Octubre desglosa el fin del interminable verano sevillano en mañanas envueltas en una especie de luminosidad feliz. La belleza indecente de esta ciudad es capaz (como todas las bellezas que en el mundo han sido) de arrastrar al olvido intemporal de las cosas. Una comprende sentada en la plaza de San Francisco, sobre las cenizas de las hogueras de la inquisición, que los héroes prendados de la indecente y bella Circe retrasaran el regreso a los brazos conyugales unos cuantos años más.
A raíz de las jornadas dedicadas a Chaves Nogales en la ciudad, dentro de la iniciativa cultural Letras en Sevilla surge la oportunidad de entrevistar a la biógrafa y editora del periodista, la filóloga María Isabel Cintas, a quien espero en la puerta de la Fundación Cajasol a la sombra de los ojos claros de Manuel.
Maribel Cintas es menuda, decidida, vehemente, entusiasta. Nada en ella delata el peso sucio que la formación universitaria en este país nos va dejando en el ánimo, ni el cansancio de tantos años profesionales en la docencia, ni el hastío por la defensa de seguir siendo una mujer investigadora a pesar de todo. Su sonrisa, sus gestos, son de mujer inteligente; sin edad. No siempre la herida inevitable que empuja a toda hembra a luchar deriva en el reproche áspero. En ocasiones la herida florece en una determinación firme y alegre. La sonrisa a veces puede ser el mejor de los escudos.
Como siempre, tenía preparadas todas las lecturas y todas las preguntas; como siempre, la Moleskine abierta y la grabadora lista y el ánimo dispuesto a querer saber. Sin embargo a los tres minutos de conversación comprendí que esa no iba ser una entrevista al uso. Aquella mujer no me hablaba del periodista Chaves Nogales, sino de una especie de objetivo vital; del amor inmenso que articula una vida y que, como suelen ser estos amores en las mujeres, nace como misterio, se desarrolla como reto y finaliza con el más profundo de los sentimientos de pertenencia y territorialidad. Mientras Cintas me contaba la fascinante historia del hombre desaparecido en el tiempo y en la muerte que ella se propuso rescatar y devolver a la vida, yo comprendía que no había venido a Sevilla a hacer una entrevista,sino a contar la historia de un misterio y su investigación. Elemental, querido Watson.
Cuando Maribel conoce a Manuel
Hace 28 años, Maribel Cintas, una desconocida licenciada en Filología, busca en los despachos de la Hispalense una salida a la rutina —demasiado placentera— de esposa y madre de tres hijas. Ha decidido que quiere compartir el tiempo de amor familiar con sus inquietudes personales y se siente con fuerzas para retomar la otra vida, la que una vez la empujara a las aulas, los apuntes, las lecturas, los exámenes. Quiere volver a sentir que forma parte del mundo intelectual; quiere, en definitiva, atender por fin a la voz de sus sueños. Valora entonces diversas salidas aparte de la de profesora de Literatura, que imparte en un Instituto de Bachillerato de Sevilla; pero la única compatible con un cambio de vida que no provocase una ruptura brusca era la investigación, así que decide lanzarse a ella con la excusa de la tesis doctoral, aunque sin concretar el objeto. Su objeto en ese momento es ella misma.
Pero como los dioses existen, su director de tesis, Rogelio Reyes, le propone como tema la investigación de un sevillano del que se conoce muy poco, “apenas andan sueltos por ahí unos cuantos artículos y un librito que escribió sobre un torero… . Era periodista. Se llamaba Manuel Chaves Nogales”.
La intuición de una mujer, afirmaba Kipling, generalmente es más precisa que la certeza de un hombre; tal vez por eso Maribel aceptó de inmediato.
“¿Sabes por qué lo elegí a él? Porque el periodismo era la asignatura pendiente de mi vida; mi deseo más profundo desde niña, que no pudo ser porque yo era mujer y eran otros tiempos”.
Me mira sonriente, manteniendo a raya, con dulzura, a todos sus fantasmas: “Es que cuesta mucho ser una mujer”.
En 1989 comienza la investigación y casi enseguida contacta con el librero y creador de la editorial Renacimiento, el también sevillano Abelardo Linares. “Fue desde el primer momento receptivo y generoso; siempre animándome y apoyándome, aunque me temo que las divergencias comenzaron pronto”.
El trabajo de Maribel era imparable: tiró de centenares de hilos; habló con supervivientes, refugiados, archiveros, periodistas…
“Andar y contar, decía Manuel. Y eso era lo que hacía. La diferencia es que las noticias que yo buscaba no estaban en los puntos calientes de la información, sino perdidas en las estanterías de las hemerotecas españolas y extranjeras, entre las decenas de miles de artículos aún sin digitalizar que había que escrutar, identificar, a veces traducir y la mayor parte de las veces, desechar.
El resultado de tanto esfuerzo, casi siempre en solitario, terminó dando sus frutos: Maribel Cintas consiguió rescatar y organizar cinco mil páginas de la obra de Chaves dispersas, más unas doscientas de estudio del periodista, así como infinidad de artículos y alguna monografía.
En 1993 publica por fin la Obra Narrativa Completa de Chaves Nogales editada en dos tomos por la Diputación de Sevilla. “Un equipazo de gente el de la Diputación, que desde aquí quiero reivindicar por el estupendo trabajo, pues revisaron, picaron, tradujeron, editaron todo el ingente material que les proporcioné”.
Investigar en Sevilla es llorar
Aquí termina la primera parte del trabajo duro de la investigadora y empiezan las primeras divergencias del mundillo editorial y del mundo de los egos.
Cuenta Andrés Trapiello en el prólogo de la edición ilustrada de A sangre y fuego que Abelardo Linares lo lleva a la diputación para ver el trabajo de Cintas, pues en ese momento él buscaba material para una obra por encargo sobre la Guerra Civil.
“Sí —corrobora Maribel Cintas—.Tras leer mi introducción de casi cien páginas así como la obra de Chaves incluida en la recopilación, Trapiello decide incluir a Chaves Nogales en su libro en preparación Las Armas y las Letras, que finalmente sale a la luz un año después de mi trabajo, no lo olvidemos, era el año 1994. Acompaña este acontecimiento con una reseña en Babelia donde ni se molesta en nombrarme”.
Cuando el trabajo ha sido arduo y apasionado, las cosas se hacen complejas; los daños se acentúan. Surgen las divergencias entre escritor y filóloga que desembocan en una molesta polémica desarrollada en las páginas impresas del diario El País.
“El trabajo de localización, limpieza, corrección de los textos, identificación de las ilustraciones, es decir, mi trabajo como editora literaria, es el que yo reivindico”, afirma Cintas. “Si quieres la verdad, la búsqueda de la obra de Chaves ha sido para mí muchísimo más importante que la redacción de su biografía. Es de justicia reconocer que la divulgación que Trapiello ha realizado de Chaves Nogales ha contribuido y no poco al mayor conocimiento y prestigio de su obra, pero el sambenito de que soy ‘poco mediática’, desconocida, que se alega o expresa implícitamente por parte de las editoriales (Renacimiento, pero también Almuzara y Libros del Asteroide que han publicado obra de Chaves sin citar a la compiladora) atribuyéndole los méritos a otro con más “tirón”, me ha acompañado hasta hoy”. No me parece justo.
Maribel sigue incansable sus pesquisas y en 2001 publica la Obra Periodística en tres gruesos tomos, también en el marco de la Diputación de Sevilla.
“Yo insistía en que estas obras tenían que estar ilustradas, pues Chaves siempre trabajaba con cámara, con imágenes. Él hizo muchísimas fotos durante su vida de reportero y eso era novedoso en el periodismo de la época. Por ejemplo, cuando viajó a Berlín, a pocos meses del ascenso definitivo de Hitler al poder, se fijó que en los cristales de las tiendas estaba escrita la palabra “Jude”, judío. Hizo muchas fotos de eso asegurando que “aquí está pasando algo muy grave”. Fotografió hasta las fosas que los jóvenes desempleados (que se contaban por centenares) estaban cavando en el año 33. Esas fotos pasaron luego a ilustrar el gran reportaje que hizo sobre la Alemania nazi en una serie de piezas en su periódico. Chaves era un ‘nuevo reporter’; era moderno hasta en el gusto de lo visual como acompañamiento del texto. En Alemania hace decenas de fotografías; tantas que la Gestapo lo perseguiría de por vida”.
