Zenda publicó el pasado 4 de enero cinco poemas de este libro singular de la editorial Vaso Roto. En esta entrega se recogen los nombres de Alda Merini, Anne Carson, Tracey K. Smith, W. S. Merwin y Li-Young Lee.
I
Cuando te sueño me pongo pálida como la muerte.
¿Qué prodigio es este
de estar tú y yo en otra parte
guiados por las manos de Dios?
¿Por qué somos dos manos tan dóciles
que cualquier ídolo puede llevarnos tan lejos?
¿Qué éramos antes?
¿Qué seremos después?
Cada noche me pongo mi ropa más bella
Y tú me la quitas,
Pero nunca lograrás de hacer de mí una esclava.
También desnuda visto como reina
porque tu y yo nunca pecamos,
porque tu y yo nunca nos vimos.
Sin embargo nos vemos cada día,
sin embargo somos tan pobres
que ni siquiera tenemos que comprar la muerte
porque la vida nos la regala.
Alda Merini, La carne de los ángeles
II
Domingo
Mis trapos tendidos ventean contra el gris severo del atardecer.
Es hora de cenar, el aire se hace más frío.
Se apilan las hojas en pequeños montones.
Luz en las ventanas de la cocina.
Húmedos misterios de la noche asoman apenas entreabiertos.
Es hora de llamar a mamá.
Deja que timbre.
Seis.
Siete.
Ocho…, ella
Levanta el auricular, espera.
En las huecas distancias acaso los ratoncillos corretean irónicos.
Anne Carson, Decreación
III
La grandeza que no podemos ver
Cuando nuestra risa rueda por el suelo
Como perlas arrancadas del cuello de una chica,
¿Qué aguarda allí donde la risa se reúne?
Y después, cuando nuestro aliento entrecortado
Nos tumba sobre un lecho de hojas, ¿qué se alimenta
con incesante cuidado de esas hojas?
Es sólido, pero permeable, como un estado de ánimo.
Como Dios, no tiene rostro. Como la lujuria,
Parpadea sin un ápice de culpa.
Entramos y salimos de las habitaciones, dejando
Nuestro polvo, nuestras voces reunidas en el alféizar.
Nos apresuramos de puerta en puerta bajo un diluvio
De días. Los viejos árboles ascienden, sus troncos gruesos
Con anillos nuevos. Todo cuanto vemos crece
En la tierra. Y todo lo que no vimos
Apoya su peso inmortal en nuestros oídos
Y canta.
Tracey K. Smith, Vida en Marte
IV
Mi mano
Ved cómo el pasado no se acaba
Aquí en el presente
está despierto todo el tiempo
nunca en espera
es mi mano ahora pero no lo que sostuve
no es mi mano sino lo que sostuve
es lo que recuerdo
pero nunca parece exactamente lo mismo
nadie más lo recuerda
una casa convertida en aire largo tiempo ha
la agitación de los neumáticos sobre una carretera de adoquines
luz fresca en un dormitorio desaparecido
el destello de la oropéndola
entre una vida y otra
el río que un niño observaba
W.S Merwin, La sombra de Sirio
V
Sándalo
La ceniza sigue cayendo de la varilla de incienso.
Te sigo dando vueltas en mi mente.
Te sigo dando vueltas en mi corazón.
La varilla se acorta, arde,
La ceniza crece
Y cae
Te sigo dando vueltas.
Te sigo girando.
Sigo dando vueltas.
La ceniza sigue cayendo, acumulándose, más
de la reducción silenciosa.
La quema gana tan buenos salarios,
Ojo de rescoldo, ojo de ceniza apresurándose.
Sigo dando la vuelta a tus ojos
Para encontrar tus pensamientos.
Dando la vuelta a tu voz
Para encontrar tu significado.
Dando la vuelta a tu cuerpo para encontrar
Un lugar donde esconderme.
Y tú sigues dando vueltas dentro de mí.
Li-Young Lee, El desnudo
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Varios autores. Ilustrador: Víctor Ramírez. Título: ¡Oh! Dejad que la palabra rompa el vaso y lo divino se convierta en cosa humana. Editorial: Vaso Roto. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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