(Escrito en 2008, por una vez sin destripes. Véanla hoy)
Ahora que Estados Unidos está en plena campaña de primarias (y España en precampaña de generales), me gustaría recordar esta película. Todos tenemos películas favoritas que todo el mundo conoce: que si El padrino, que si La guerra de las galaxias, que si Casablanca, que si Ciudadano Kane… Pero también tenemos todos películas favoritas que son muy poco conocidas y que nos gusta recomendar a la gente, y yo quisiera recordar o descubrir esta.
Como ocurre a menudo, los títulos americanos son menos claros o explicativos que los traducidos al español, y el original de esta película es simplemente Bob Roberts. Sin embargo, dado que al estrenarse muchos críticos compararon la tarea de Tim Robbins como director, guionista, actor y autor de la música con la de Orson Welles a su edad, seguramente la distribuidora española quiso agarrarse a las faldas de un nombre tan conocido, y ya que acabo de mencionar Ciudadano Kane, así ha quedado en España el título de Ciudadano Bob Roberts.
La historia va sobre la campaña de elecciones primarias de un joven candidato, el tal Roberts/Robbins, rodada como si fuera un documental para televisión. Robbins no sólo clava magníficamente la imagen de político ambicioso y con encanto para las masas necesitadas sino que le añade un plus curioso: canta temas country con letra política en sus mítines. Y los asistentes se vuelven locos de contento. Como ya he dicho, la música de la película es suya, escrita en colaboración con su hermano, y cantada por él mismo. Y lo hace tan bien que es que dan ganas hasta de votarle… si no prestas demasiada atención a la letra. Sin embargo, por debajo de la imagen pulida hay un montón de cosas que el «documental» se encarga de mostrar.
Es cierto que el guión tiene alguna que otra cosa que te recuerda que está estirando un poco la realidad por motivos dramáticos. Pero muchos de los temas que toca son bien válidos y merecen reflexión. Cuando la vi por primera vez me pareció una película de denuncia social más que nada: el sistema, los políticos sin escrúpulos, los medios de comunicación con menos aún, la gente del populacho que ni pregunta ni espera respuestas, sólo entretenimiento y lo justo para pagarse caprichos… Pero luego me enteré de que en el mundo angloparlante está considerada como una comedia, y de las de reírse no poco, puede que porque sale Jack Black, en el primer papel de su vida, antes de ser famoso como cómico. Me chocó bastante, la verdad. Yo creo que tiene más que ofrecer que simples parodias o caricaturas. O quizá sea el plan maestro de Robbins: hacerla pasar por comedia para que así la gente se anime a ver cine político, que tiene poco tirón. Robbins es famoso por sus ideas políticas en la vida real, y anduvo circulando el guión por los estudios durante seis años, hasta que encontró financiación… en Inglaterra.
Entre el resto del reparto destacan Gore Vidal como el rival electoral de Roberts y Alan Rickman, excelente en sus pocas escenas como Lukas Hart III, cuyo nombre sólo ya acojona, el gélido jefe de campaña. Como siempre a la hora de aconsejar, si se ve por recomendación y luego se piensa «pues vaya porquería», pues bueno… cada uno es cada uno.
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