Las fronteras de la Roma Republicana, en tiempos del triunvirato de Octavio, Marco Antonio y Lépido (43 a.C.-38 a.C.), estaban limitadas al norte por los ríos Rin y Danubio, al este por el imperio Parto, al sur por los territorios de los mauritanos y egipcios, y al oeste el océano Atlántico que baña las costas de Hispania, la Galia y la isla de Britania. En resumen, abarcan todos los territorios que bañaban el mar Mediterráneo, llamado por los romanos Mare Nostrum, y de forma limitada la isla británica.
Las guerras civiles del final de la República fueron motivadas por continuas revanchas entre las facciones enfrentadas de los optimates y los populares. Tanto los enfrentamientos de Mario-Sila, como los de Pompeyo Sertorio, César-Pompeyo; Antonio y Octavio contra los cesaricidas y por último el enfrentamiento fratricida de los que se atribuyeron la herencia de Cayo Julio César, Augusto y Antonio, fueron guerras que se llevaron a cabo fuera del territorio itálico, involucrando a tribus, naciones y pueblos de los territorios donde transcurrían estas luchas. Tanto Hispania, como Mauritania, Cartago, Siria, Egipto, Grecia, Macedonia, Armenia, etc., sufrieron las penalidades de la guerra. Sus poblaciones o padecían sitios, o veían como les arrancaban a sus jóvenes para luchar en unas guerras que nada tenían que ver con ellos; asimismo, la población civil terminaba padeciendo los horrores de la guerra.
Los diversos conflictos se desataron a lo largo del siglo I antes de Cristo; pero la guerra definitiva que acabó con la República y produjo el advenimiento de la era imperial fue un periodo corto, que abarcó quince años, desde la muerte de César (44 a.C.) hasta la derrota de Antonio y Cleopatra (30 a. C.). Guerra, esta última, que fue llamada por la facción interesada de senadores como la guerra contra Egipto. Sin embargo, el autor italiano, historiador, profesor de historia romana en la Universidad de París, Giusto Traina, bautizó a esta guerra final, como a su último ensayo, dentro de un nuevo concepto de la historia de Roma como La guerra mundial de los Romanos. El final de esta guerra adquirió los tintes de epopeya trágica con el suicidio de los dos amantes derrotados. Esta guerra mundial que sufrieron terminó siendo, según la teoría del autor, una guerra mundial que dio paso, con la victoria de Augusto en la batalla naval de Accio, al nacimiento de un nuevo líder que se revistió con los oropeles que lo convirtieron en príncipe y transformó a la República en Imperio.
Giusto Traina ofrece una nueva interpretación de los escritos de los historiadores romanos Dion Casio y Plutarco, así como de la visión que obtuvieron los líderes nativos que participaron en la contienda en ambos bandos. También realiza el análisis de las fuentes críticas sobre los conflictos especialmente aquellas de los historiadores griegos más críticos.
El autor lanza una teoría especialmente atrevida en la que sostiene que: esta guerra mundial fue un conflicto entre los partidarios de que Roma continuase siendo el centro geopolítico, económico y militar del mundo y aquellos que querían desplazar ese centro hacia Alejandría, despojando a Roma de su importancia. Se puede entender que Octavio, apoyado por los patricios de Roma, derrotó en la guerra de Oriente contra Occidente a su compañero de triunvirato Marco Antonio aliado con su amante, la reina de Egipto Cleopatra, quien había dado un hijo a Cayo Julio César y que deseaba el trono y la herencia para su descendiente.
A lo largo del ensayo de Traina, se puede observar su erudición al comprobar el extenso fondo bibliográfico que maneja y los cientos de notas al final del libro. Merece especial mención que tanto el índice de antropónimos, como el de toponímicos y gentilicios son apéndices muy importantes que ayudan a completar el ensayo y a comprender mejor la teoría que enuncia Giusto Traina. En resumen, se puede decir que este ensayo, aparte de ser sorprendente es ilustrativo y entretenido.
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Autor: Giusto Traina. Título: La guerra mundial de los romanos. Traductora: Silvia Furió. Editorial: Crítica. Venta: Todos tus libros.
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Toda una lección de historia, muy útil tanto para los amantes del género como para los curiosos que quieran acercarse a él, me viene fenomenal, tomo nota… Gracias, amigo Ramón!