Clientelismo y caciquismo: los ‘ismos’ que España no destierra

Este libro que acaba de editar Harper Collins lo escribe Carlos Sánchez (Madrid, 1956). Es un periodista que desde la mitad de los años 80 ha dado sobradas muestras en el periodismo económico de su ponderación, criterio y memoria asombrosa. Ha trabajado en cabeceras de referencia como Televisión Española, RNE y El Mundo. En El Confidencial es director adjunto y ejerce su veteranía aportando contexto en sus informaciones, sus artículos y en la reuniones del periódico.

Este pasado miércoles, en la Sociedad Económica de Amigos del País, en Málaga, delante de un cuadro de Carlos III, Sánchez presentó Capitalismo de amiguetes. Hubo lleno y Salvador Moreno Peralta, Premio Nacional de Urbanismo, y el exdiputado y profesor de Economía Alberto Montero radiografiaron la letra pequeña de una obra que denuncia cómo el clientelismo, el caciquismo y el amiguismo —los ismos que dañan el país— han lastrado el crecimiento de España desde el siglo XIX.

¿Por qué unos pocos, pero muy influyentes, no han parado de capturar rentas “en detrimento del interés general”? ¿Cómo es posible que España no tuviera un Ministerio de Educación hasta principios del siglo XX? Son algunas de las preguntas que se responden en este libro de lectura amena y también profunda, que se centra en las personalidades, pero que no olvida la importancia de las instituciones y de los hitos históricos.

Moreno Peralta:

El libro puede entenderse también así: como una constante repuesta a la pregunta recurrente de cuál es la causa del atraso económico español. De nuevo también podríamos expresarlo a la manera de Vargas Llosa en el famoso arranque de Conversación en la Catedral: ¿Cuándo se jodió el Perú, Zavalita?” Aquí podríamos interpretarlo así: ¿cuándo, cómo y por qué se fraguó el atraso económico español? ¿Cuándo se jodió la incorporación de España a la modernidad?

No hay que olvidar un dato: España vivió 47 años del siglo XX en dictaduras (Primo de Rivera y Franco). Tampoco cómo la élite empresarial del País Vasco y Cataluña ha condicionado la política nacional auspiciando cambios normativos, imponiendo ministros o incluso nombrándolos y recuperando o conservando privilegios económicos. Madrid, la política de Estado, necesitaba estas alianzas y la periferia, mientras tanto, se encontraba fuera de juego.

Montero destacó en su intervención en la Sociedad Económica de Amigos del País que uno de los principales problemas de la política es su “mala reputación” y como estos tienen que debatir de temas que desconocen. Por ello se deben o están al servicio del asesor. También reclamó que los diputados ganaran más dinero. Para que los mejores también se pudieran dedicar a la política.

Sánchez denuncia en Capitalismo de amiguetes la desidia por la ciencia y por el conocimiento y problemas estructurales del país como una orografía complicada, con varias cordilleras, temperaturas extremas y ríos no navegables que dificultaron la conexión entre territorios. También hace especial hincapié en instituciones como la Residencia de Estudiantes, cuna de grandes literatos como Federico García Lorca, pintores como Dalí y cineastas como Buñuel, sin olvidar a sobresalientes científicos españoles como Negrín, que diseñó la Universidad Complutense de Madrid y poseía una de las mejores bibliotecas personales de la Villa y Corte.

El libro analiza con detalle la importancia del arancel, la lucha entre librecambistas y proteccionistas, entre progresistas y conservadores, las dos Españas y la importancia de una profesión como la de ingeniero de Caminos, Canales y Puertos que desde José Echegaray, Premio Nobel de Literatura de 1904, ha influido desde el siglo XIX pasando por el siglo XX por los Entrecanales y ahora en el XXI con Florentino Pérez.

La corrupción, el cabildeo, las recomendaciones, los apaños, los contactos, las cenas en el hotel Palace, los conciliábulos de Madrid. Todo eso es España y Sánchez conoce ese mundo, esos personajes, porque es un lector empedernido, porque diagnostica el presente sin olvidar que el pasado atesora las claves de lo que somos, de lo que fuimos… y aún no sabe si de lo que, de modo irremediable, seguiremos siendo.