He escrito alguna vez que una biblioteca no es un almacén de libros leídos, sino una herramienta, un refugio y un proyecto de vida. Contiene lo que te educó e incluso cambió el carácter, lo que ayuda a comprender el mundo, lo que consuela y protege, lo que entretiene o divierte, lo que aún esperas conocer si vives para que ocurra. Causa melancolía, cuando llegas a una edad, comprender que muchos de esos libros que tienes cerca, que te acompañan a la espera de su oportunidad, quizá no llegues a leerlos nunca. Pero son las reglas. Lo importante es que estén ahí, arropándote como amigos a los que recurrir en caso necesario.
Me hicieron pensar mucho esos versos finales, que luego les copio. Retratan la imagen de España —o como se llame ahora esto— que tanto por lecturas como por edad tengo en la cabeza: patria y paisanaje que, paradójicamente, dan lo mejor de sí justo en los momentos de crisis, de desgracia, de desastre. Cuando se mira atrás con ecuanimidad, sin buscar buenos ni malos —enfermedad muy española— sino seres humanos movidos por los azares y las circunstancias, se advierte que, emponzoñados durante siglos por reyes imbéciles, curas fanáticos y políticos infames, siendo víctimas y verdugos simultáneos de nuestra propia historia y nada inocentes de ella, pues de nuestra voluntad, ignorancia, desidia o cobardía salen quienes nos corrompen y maltratan, los españoles mostramos nuestras virtudes en circunstancias adversas y las olvidamos en tiempos de bonanza.
Parece advertirse, al considerar desde nuestro presente el pasado más remoto, una especie de patrón continuo aunque las circunstancias sociales e históricas sean distintas. El carácter del español es generoso, solidario y valiente, y lo prueba de muchas formas, tanto siendo uno de los países a la cabeza en donantes de órganos, por ejemplo, como en muchas otras causas nobles. Sin embargo, en los momentos dramáticos, en las grandes tragedias, es cuando se revela admirable. Recordemos el comportamiento ejemplar del personal sanitario en tiempos de la epidemia de Covid, o cómo se condujo el pueblo de Madrid cuando los atentados islamistas en los trenes de la ciudad. Y si repasamos hacia atrás la Historia, ni les cuento. Busquen en Internet a los españoles de Krasny Bor, a la infantería de ambos bandos en la batalla del Ebro o Teruel, a los soldaditos de Baler, a los marinos de Santiago de Cuba y Trafalgar, a los duros tercios de Rocroi, Nordlingen o Pavía. Poco cuenta ahí —o mucho, pero sería otro artículo— que después de cada hazaña, lo mismo la pandemia que Numancia, apenas acabado el asunto lo utilicemos para seguir machacándonos entre nosotros. Lo que cuenta en este caso es el momento exacto de gloria: la asombrosa manera de comportarnos en la adversidad, unidos para hacerle frente. De sacar lo que tan escondido llevamos dentro. Y eso conduce a pensar que tal vez España necesite periódicas desgracias, desastres intermitentes, para manifestarse heroica, respetable y buena.
Extraño lugar éste, en fin, donde la tragedia nos hace mejores y la bonanza nos envenena. Donde la amargura histórica de ser español, el deseo de mandar todo al diablo y borrarse de aquí para siempre que manifiestan los soldados del poema al que antes me referí, pueden desaparecer de pronto o verse aplazados cuando las circunstancias, la solidaridad, el pundonor, el desafío, nos ponen a prueba. Y entonces somos para comernos a besos, pues nos ocurre como a esos dos veteranos de Flandes, que tras haber maldecido durante cien versos de cuanto ser español supone, y jurar que no los verán a ellos en la próxima batalla, acaban haciendo lo que señala el poema: Pues estos dos que osaron decir esto, / ha seis días, cobradas cuatro pagas / y conforme razón, puestos a gesto, / con solas sus espadas y sus dagas, / pasando a nado un foso hicieron cosas / que plegue a Dios que en ocasión las hagas.
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Publicado el 30 de agosto de 2024 en XL Semanal.
En tiempos de bonanza estamos. Quizás nunca se había vivido mejor en toda la historia en «como todavía se llame esto». Y machacándonos unos a otros estamos. Quizás nunca habíamos estado tan divididos (quizás el cantonalismo del XIX, quizás también las guerras carlistas).
Hoy, los curas fanáticos han sido sustituídos por ideólogos fanáticos. Los reyes ya no cuentan. Y los políticos infames, hoy como ayer, son legión, los que corrompen a algunos y maltratan a la mayorìa, pero con gusto, como la sarna.
