Soy hijo de una de las mujeres —muy jóvenes muchas de ellas— que vinieron a servir a Madrid. Mi mamá vino desde el pueblo de Hellín donde pasó parte de su infancia a ganarse la vida como interna en una casa para trabajar en el servicio de una familia acomodada. Cuando yo ya tenía seis o siete años, mi madre iba a trabajar a esa casa como externa durante algunos periodos de mi infancia. Lo hacía mientras que mi hermano y yo íbamos al colegio, pero algunas veces mi madre, porque eran vacaciones en el colegio, o por cualquier otra vicisitud de la vida, no tenía donde dejarnos y nos llevaba con ella.
En el quiosco de la Estación del Norte, mi hermano y yo teníamos un par de minutos para elegir uno, o si había suerte dos tebeos para cada uno, que luego podríamos cambiarnos. Así podríamos hacer que el día se nos hiciera mucho más ameno, diéramos menos guerra, y casi no se notara que había dos enanos de una de las chicas de servicio “escondidos” en un cuarto de servicio. Cuando entrábamos en el metro para tomar el ramal Ópera-Norte ya teníamos otra sonrisa en la cara. Íbamos a leer historias.
Durante esos días nació mi afición a los cómics —a los tebeos entonces—, que se convirtió en una adicción muy importante en mi existencia. Sueño con las historias contadas en viñetas. Me encanta pensar que yo podría haber sido como Salvador Larroca, Carlos Pacheco o Salva Espín y poder dibujar en Marvel Cómics. Y sobre todo me encanta poder leerlos por la noche. Ordenarlos, conseguir los que me faltan, catalogarlos en mi cuenta de Whakoon, y, de vez en cuando, incluso editar cómics, como hago con las tiras de cómic de Cálico Electrónico, con las aventuras de Evil:ONE, Armatura, La Élite o Hacker Épico.
Y soy coleccionista. Lo confieso como adicción porque tengo muchos miles de ellos. Y cuando digo muchos miles me refiero a justo eso, muchos miles. Siempre pienso que tengo suficientes para poder volver a leerlos todos y no tener más años de vida. Pero siempre acabo encontrando alguno nuevo que me cautiva. Tengo de todo tipo. Humor. Astérix. Tintín. Marvel. DC. Mortadelo y Filemón. SuperLópez. Cómic Europeo. Terror. Toutain… “you name it”, que dicen los ingleses.
Tengo muchos, pero hoy os quería hablar de los que suelo recomendar y regalar. De esos que tengo un cariño especial porque son distintos. Especiales. De los que cuando pongo envueltos en papel de regalo sé que voy a regalar una historia preciosa de mucho valor para mí. Son los cómics europeos de aventuras históricas.
Al igual que la novela histórica, existe la novela gráfica histórica, o el cómic de aventuras históricas. Son tebeos, cómics o novelas gráficas, que al igual que las novelas históricas, muestran aventuras ficticias —o no— dentro de una parte de la historia real. Y de esto, en Europa, creo que tenemos mucho de lo que sentirnos orgullosos. Tenemos grandes creadores, grandes novelas gráficas, grandes sagas de este tipo de historias, porque al final tenemos grandes escritores de novela histórica, y el mundo del cómic no es más que una forma más de escribir y contar aventuras.
Y como estoy en Zenda Libros, con ganas de hackear el futuro, voy a recomendaros cinco de esas novelas gráficas —series de cómics de aventuras históricas— para ver si empezamos a construir entre todos Zenda Tebeos, para que os animéis a leer en forma gráfica con ilustraciones maravillosas. Se trata de que este primer artículo sea nuestra primera parada en el quiosco de la Estación del Norte. Vosotros y yo juntos. Yo os dejo ver lo que tengo en el frontal de mi sección de cómics para que elijáis uno.
Las 7 vidas del Gavilán
El primero que os voy a recomendar es Las 7 vidas del Gavilán, de los franceses Patrick Cothias y Andrè Juliard, donde en siete tomos puedes ver las aventuras de Ariane de Troïl en la Francia de Enrique y Luis XIII. Espadachines, amor, mosqueteros, reyes y de fondo una Francia de la primera mitad del siglo XVII que te cautiva.
