Aunque los libros de ficción de Chloe Aridjis están considerados por la crítica entre los mejores de la lengua inglesa en la última década, la novelista mexicana reconoce vivir el acto de crear con una inseguridad de principiante, de lo cual presume.
La obra es la segunda de la colección Escribir el Prado, organizada por el museo madrileño con el patrocinio de la Fundación Loewe y la colaboración de la revista Granta en español. La idea es que un escritor pasa varias semanas en el Prado y después tiene medio año para escribir un relato breve de ficción.
El de la mexicana nacida en Nueva York recrea la historia de una mujer inglesa obsesionada con San Jerónimo que propone una exposición del santo en el Prado. Su propuesta queda aceptada y se va a España a encargarse del proyecto. El cuento recrea y vincula con el Prado la vivencia de San Jerónimo en el monasterio de Belén, donde permaneció parte de su vida; un león entra cojeando con una espina en la pata izquierda, el santo la extrae y el animal se convierte en su compañero. «Fui a Madrid con la idea de hacer algo con San Jerónimo y su león, pero no sabía si mi personaje sería una curadora o una investigadora. La última escena de la historia la presencia el primer día y me dio una imagen que jamás imaginaba», explica.
Chloe Aridjis escribe a partir de las emociones vividas después de caminar el mundo. Nació en Nueva York, vivió en Holanda, Francia, Alemania y Londres, donde está su residencia actual. «Me identifico como mexicana, pero escribo en inglés y mi vida cotidiana es en Londres; es extraño identificarme tanto con México y existir más en otra lengua y otra cultura». Es hija del poeta Homero Aridjis, premio Xavier Villaurrutia de 1965, pero, a diferencia de su progenitor, ella escribe en inglés y es más novelista, lo que la ha salvado de la comparación con su papá, uno de los grandes autores de México en los últimos 60 años.
Es una verdad a medias que ha escapado de la influencia paterna, porque la prosa de Chloe tiene un aliento poético y, según algún crítico, improvisa como poeta, dejando que cada imagen se tuerza y crezca hasta convertirse en la siguiente. Ha publicado tres novelas: El libro de las nubes, ganadora del Prix du Meilleur Premier Roman Étranger, Desgarrado y Monstruos marinos, aunque también es reconocida por sus ensayos y sus historias cortas.
«Para mí, cada cuento ha sido distinto. A veces es consecuencia de una escena impactante que me ocurre, de algo que veo en la ciudad o el relato de alguien. Tengo muchos maestros del cuento; de joven estuve cerca de las obras de Poe y Carver, pero también están Borges, Rulfo, Kafka, Walser, los cuentistas franceses y otros». También es autora de Desgarrado, una novela que tiene lugar en la National Gallery de Londres.
La experiencia de «Escribir el Prado» fue más entrañable porque en ocho semanas vivió en familia, algo impactante para una mujer solitaria. «Creí que me iba a sentir sola en Madrid. En Londres tengo amigos, pero jamás había formado una comunidad como en esos dos meses en el Prado».En el museo, la autora mexicana se sintió rebasada por la belleza. Al caminar por los pasillos y detenerse ante los cuadros, sintió a San Jerónimo, de quien por mucho tiempo coleccionó imágenes, como la protagonista de su cuento. «Hubo momentos, sobre todo al principio, en los que me pregunté cómo iba a poder traducir lo que sentía ante un cuadro. Las primeras semanas no sabía si lo iba a lograr, pero trabajé duro y El nivel de aire salió en tres semanas».
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