Y sí, lleva razón don Arturo, los infames salen de nosotros mismos y los elegimos (o los eligen, dicho en un vano intento de quedarme fuera). El problema es que, habiéndo infames y héroes, gentes de bien y gentes de mal, se elige casi siempre para ocupar el poder a los infames. Quizás usted me diga que en todos nosotros se mezclan las dos caras: lo infame y lo heróico. Si es así, siento no estar de acuerdo.
Aquí nunca, salvo en ocasiones excepcionales como la transición, se entiende que no se deben llevar las cosas al límite, hasta que revientan. Esa es la otra caracterìstica del hispano: la inexplicable mansedumbre permanente ante los atropellos de los infames y, al final, los reventones épicos. Pero, bueno, esa caracterìstica hace que el infame se confíe y siga abusando de su poder, inconsciente de la que está preparando.
Quizás repasar los cuadros de Goya, fiel espejo de la realidad de este país, sirven para reconocernos entre nosotros: pasamos de la «Pelea con garrotes» (la política actual es eso, quizás también la sociedad lo sea) a la «Carga de los mamelucos». Pasamos de la «Gallina ciega» al «Aquelarre». Pasamos del «Piso de trilla» al «Saturno devorando a sus hijos».
Quizás es que, en esta piel de toro, «El sueño de la razón crea monstruos»… y el de la sinrazón… locos, infames y demonios.
Goya, don Arturo, es España. Eterna. Con sus heroísmos y sus infamias. Aunque quizàs poco le quede para llamarse así, como usted dice. Eterna. Quizàs.
Saludos.
Corroboro y estoy de acuerdo en su análisis de esta vieja patria, la ha definido de una manera muy concisa… Somos agua y barro y pienso que en nuestro ADN llevamos inscrito sobre todo en esos citados tiempos de «bonanza» que tampoco han sido muchos salvo estos últimos cincuenta años… Y entiendo que no hemos aprendido nada sino a seguir envidiando, malentendiendo, malversando en definitiva «emputeciendo» y haciéndonos la vida imposible…..no tenemos remedio..
Abrazos sincero..
Gracias, Arturo.
Un placer leerte y releerte.
Magnífico como siempre, Sr. Pérez-Reverte.
Sr Pérez Reverte, da igual el tema que trate en sus artículos, todos son magníficos.
En mi caso, su manera de narrar hace que me incorpore al relato, lo viva desde dentro y consiga emocionarme.
Suscribo lo que usted dice sobre pueblo español añadiendo también las diferencias regionales existentes, que las hay.
Me lo imagino en su biblioteca colocando libros, cambiando de sitio a otros y disfrutando como un niño con juguetes nuevos.
Resultan curiosas las aficiones, diría trabajos, que tenemos las personas.
Yo soy caótica, sabe? Necesito tener todo a mi alrededor lo cual da la impresión de un ‘desparrame’ que sacaría de quicio a cualquiera, pero disfruto con ello.
Para mí significa la libertad total y un privilegio de mi soledad.
Ordeno y coloco las cosas de vez en cuando y permanecen así mientras estoy zascandileando Sanxenxo -Madrid – Sotelo, pero si me siento en un sillón tienen que estar todas las cosas a la vista, desde mi refresco a la lima de uñas.
Con lo único que soy cuidadosa es con mis documentos, esos sí son sagrados, archivados y revisados frecuentemente.
Y una cosa curiosa, no me gusta ordenar, pero ver a los demás como lo hacen me encanta. Es deformación profesional.
Sabe por qué? Da una idea de como las personas tienen estructurada su mente y como encajan los objetos de diferentes tamaños.
Lo utilizaba con mis alumnos pidiendo que ordenaran mi cajón. Me quedaba extasiada con algunos, más chicas que chicos, que hacían un perfecto ensamblaje.
Have a nice day.
( El lunes comienzo mis clases de inglés).
Una muy buena respuesta. En ella se nota la ironía sarcástica para diferenciarse de los ordenados.
Yo soy ordenada a rajatabla. No me sentaría jamás en algún lugar donde todo estuviera revuelto. Necesito el orden en mi vida y en mis cosas para que mi mente funcione bien.
Envidio al señor Arturo P. Reverte porque ese orden que el práctica en su biblioteca, es mi caballo de batalla. Lo intento, pero no siempre lo consigo por falta de espacio en la mía y al final quedan amontonados unos encima de otros, apelotonados en las lejas.
D. Arturo siempre da ideas.
Gracias!!!!.
