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Cómo manipular a las mujeres (a mayor gloria de los dioses)

Cómo manipular a las mujeres (a mayor gloria de los dioses)

Elia Barceló vuelve al escenario de sus últimas novelas: el territorio imaginario de Santa Rita, un lugar que no existe en el mundo real, pero que es fácil situar en la costa mediterránea, aproximadamente a la altura de Elche, Santa Pola o Alicante. En ese enclave sitúa la autora un thriller que esconde guiños a clásicos del suspense como Patricia Highsmith y Daphne du Maurier.

En este making of, Elia Barceló cuenta el origen de La soga de cristal (Roca).

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Siempre es curioso echar la vista atrás y tratar de recuperar el periodo de la construcción y escritura de una novela. Cuando estás en pleno proceso (hablo por mí, claro), todo está presente a la vez, siempre, hagas lo que hagas, porque tu historia lo ocupa todo y casi no deja espacio a nada más. Sin embargo luego, cuando está hecha, cuando parafraseando a mi admirado Julio Cortázar la pompa de jabón se separa de la pipa y se echa a flotar por el mundo, hay veces que incluso te resulta difícil recordar cuándo o cómo escribiste este capítulo, esta escena.

La novela que presento ahora, La soga de cristal, aunque se puede leer perfectamente como una novela aislada, un noir mediterráneo donde hay un caso criminal presente y varios misterios en el pasado, no deja de formar parte de una serie, la de Santa Rita, que empecé hace ya casi cuatro años y que lentamente se va acercando a su final, porque esta es ya la tercera entrega de las cuatro que serán.

"Cuando la idea para una novela surge en tu mente, es como un enamoramiento repentino. La novela está ahí, de golpe, frente a ti, flotando como un planeta delante de tus ojos, bello, misterioso, invitador, redondo"

Cuando me propuse la creación del mundo de Santa Rita, con su buena cuarentena de personajes actuales, sin contar con todos los que forman parte de las generaciones anteriores, uno de los principios constructivos fue el de dar voz y presencia a los personajes femeninos de más de cincuenta años. Esa necesidad de mostrar problemas específicos de la mitad de la población mundial —la femenina— y las distintas posibilidades para enfrentarse a ellos constituye la primera pata en la que se apoya toda la arquitectura narrativa. La segunda es el deseo de ofrecer un homenaje a diferentes tradiciones de la novela criminal, negra o de misterio, en este caso a Patricia Highsmith y a Daphne du Maurier. La tercera es la creación del lugar donde sucede la historia, que ha acabado por convertirse en un personaje de pleno derecho, junto con la ambientación: la celebración del Mediterráneo, su vegetación, su luz, su gastronomía y su alegría de vivir, incluso entre asesinatos, terribles secretos y la perenne seguridad de que la vida acabará un día. La muerte, en sus variadas facetas y formas de presentarse, es un personaje más en las novelas de Santa Rita, ya que es la otra cara de la vida y, tratándose de novelas donde siempre hay un crimen, es absolutamente necesaria.

Cuando la idea para una novela surge en tu mente, es como un enamoramiento repentino. La novela está ahí, de golpe, frente a ti, flotando como un planeta delante de tus ojos, bello, misterioso, invitador, redondo. Sabes que nunca conseguirás plasmarlo como lo ves y como lo sientes, pero sabes que tienes que intentarlo. El proceso para convertir esa idea en una novela, sin embargo, es lento. Se hace día a día, palabra a palabra, y cada decisión, cada elección puede desviarte, aunque solo sea mínimamente, de la trayectoria que habías emprendido, de modo que al final es posible que la novela que querías hacer no sea del todo la que has terminado. Nos pasa a todos los que escribimos: la idea siempre es más bella y luminosa que la que queda reflejada entre las tapas de un libro. Es natural porque la idea es simultánea: todas las peripecias de la novela, sus personajes, sus sorpresas, la resolución de sus misterios están en tu mente a la vez, pero la construcción, la escritura, es consecutiva, igual que la lectura. El recuerdo de una novela, sin embargo, vuelve a ser simultáneo. Es un proceso muy curioso que te impulsa a seguir porque sabes que, aunque no hayas conseguido hacer exactamente lo que tenías en la cabeza, tienes cuatrocientas páginas más de práctica, y eso quizá te lleve a que la próxima esté más cerca de lo que deseabas.

De todas formas, he quedado satisfecha con esta novela porque creo que he conseguido plasmar uno de los temas más importantes que me propuse desde que empecé a imaginarla.

"Es difícil decidir qué elegir y más si, como en mi caso, el propósito está en hacer reflexionar a la lectora o lector, en lugar de convertirlo en un voyeur y enseñárselo todo"

Quería hablar de los problemas con los que se han tenido que enfrentar las mujeres, simplemente por serlo, desde que el mundo es mundo. Las opciones entre las que elegir los temas y los subtemas eran muchas: el chantaje emocional, los malos tratos, la luz de gas, la explotación, la estafa vital, los abusos sexuales, la manipulación religiosa y psicológica, el abandono frente a un embarazo, la ruina económica, la pérdida del honor y la reputación, las torturas de todo tipo, las humillaciones públicas, las amenazas contra la prole… y mil posibilidades más a lo largo de la historia de la humanidad.

