desgracia, acertó.
El autor que escribió por encargo y el que escribió por oficio, al límite del cierre. El autor que escribió narrativa de largo aliento, cincelando cada párrafo, cada frase. El autor que escribió siempre con afán de mejorar, que sabía que se podría equivocar, que admitía sus errores, sus dudas, que no aceptaba quedarse con una primera versión, que quería saber más: profundizar, radiografiar otros puntos de vista. Y observar y cultivar los detalles.
El periodista total. El ser humano complejo y apasionado. Idealista, escéptico y nunca cínico, que creó un universo de lucidez insobornable. Chaves Nogales, luz y guía de reporteros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: