Isabel Álvarez obtuvo el XXIX Premio de Novela Universidad de Sevilla con una ficción sobre dos hermanos que viven en una choza junto al bosque, apartados de la vida en el pueblo, con su drama personal: un sufre hidrocefalia, el otro lo cuida, la gente se burla. Una narración entre el verismo de Delibes o Cela y el realismo mágico de García Márquez.
En este Making Of, Isabel Álvarez cuenta el origen de El llanto de los pájaros (El Paseo).
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Comencé a escribir hace doce años, poco más o menos. Como buena novata, relatos o escenas que no llegaban a armar una historia completa, meros fogonazos en los que intervenían unos personajes. A lo largo de ese tiempo, el disco duro del ordenador se fue llenando con relatos y escenas que solo leían un grupo de amigos. Escribes muy bien, me decían, hasta que me fue entrando el gusanillo de publicar. Pero, en el panorama literario español actual, ¿quién publica a una desconocida? Así que me planteé convertir una parte de aquellas escenas en novela y presentarme a premios literarios. Eso fue a comienzos del año pasado. De momento, armé dos novelas y las presenté a sendos concursos literarios. Para mi inmensa alegría, las dos ganaron. Una de ellas es El llanto de los pájaros.
Cuando terminé, tenía una novela de 220 páginas. ¡Horror! Las bases del concurso permitían un máximo de 125. Tuve que empezar a recortar. ¿Cómo se hace eso? Hubo que suprimir personajes, algunos que me eran particularmente queridos, como Teresa. No la busquéis en la novela porque no está. En la obra inicial, Teresa, que es amiga de Matías, sufre una vivencia personal terrible, pero su historia tenía tanta entidad que distraía del curso de la novela que, al fin y al cabo, debía centrarse en Matías y Julio. Lo mismo me pasó con otros personajes que sí aparecen, pero de los que en el borrador inicial se contaba con detalle su historia, como Asunción, Antonia, Carolina y su padre, don Eutimio o la maestra. Dejé de ellos solo lo que podía tener relación con la trama principal. Fue un proceso doloroso, aunque creo que la novela ganó con ello, porque me permitió mejor centrarme en la historia y eliminó distracciones que podían despistar al lector. Así que lo doy por bien empleado. Ahí quedarán, para historias futuras.
Al ser un espacio físico concreto, pero que solo existía en mi cabeza, mientras la escribía tuve que dibujar en unos folios la geografía del lugar para que, al narrar los movimientos de los personajes, tuvieran coherencia: dónde se situaba el pueblo, los distintos caminos que salían de él, la localización del cementerio, de la choza, de la escuela, por donde corrían los ríos y arroyos, etc. Y, dentro del pueblo, también tuve que dibujarme un mapa con el emplazamiento de las plazas, la alameda o las distintas casas y lugares.
La cuestión del narrador fue un asunto clave. Dudé mucho si escribir la novela en primera o en tercera persona. Incluso llegué a redactar dos borradores distintos, con una y otra opción. Indudablemente la narración cobraba más fuerza escrita en primera persona con la voz de Matías. Pero eso me planteaba el problema de cómo contar los acontecimientos externos que conducen al desenlace, que Matías no conoce. Así que estructuré la obra en tres partes, la primera y la tercera narradas por Matías y la segunda, que recoge esos hechos, en tercera persona, aunque con un estilo narrativo y una voz similar, para que el conjunto no perdiera coherencia. Para mí, eso es lo más importante para que una historia te llegue: dar con la voz narrativa apropiada que requiere cada historia. Y para eso no hay recetas, es un poco cuestión de magia.
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Autora: Isabel Álvarez. Título: El llanto de los pájaros. Editorial: El paseo. Venta: Todos tus libros.
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