Las mujeres, tanto en la realidad como en la ficción, han sido siempre objeto de violencia, normalmente por parte de los hombres, pero en Santa Rita ya no son solamente víctimas, como suele ser el caso en tantas novelas negras —meros cadáveres mutilados o jóvenes aterrorizadas por un asesino en serie—, sino mujeres activas, luchadoras, que no aceptan mansamente lo que les sucede, sino que se defienden y actúan.

Es difícil decidir qué elegir y más si, como en mi caso, el propósito está en hacer reflexionar a la lectora o lector, en lugar de convertirlo en un voyeur y enseñárselo todo.

"Por fortuna, con el tiempo y la práctica, el oficio hace que una sea capaz de resolver este tipo de cuestiones. Esa es la artesanía de la construcción de una novela"

Mi forma de trabajar es presentar los puntos que, una vez unidos en la mente de quien lee, darán una imagen muy clara que habrá surgido con su colaboración a partir de los datos que yo le proporciono. Hay que decidir qué se va a presentar a ojos del lector y qué no. La elisión es uno de los fundamentos de la narración. Con frecuencia, resulta más interesante y revelador lo que no se dice que lo que sí se cuenta. Como lectora, encuentro pesadísimo leer algo donde todo está explicado en detalle. Tengo la sensación de que el autor o autora piensa que no soy lo bastante inteligente, que no confía lo bastante en mí como para entender la historia si no me lo da todo masticado. Pero también encuentro detestable lo contrario: que pasen cosas que no se explican, que ni siquiera se insinúan, que no tienen lógica, que, al cambiar de capítulo, no nos hayan enseñado por qué está allí el personaje, o cómo ha logrado algo, o cómo ha ido de A a B. Entre estos dos extremos está el equilibrio al que una escritora debe aspirar y es uno de los puntos que más en serio me tomo en mi trabajo. Por fortuna, con el tiempo y la práctica, el oficio hace que una sea capaz de resolver este tipo de cuestiones. Esa es la artesanía de la construcción de una novela.

El arte (al que todo escritor o escritora que se respete aspira cuando se pone a las teclas) es otra cosa. Es algo que no se puede conseguir cuando una quiere porque surge de un lugar ignoto, de lo más profundo de una misma, de sus recuerdos, dolores, fracasos, angustias. Hay que bucear en aguas oscuras que a veces dan asco y a veces dan miedo para poder encontrar los materiales necesarios. Otras veces, sin embargo, esos materiales aparecen de golpe flotando a la deriva junto a ti y no tienes más que ponerlos en palabras para contar lo que quieres contar. De lo primero surgen las historias más oscuras y más densas —también las más potentes y turbias—; de lo segundo, las más ligeras, dulces, luminosas. Yo amo las dos y disfruto de las dos; cada vez mi mente me ofrece una historia de uno de estos tipos; entonces me enamoro y me dejo llevar.

"En La soga de cristal ya hemos abandonado la luz y la alegría de la primavera, así como el calor y sensualidad del verano, y entramos en una historia otoñal, más oscura, más lenta, donde lo que sucede es más turbio"

En La soga de cristal el tema que he elegido tratar es la manipulación y violencia que ejercen las religiones y las sectas sobre sus adeptos, especialmente sobre las mujeres; cómo en nombre de un dios o diosa, se convence a las personas, sobre todo a las personas jóvenes, de que han sido elegidas y que, cumpliendo con ciertas normas, podrán alcanzar una vida más alta después de esta. A través de esas normas y sacrificios se les va inculcando el miedo y la culpa, de modo que al final se convierten en esclavas sin darse apenas cuenta de lo que les sucede y sin posibilidad de liberarse. Y todo para beneficio de los manipuladores, de los sacerdotes, gurús o jerarquías de esa religión o secta.

Cuando me planteé esta novela, igual que con las dos anteriores, lo que deseaba al montar la trama actual junto a la trama que sucede en el pasado, era crear una cámara de ecos, de manera que lo que está pasando ahora fuera un reflejo de lo que ya sucedió en una generación anterior. Del mismo modo que la realidad se refleja en un lago, unas veces con toda precisión y otras de manera temblorosa y difusa, he construido la historia para que el lector o lectora vea a los personajes, sobre todo femeninos, enfrentados a problemas similares, pero en dos épocas distintas. Así podemos ver cómo las mujeres reaccionan a situaciones parecidas de la forma que les permite la mentalidad imperante en el tiempo en que sucede cada cosa.

En La soga de cristal ya hemos abandonado la luz y la alegría de la primavera, así como el calor y sensualidad del verano, y entramos en una historia otoñal, más oscura, más lenta, donde lo que sucede es más turbio, como en las novelas de Highsmith y De Maurier.

Estoy contenta de haber llevado a término esta novela, y ahora que, como decía Cortázar, la pompa de jabón se ha desprendido de la pipa y se ha echado a volar —irisada y frágil— le deseo buena travesía y espero que a alguna lectora o lector le proporcione unos días de placer y reflexión.

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Autora: Elia Barceló. Título: La soga de cristal. Editorial: Roca. Venta: Todostuslibros.

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