Excelente artículo, con párrafos de antología («emponzoñados durante siglos por reyes imbéciles, curas fanáticos y políticos infames»). Pero muchas de las cosas que en él se escriben (no todas) las dicen los franceses de sí mismos. ¿Porque somos primos? ¿O porque el comportamiento de los españoles fuera de las crisis y durante ellas es universal?
Andrés Rey de Artieda, por si a alguien le importa
Interesante personaje. Muy hispano. Lo mismo enarboló la pluma que la daga. Muy revertiano. Lo mismo escribió teatro que cruzó ríos a nado con la daga entre los dientes. Muy cervantino. Vida y obra confundidas en una irrealidad exuberante. Lepantiano como Cervantes. Quizàs se conocieron, quizás… … …
En el Siglo de Oro, tenemos tantos personajes interesantes, tantos autores, que, en tal abundancia, nos olvidamos, a veces, de algunos.
Gracias, señor, por recordárnoslo.
A. ¿Qué hacéis aquí? C. Un cesto, una canasta,
tal vez de mimbre, tal de seco esparto,
con que gano el sustento que me basta.
Responde usted a mi pregunta sin hacer, acaso podría usted dar el titulo del poema en cuestión por favor. De antemano, muchas gracias.
En mi opinión el problema de España y de los españoles es algo más amplio, en mi opinión, que lo expresado por don Arturo. A lo largo de la historia hemos planteado y experimentado de todas las formas posibles a lo que denomino la «Ley del péndulo». Vamos de un extremo al contrario sin pararnos en el centro, en la equidistancia, en el pacto y el diálogo, en aquello que nos sirve a todos y a todos beneficia, aunque sin contentar plenamente a alguien. Somos, salvo muy contados ratos, y normalmente de forma salvaje, de una opción o de la contraria; y esperando a sacar la navaja goyesca a la menor ocasión con la boca encajada y el gesto fiero. Por eso cuando, de cuando en cuando, nos entendemos y unimos fuerzas somos imparables y lo más parecido a los propios ángeles, consiguiendo superar los retos y logrando victorias y logros asombrosos para el resto del mundo que nos mira con ojos extasiados. Es nuestro carácter, sólo que no sabemos ponernos en ese estado místico por nosotros mismos sonriendo y abrazando al hermano. El día que consigamos dominar esa impotencia temblará el mundo.
Intentos de equidistancia, sr. B., estimado, haberlos haylos, tanto actualmente como históricamente. El problema del país, entre otros muchos, es que cuando surgen personajes equidistantes les dan hasta en el carnet de conducir por ambos bandos, los de los extremos pendulares, esos que, en contra de la física, sea esta física-política, física-social o física-religiosa, van de un extremo a otro sin pasar nunca por el centro. Quizás estén sujetos sólo a la física cuántica.
En todas las épocas ha habido equidistantes. Recuerdo los escasos pero importantes ilustrados españoles a los que les forraron, a casi todos, a hostias. Por no recordar a los centristas republicanos o a los fracasados centristas recientes (algunos, eso sí con poco fundamento y con veleidades faranduleras).
En resumen, si eres equidistante, mejor te lo callas o te van a dar por los dos lados. Los extremos se unen para acogotar al moderado, al que predica el consenso y el equilibrio. Hay que desequilibrar al que equilibra.
Normalmente, los equidistantes suelen ser casi todos heterodoxos. Aquellos que no comulgan con ninguna ideología o con ningún dogma, sobre todo los que terminan en «ismo». El ejemplo ineludible en este tema tan complejo es, por supuesto, Miguel de Unamuno, adalid del equilibrio, al que usaron los «hunos» y los «hotros», los pendulones, como saco de entrenamiento boxístico.
Heterodoxia, libre-pensamiento, moderación, cordura, equilibrio, liberalismo, iluminación ilustrada, quizás es el conjunto de cualidades que no abundan en nuestro preciado y maltratado país.
Un abrazo.
Por cierto, sr. B., se me olvidaba, un personaje conocido muy bien por todos los zendianos, don Arturo, es el típico equidistante actual. Y, fíjese, le arrean por todos los lados. Las críticas injustas le llueven desde los tirios y desde los troyanos. Cierto parecido con Unamuno. Un día de estos nos lo destierran a Fuerteventura… o a la isla de Perejil.
Me da igual, querido amigo. A estas alturas de lo vivido y conocido, yo ya no tomo partido ni en un Real Madrid-Barcelona. Que me den y que les den a todos. Ninguno merece mi aprecio ni mi fidelidad. Como don Arturo, sólo me fío de mi biblioteca.