Abelardo Linares celebró la idea de las ilustraciones, y decidió sacar a la luz la obra de Chaves en su editorial Renacimiento en libros independientes e ilustrados. Entre 2009 y 2013 aparecieron, (todos ellos con prólogo de Maribel Cintas y con los textos editados por ella), Juan Belmonte, Matador de toros; Lo que ha quedado del imperio de los zares, Crónicas de la Guerra Civil y A sangre y fuego.
“Durante todo el 2012 trabajé en el libro La Bolchevique enamorada y otros relatos que iba a ser publicado junto con unas Narraciones maravillosas. Aporté nuevos documentos inéditos y proporcioné los textos fotocopiados a la casa editora. Hice no sólo el trabajo de investigación sino el de filología, localizando textos, limpiando, procesando y elaborando una Nota a la Edición en la que hacía un extenso comentario al título del primer relato, coincidente con el de Aleksandra Kolontái”.
A mi trabajo acudo
“He de decir que nunca firmé contrato de ninguna de las ediciones pues el editor, Abelardo, no se mostraba dispuesto y yo confiaba en él plenamente. Nunca supe cuántas ediciones se hicieron… Pero lo que más me dolía era que poco a poco iba siendo relegada y escamoteada en las nuevas ediciones, en las que ya no se hacía la más mínima alusión a mi trabajo”.
Tres años después, en 2015, la editorial Renacimiento presenta en la Feria del Libro de Sevilla La Bolchevique enamorada, pero ¡ay!, sin la Nota de Maribel; sin por supuesto su nombre y sólo con algunos de los cuentos de Chaves aportados por la filóloga. Abelardo Linares alegó que puesto que él tenía en su poder las revistas originales, podía hacer con los textos lo que quisiese.
“Y de nuevo aquí, María José, el desprecio por mi trabajo de investigación, pues el hecho de ‘tener’ materialmente las revistas una vez que se le ha dicho dónde están los relatos, incluso cuando se le han proporcionado hasta las fotocopias de los mismos obtenidas en hemerotecas, no es tarea difícil. Es la investigadora, en este caso yo, la que ha trabajado durante meses pasando muchas páginas de muchos, muchos periódicos (y no siempre con éxito y no siempre en español) hasta encontrar los textos.
Sherlock Holmes en acción
“Y no quisiera que me malentendieran; nadie puede imaginar cuánta felicidad me ha aportado este trabajo de Sherlock Holmes; cuántas satisfacciones vitales el dedicar años de mi propia existencia a alguien que nunca traté en vida pero que tan bien he llegado a conocer después de muerto. Tengo tanto de él que contar que a veces mis recuerdos parece que se disuelvan en los suyos; incluso puedo adivinar cosas que hizo, aunque no tenga pruebas que lo demuestren”.
“Por ejemplo, aquel lejano y terrible 6 de noviembre del 36 por la noche, Manuel dice que se va con el gobierno republicano, y lo hace, pero yo estoy convencida de que vuelve a Madrid, pues hasta el día 13, constituida la Junta de Defensa, aparece el nombre de Chaves como director en la mancheta del periódico. El editorial de ese día se titula Siempre alerta. Pudo ser suyo, pero, como editorial, no lleva firma. Luego contará en La defensa de Madrid lo ocurrido esos días. Yo no sabía de la existencia de este texto, pero siguiendo la intuición de aquella mancheta, me voy a Londres y, en uno de esos días de hemeroteca en Colindale, cuando la decepción de la búsqueda inútil me llevaba a una especie de ebriedad de mover los periódicos hacia atrás y hacia adelante, en un gesto mecánico y casi soñoliento, veo un titular en el Evening Standard (sin firmar), que dice así: Miaja. Hammer of the Moors.Miaja, el terror de los moros. Yo entrevisté al general Miaja en su búnker de Madrid”.
Se trataba del anuncio de la publicación de un reportaje por entregas de La defensa de Madrid.
