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Cómo somos los catalanes, de Gaziel

Cómo somos los catalanes, de Gaziel

Gaziel, sin lugar a dudas uno de los periodistas más importantes de todo el siglo XX español, reflexionó en los cuatro ensayos que componen este volumen sobre el significado de ser catalán y, acaso más importante, trató de mostrar dicho significado tanto a sus coterráneos como al resto de compatriotas.

En Zenda reproducimos las primeras páginas del primer ensayo presente en Cómo somos lo catalanes (Diëresis), de Gaziel.

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INTRODUCCIÓN A UNA NUEVA “HISTORIA DE CATALUNYA”

Una de las poquísimas obras que pude salvar, en 1936, del robo total de mi biblioteca —pienso que una de las mejores particulares de Bar­celona (alrededor de 5.000 volúmenes)— fue la Història de Catalunya, de Ferran Soldevila. Todavía la conservo, con sus tres magníficos vo­lúmenes, publicados en Barcelona por la Editorial Alpha, una de las múltiples emanaciones personales de Francesc Cambó; estampados in 4º, en papel buenísimo y con unas cubiertas gótico-renacentistas, en los años 1934-1935, y vendidos al precio de 15 ptas. el primero y de 22, el segundo y el tercero. La obra completa, con 473 + 432 + 269 = 1.174 páginas, costaba 37 pesetas. Ved, los hombres de hoy en día, si no os hablo de otro mundo y de otra vida.

Todavía no entiendo cómo sucedió el pequeño milagro de aquel salvamento. Mi biblioteca se la llevaron, un día de princi­pios de agosto de 1936 —poco después de haber tenido que huir de Barcelona yo y todos los míos—, unos hombres con camise­tas a rayas de colores estridentes y unos pistolones que hacían estremecer a cualquiera. Se presentaron a requisarla por orden de no sé qué «comité», en un espléndido camión de mudanzas, completamente acolchado por dentro. Es evidente que, detrás de aquel aparato de fuerza y técnica transportista, había alguien manipulando; sencillamente, un ladrón. Alguien que, conocien­do la existencia de mis libros y lo que valían —como selección paciente hecha durante cerca de medio siglo, con compras y elecciones constantes, de obras en catalán, castellano, francés, italiano, alemán e inglés—, puso en marcha, para apropiárse­los, un truco revolucionario. Lo corrobora el hecho totalmente anormal de que mis libros desapareciesen enseguida, en bloque, sin que nunca más se haya visto un ejemplar ni una triste hoja, es decir, sin dejar el menor rastro. Los dos grandes expertos de aquel tiempo, y queridísimos amigos míos, Jordi Rubió i Bala­guer y Agustí Duran i Sanpere, a los que alerté de inmediato, diagnosticaron rápidamente el extraño fenómeno: robo cons­ciente y organizado por algún bibliófilo o comerciante de libros, que, valiéndose de un comité revolucionario y de su fuerza, me «limpió» la biblioteca, con la misma viveza que el esquivo la­dronzuelo de calle os «limpia», en un momento de confusión, el portamonedas.

Lo sentí mucho, y hoy, después de tantos años, a menudo toda­vía lo siento. Lo cierto es, sin embargo, que una vez perdida para siempre una de las cosas que yo más quería (aquellos días nos íba­mos deshaciendo de todas ellas, como en un zurrón agujereado), un día que ya no pensaba en mis pobres libros, la Història de Ca­talunya, de Ferran Soldevila, de repente se me apareció en París. ¿Cómo llegó? No me acuerdo en absoluto, porque lo importante, para mí, fue el milagro y no cómo se obró; pero creo que apare­ció embutida dentro de un baúl de ropa que me enviaron desde Barcelona, o traída por las piadosas manos de un amigo que venía a la capital de Francia (llegaban sin cesar) huyendo de la quema. Lo esencial es que recibí los tres amados volúmenes. Y, al volver­los a ver, sentí como si su aparición constituyese para mí uno de aquellos hechos que, no sabiendo como explicárselos, mucha gente llama providenciales; porque aquel era, en efecto, un momento que ni escogido adrede para releer y meditar como nunca sobre la his­toria de nuestro pueblo.

Yo conocía bastante bien el libro del amigo Ferran Soldevila, uno de los espíritus más finos y que más me gustan de los que componen las promociones de estudiosos surgidas del gran mo­vimiento cultural promovido por Prat de la Riba y formado a la sombra del glorioso Institut d’Estudis Catalans. Su magnífica His­tòria (la de Soldevila, quiero decir), la había leído al menos dos ve­ces, de cabo a rabo, y consultado incontables otras. Pero ahora, al caer en mis manos de forma tan insospechada y en circunstancias tan extraordinarias, me enfrasqué de nuevo en ella, de principio a fin. ¿Y creeríais que, en esta tercera e intensa lectura, en París, exiliado, arruinado, perseguido por unos y otros, sin saber qué sería de los míos ni de mí, mientras de Catalunya llegaban diaria­mente densas oleadas de fugitivos y noticias estremecedoras, que asustaban al mundo, creéis, digo, que la obra me pareció comple­tamente nueva?

Siempre la había considerado, y todavía la considero, excelen­te, dada la abundante información, la seriedad científica, la técnica histórica y el estilo claro y preciso que en cada página despliega. Había oído decir que el patrocinador y promotor de la obra, Fran­cesc Cambó, la habría querido de otra manera: más bien como una especie de manual popular, conciso y breve (como el propio mece­nas), apta para difundir y hacer penetrar el conocimiento de nues­tra historia en la mayor masa posible del pueblo catalán. El autor del libro, sin embargo, hombre formado en altas disciplinas y con temperamento más de puritano de la ciencia que de vulgarizador, puso mucho más de lo que le pedían y la obra resultante fue digna de ser editada por el Institut d’Estudis Catalans, corporación de sabios, en vez de por una editorial propagandista de una escuela esencialmente política. Hubo, por tanto, una cierta sorpresa entre el propósito del editor y la realización del autor, entre el plato pedido, diríamos, y el plato servido.

En un punto, sin embargo, la obra no solo respondía al deseo del promotor, sino que lo superaba con creces. Y el punto era capital: el fuego y la luz interiores con los que se había escrito, el fervor de la fe catalana que la aviva. Así tenemos que la Història de Catalunya de Ferran Soldevila es uno de los libros más bellos, al mismo tiem­po que bien construidos, que los catalanes podamos leer, porque todo él viene a ser como una selva bien plantada, sin hojarasca, con sus caminos trillados que van avanzando entre las profundas masas de árboles rectos y los bellos claros que de tanto en tanto se abren, para reposar y contemplar perspectivas inmensas, llenas de extraordinarios y mágicos espejismos. Más que la historia estricta de unos hechos parece la historia de un deseo maravilloso urdido a base de éstos, como los efectos ópticos que a veces la niebla forma en pleno bosque, transfigurando, sin realmente deformarlas para nada, las proporciones de las cosas. La niebla transfiguradora de la realidad histórica contenida en la obra de Ferran Soldevila es la fe ciega del patriotismo. Más que la historia estricta, es la historia del Sueño de Catalunya, tal como lo soñaran las generaciones catalanas desde finales del siglo XIX hasta que, bien entrado el XX, y cuando más adormilados estábamos, llegó el violento despertar de 1936.

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Autor: Gaziel. Título: Cómo somos los catalanes. Traducción: Paola Calvet Frontado. Editorial: Diëresis. Venta: Todostuslibros.

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