En la tarea intelectual del profesor José María Pozuelo Yvancos se conjugan de manera sobresaliente la reflexión teórica y el ejercicio de la crítica literaria, tanto en su vertiente estrictamente académica como en la periodística. De esta última da buena cuenta su libro 100 narradores españoles de hoy (2010), que recoge una selección de los artículos que desde el año 1999 han venido apareciendo semanalmente en el Suplemento cultural del diario ABC, y que equivale a un diccionario personal de buena parte de lo que se ha publicado en novela y cuento en nuestro país durante el primer tercio de este siglo. Novela española del siglo XXI es otra muestra, esta vez desde el lado académico, de ese largo saber narrativo, concentrado ahora en once estudios de diferente extensión y densidad sobre otros tantos escritores. Pozuelo Yvancos integra en el análisis y en la hermenéutica de los textos diversas perspectivas que se complementan recíprocamente: de la atención al nivel inmanente, retórico y narratológico de los textos a la indagación en la poética (y en la poietica) que sustenta su arquitectura novelesca; del interés por señalar los vínculos transtextuales y las convergencias con preocupaciones temáticas, sensibilidades ideológicas y modales estéticos de la literatura europea – lo que convierte la crítica en una fecunda actividad comparatista –, a la conciencia de la energía performativa de la ficción literaria, que nunca representa un mundo ya creado sino que crea las propias condiciones de existencia de ese mundo, y que, desde la lucidez cervantina, cuestiona de manera más o menos explícita, sus límites ontológicos. Con estos criterios de base, José M.ª Pozuelo ofrece una valiosa contribución al conocimiento de la narrativa española contemporánea.
El libro se abre con un estudio del ciclo novelesco El reino de Celama (2003) de Luis Mateo Díez, del que se subraya su intensidad lírica y su diseño simbólico-alegórico: Celama, en la estela de Kafka, Faulkner o Rulfo, se constituye en un «territorio del alma», «una fábula de la muerte de la Memoria que es como decir de la Muerte misma», en la que el paisaje (el páramo, el invierno, el hielo o la nieve), lejos de cualquier costumbrismo, pasa a ser metonimia de la desolación y la nada en un lenguaje que transita de lo físico a lo moral.
Los capítulos segundo y tercero ocupan casi la mitad del volumen y reproducen, con algunas variaciones, dos extensos trabajos sobre la obra de Javier Marías y de Enrique Vila-Matas, que se habían publicado en el libro hoy agotado Figuraciones del yo en la narrativa (2010), a los que se añade el comentario de los títulos más recientes (Los enamoramientos de Marías, y Dublinesca y Aire de Dylan de Vila-Matas). Plantean estos dos autores, cada uno en su particular registro estético, un tema central en la investigación del profesor Pozuelo: los problemas de la representación del yo en la escritura (cfr. De la autobiografía: Teoría y estilos, 2005), que aquí le parecen resolverse no bajo las premisas del tan manoseado concepto de autoficción, sino en la creación de una voz narrativa personal que, sin ser autobiográfica, le pertenece al autor como voz figurada en la que «se despliega la solidaridad de un yo pensante y un yo narrante». Una solidaridad que se confirma recurriendo a los paratextos autoriales (conferencias, artículos, entrevistas) y que se revela en la dimensión autorreflexiva y metaliteraria que anida en la escritura de ambos autores. Pozuelo entiende que la conciencia de la imposibilidad de contar la experiencia o de saber lo que sucede estimula en Javier Marías la necesidad de la ficción, y de la literatura, precisamente para decir esa imposibilidad y que, en su caso, se manifiesta en la invención de un narrador que somete cuanto ve y oye a escrutinio y sospecha, de modo que el relato se interrumpe para comentar, explorar posibilidades, dilucidar suposiciones en una red interminable de conjeturas que suspenden el tiempo de la enunciación. En Vila-Matas se trata de la construcción de una identidad literaria disuelta en paréntesis, y que se dibuja y desdibuja a través de máscaras, imposturas, desdoblamientos en los fantasmas de escritores a los que glosa y en los que se mira (Melville, Pessoa, Kafka, Borges, Pitol…). Una multiplicidad del yo inscrita en una voz narrativa que se mueve a sus anchas entre lo lírico, lo reflexivo y lo autobiográfico, entre lo serio y lo irónico, abandonándose a un discurso atravesado de citas, autores y lecturas, y cuyo dispositivo estructural básico es el de una obra haciéndose mientras la leemos. La figuración del escritor no es un asunto —insiste Pozuelo—, sino una forma, un lenguaje, en los que coinciden «la producción del significado y el texto del que tal producción es objeto o consecuencia. De esta manera sujeto y objeto son indistinguibles» (p. 177).
El cuarto capítulo se detiene en la estilística narrativa de dos novelas de Pérez Reverte (La reina del sur y El tango de la Guardia Vieja), en la que se pondera el eficaz dominio de las prolepsis, recapitulaciones y diálogos para elaborar unas tramas impecables en que los acontecimientos y las atmósferas de la intriga se enlazan con los procesos psicológicos interiores de pérdida y declive de sus personajes, sobre todo de las protagonistas femeninas.
Los siguientes capítulos, más breves, ilustran sobre una dominante temática de nuestra narrativa orientada a revisar/reescribir episodios traumáticos colectivos y procesos históricos aún presentes en la memoria cultural española y europea. Obviamente los componentes ideológicos y las opciones retóricas de cada autor son muy varios, como estos análisis individuales ponen de relieve, pero en la mayoría se advierte una reivindicación de la función pública o política del discurso literario, el retorno de un cierto engagement más ético que ideológico, si es que ambas cosas admiten deslindarse. Así recorremos en sucesivas entregas la búsqueda (quête) desencadenada en Cercas por el «gesto de perdón» del miliciano comunista, la hipérbole satírica con que Manuel Longares desmonta el relato de la transición, la sagaz mezcla de documentación y vidas ficticias en la imagen de la sociedad franquista en Martínez de Pisón, la educación sentimental femenina encarnada en la narradora de Cielo nocturno de Soledad Puértolas, la tragedia de los Balcanes en La hija del Este de Clara Usón y, por último, la trilogía del mal de Menéndez Salmón interpretada como una metáfora de la indecibilidad radical del terror. El libro se cierra con un capítulo muy candente, dedicado a la manera como ha influido en la joven narrativa la última crisis económica, que según Pozuelo Yvancos ha generado dos tipos de respuesta alternativa. Por un lado se han visto realzadas tramas que han ideado alguna forma de distopía. El autor las recorre en obras de Isaac Rosa, Lara Moreno, Andrés Ibáñez, Menéndez Salmón y Sara Mesa. Por otro lado habría que situar una serie de novelas que tratan distintas formas de alienación y extraterritorialidad social, debidas a Marta Sanz, Miguel Ángel Hernández Navarro, Elvira Navarro, Leonardo Cano y Ginés Sánchez.
Un libro, en fin, que nos permite considerar los procedimientos mediante los que las novelas son a la vez, y en grados diversos, respuestas e interrogantes a situaciones sociales, políticas y económicas de las que ellas mismas participan, y detectar las formas en que la ficción literaria encara sus propios desafíos ontológicos, epistemológicos, éticos y estéticos. Todo ello sin anular el placer del texto, antes al contrario: en el ejercicio crítico de Pozuelo Yvancos está siempre el lector apasionado cuyo análisis quiere ser también, y quizá sobre todo, una invitación al debate y a la lectura.
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Autor: Pozuelo Yvancos, José María. Título: Novela española del siglo XXI. Editorial: Cátedra. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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