Estaba de vacaciones, así que debía desconectar. De todo. Incluso, aunque me costara, de mi incesante búsqueda de redacciones escolares de importantes literatos. ¿Y qué mejor manera que pasando unos días en el pueblo de mi madre? De hecho escribo estas líneas desde Viñales, en el Bierzo, decorado de gran parte de mis recuerdos infantiles y estivales, con un “refrescante” botillo aún digiriéndose con parsimonia en mi estómago
Pero no redacto este texto para narraros mi vida, sino para explicaros el “divito” que encontraréis adjunto a él. Porque ayer subí al desván de la antigua casa familiar y, al igual que treinta años atrás, me sentí como Alí Babá en la cueva de los cuarenta ladrones. Y allí, entre cassettes de Los Pekenikes o Creedence Clearwater Revival, cajas con libros y objetos de atrezzo de Salomón y la reina de Saba (mi tío había trabajado en el rodaje de esa película) un amarillento papel llamó mi atención por la letra que la ilustraba: era la mía. ¡Una redacción escolar de 1983! No quiero ni por asomo compararme con los autores que han pasado por Divitos y literatos incluyendo mi trabajo infantil en esta antología…sin embargo, quizá algo de ello hay, una especie de venganza hacia la profesora que la corregió y que me solía reprochar: “No podías ser como tu hermana, no, tenías que ser como tú”. Va por usted, señorita Isabel
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