Llamo entonces a Abelardo Linares, pero el texto estaba en inglés, mal traducido por Luis de Baeza. Victoria León vuelve a traducirlo al castellano, pero claro, el resultado estaba muy lejos del estilo fresco y literario de Chaves”.
Entonces Maribel Cintas, esta mujer de aspecto ligero pero de voluntad férrea, de nuevo recurre a lo que nunca le había fallado: su intuición. En el vuelo de vuelta a Sevilla (que ninguna fundación ni editorial había financiado), absorta en la negrura atlántica de la nada exterior, como el propio Chaves lo estuviera en 1928, sobrevolando aquel continente que se deshacía en amenazas de guerra mientras él lo contaba, Maribel no podía dejar de darle vueltas a una frase; una sola, de aquel texto. Era lo único que después de las traducciones, “sonaba” a Manuel Chaves Nogales: “Milicianos envueltos en periódicos”.
“Como lo único que tenía era el general Miaja, me pongo a investigarlo.Comienzo a manejar una bibliografía de emergencia entre de actualidad y de barricada, que pueda ilustrarme sobre la defensa de Madrid; y observo con curiosidad que el alférez López dice en su libro, editado en 1945, lo mismo que dice Chaves siete años antes, pero en un sorprendente paralelismo. Además,en la biografía del general Miaja de Lázaro Somoza Silva se aludía a la publicación en la revista mexicana Sucesos para todos de un trabajo que podría ser el buscado. Somoza, cuyo libro se publicó en 1944, recogía también párrafos enteros, casi literales, del trabajo de Chaves, entre los cuales aparecía aquella frase: “Milicianos envueltos en periódicos.¡MEXICO!. Ya era algo”.
“Llamo entonces a mi amigo Guillermo Cerón, de la Biblioteca Nacional de México,uno de esos colaboradores desinteresados a los que tanto debo, que ya se había esforzado con anterioridad al conseguirme los textos de A sangre y fuego y que obra de nuevo el milagro de encontrar los textos de La defensa de Madrid. Y, efectivamente, se habían publicado en la revista Sucesos para todos, aunque faltaban entregas y las que quedaban se encontraban en muy mal estado de conservación”.
“Busqué por todas partes; pregunté a todo aquel que pudiera saber algo, pero no hallaba nada. Y un buen día, llega un mail a mi correo procedente de la biblioteca pública de Nueva York que decía (literalmente): “Los periódicos que busca están muy cerca de usted, en el Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín”.
“Sin medios económicos en ese momento ni dominio de la lengua alemana, traté de buscar un contacto en Berlín, y ahí fue donde entró Abelardo Linares enviando a su hija Cristina a fotografiar los documentos. Así fue cómo él se adjudicó la posesión de los mismos. Abelardo tenía los textos; yo la historia. Debo decir que en este momento, el novelista Antonio Muñoz Molina, que hizo un magnífico prólogo, me animó a seguir y me convenció para no dejar de contar. Y por eso también sigo contando a quien quiera escuchar”.
“Y por todo esto y miles de punzadas más, debo decir que me entristeció que en la reseña del 8 de marzo de este año que el periodista Antonio Lucas hace de la nueva edición del texto publicado por Abelardo Linares, se titularan verdades sobre la obra de Chaves Nogales que no lo son en absoluto y que ni siquiera se hiciera una mínima referencia al trabajo de investigación y rescate de la misma. Es más, que Linares se la atribuyera tras borrarme de la edición”.
“De todas formas lo que importa es que la obra de Chaves Nogales vuelve a estar ahí a disposición de todo aquel que desee leerla, así que nada de lo demás pesa demasiado”.
“Yo, por mi parte, y gracias a estos años y en parte gracias a Chaves Nogales, he recuperado algo que creía había perdido para siempre: mi autonomía; la confianza en lo que soy capaz de alcanzar; el valor y la seguridad en mi capacidad como mujer. Esa fuerza adquirida en parte del aprendizaje de la fuerza de Manuel, me lleva a definirme con la mítica frase de Belmonte que también define, pienso, a Manuel Chaves Nogales:”
“La verdad, la verdad, es que yo he nacido esta mañana».
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