La historia es preciosa, el dibujo maravilloso, cada página es una miríada de emociones que te cautiva, y cuando llegas al final emociona. Es uno de los cómics que más me ha dolido en el corazón que se acabara. Si queréis leer una historia especial, preciosa, y que te cambie de una vez por todas la imagen que tienes de los cómics, este sería el que yo te regalaría.
Murena
Once tomos de aventuras con la Roma antigua de fondo. Lucius Murena vive aventuras en el imperio de romano de Nerón, con éste último como personaje principal. Historia de traición, asesinatos, complots, y con el circo y los gladiadores en el centro de la historia.
La Roma de Nerón ha dado para mil y una historias, leyendas, aventuras que se han plasmado en novelas y películas. Murena es un ejercicio artístico visual espectacular. Los personajes son violentos, la sangría es alta, y sobre todo, Roma está ambientada de una manera única en cada viñeta, desde los vestuarios hasta los edificios, pasando por todo el ambiente y la vida de la ciudad.
Triángulo secreto
En este caso tenemos una historia en siete tomos donde supuestamente Jesucristo tuvo un hermano llamado Tomás, lo que genera una aventura que sucede entre el presente y el pasado, con cruzadas y templarios. Las escenas en el presente recogen un thriller de aventuras e investigación para resolver los misterios del pasado, perseguidos por… ¿quién? ¿Quién quiere evitar que se conozca la existencia de Tomás?
Y la parte que transcurre en el pasado es una delicia. Volver a Jerusalén, a las cruzadas en Francia, a las vidas de los descendientes de Tomás por toda Europa hasta llegar a nuestros días. Siete tomos para una aventura que no te va a dejar indiferente.
Lezo
Para terminar la selección de estas primeras cinco recomendaciones, que no serán las últimas, os traigo dos de factura nacional. El primero de ellos es Lezo, una obra maravillosa del escritor de novela histórica Ángel Miranda junto con Ramón Vega y el dibujante Guillermo Mogorrón.
Ángel Miranda, que acaba de publicar la novela Carrión: Un canalla sin ventura, crea en Lezo una historia que resulta en un cómic espectacular sobre la batalla de Cartagena de Indias (1741), con los protagonistas, Lezo y Vernon, que son tanto héroes como no. La lucha de dos imperios en las páginas de esta historia que tendrá una segunda parte. Muy recomendable.
La sombra del águila
Y no voy a terminar sin poner la adaptación de la historia de La sombra del águila, con el “petit cabrón” como protagonista de la aventura que nos contó Arturo Pérez-Reverte hace tanto tiempo y que tanto nos ha cautivado. Ahora, adaptada e ilustrada por Rubén del Rincón, tenemos la posibilidad de disfrutarlo en viñetas.
No hace falta que te cuente la historia en la que un grupo de españoles se convierten en héroes para Napoleón cuando tratan de fiar su fortuna futura a manos enemigas. Aún me río recordando las conversaciones y la propuesta de la carga de caballería. Un clásico de nuestra cultura en viñetas.
Son solo cinco recomendaciones para que te acerques al mundo del cómic si alguna vez lo has considerado un arte menor. Para que descubras que vas a disfrutar como nunca recibiendo la historia con colores, bocadillos y narración viñeta a viñeta de grandes aventuras llevadas a cabo por grandes héroes.
Mi mamá también fue chacha, desde adolescente (en Francia, frontera), hasta que yo lo fui, joven. Se hizo un tiempo del ‘Círculo de Lectores’ y ha leído más libros que yo. Nunca me han faltado tebeos, ni en francés; de hecho mi hermano me llamaba Tintín (de Vicentín). Esos bocadillos que me comía yo, no se los comía nadie.
Es una pena que no se inculque a los niños los tebeos (o historias gráficas), con el poder que tienen.
¡Bravo, informático!
Antepóngase mi previo comentario:
Me faltó decir, que el papá de mi mamá, y el papá del papá de mi mamá, se casaron con su chacha. Palabra.
Pues que sea bien venido ese Zenda Tebeos para niños y mayores.
Me ha encantado el articulo y me has animado a volver a leer tebeos.