Por favor, sr. B., no hablemos de futbol, origen de los movimientos secesionistas y de los nacionalismos fanáticos. El futbol no es un deporte, es puro negocio y pura ideología, manejado por ambos. No hay aficiôn, hay fanatismo. No hay deporte, hay espectáculo circense.
El tenis es más asumible pero, desde que Nadal pierde contra el malvado y desagradable Pelopincho (Djokovic), la Badosa también pierde y el Alcaraz no da una, mi moral está por los suelos.
Yo también me he refugiado en mi biblioteca, retomando nuevas y viejas lecturas y deleitàndome con, por ejemplo, Montaigne o Proust. Eso sí, en espera de la nueva novela de don Arturo…
Un abrazo.
Muy cierto. Quizás influya una características muy española, aquella de «genio y figura». Me vienen a la memoria dos casos. El primero ya relatado por don Arturo, el de los presos que por los sucesos del 2 de mayo fueron soltados, bajo palabra de volver a la cárcel, para que combatieran al francés. Tras las múltiples revueltas, peleas y escaramuzas solo uno no se presentó en la cárcel para volver a ser encerrado y quizá porque había muerto. El otro casi que conocí hace poco es el de Giménez Pericás, intelectual que, detenido y acusado como tantos, cuando el juez le preguntó si pertenecía al Partido Comunista respondió más o menos así: No, señorita, pero vista está situación pienso inscribirme enseguida. Lo encarcelaron, como se puede suponer. Es también características nuestra la de jugarnoslo todo por una frase o un momento. Como hizo el gran y olvidado Foxá estando de embajador en Italia. El cuñado de Mussolini, el cone Ciano, famoso por sus relaciones con casadas, le dijo en una recepción al verle fumando puros que le iba a matar el tabaco. Y Foxá, español hasta la médula, le contestó » Y a vd. Marcial Lalanda». Lo destituyeron, naturalmente. Como dijo aquel «España y yo somos así».
Gracias por sus artículos y por la imperdible Historia de Europa. Constituye una lectura compartida semanalmente con mi esposa, con quien gozamos de su contenido y de sus expresiones. Personalmente, extraño a Alatriste, y desearía reencontrarlo en nuevas instancias. De nuevo gracias por el material.
¡Qué maravilloso artículo! Y sé que quizás caiga pesado a nuestro querido autor, pero pensé que con la lectura de ese hermoso verso, quizá sería acicate para un nuevo capítulo de todos ustedes saben quién…
Andamos presos de mentiras, las más infames disfrazadas de ideologías absurdas que se basan en el dictado cambiante del que otorga el poder, para continuar en el. La diferencia de lo cíclico de su reflexión durante siglos, que observo en estos días, en cuanto a unir fuerzas y ser solidarios tomo un matiz de confrontación que se nos escapó de las manos.
Se perdió el libro, se pena la verdad..
…la mentira gana batallas, con un dictado , con un relato infame.
El mundo de los idiotas, cambio el formato. J rincón
Saludos
«Que viva un cura mil años entre el frasco y el cambil y que aquí un soldado vil muera por reinos extraños»-
Entre el artículo brillante de un francotirador experto (una vez más) y un caráter hispano impredecible, no me queda mucho margen para argumentar. En fin, a mi edad creo que todavía me llamarían a filas como reservista o me alistaría como voluntario y me dedico una última y noble aventura aunque sólo sea por defender mi país.
…» Todo lo sufren en el asalto, tan sólo no aguantan..que les hablen alto. » De Calderón de la Barca, soldados de España. Quienes fuimos y quienes somos.
Sirva este soberano artículo como homenaje al Teniente Coronel Santos Ascarza muerto en Krasny Bor y vilipendiado en Logroño por analfabetos rencorosos
En mi opinión, nuestros libros son como las herramientas de un carpintero; deben estar allí listas y afiladas esperando ser utilizadas para el próximo trabajo. Después, colocamos la pieza de madera sobre el banco y comenzamos a observar el sentido de sus vetas, su porosidad, su dureza, su tamaño. Estamos listos; sujetamos la pieza con la morsa, tomamos el formón grande y con leves golpes de martillo comenzamos a desbastar la madera, las primeras gruesas virutas comienzan a salir, y en nuestra mente el resultado final está allí presente para guiar nuestras manos. Ahora corresponde utilizar el formón angosto, para los primeros detalles, soplamos para poder despejar el sector y continuar…
Dicen que toda escultura está allí oculta dentro de la pieza de madera o de mármol, solo hay que descubrirla; tal vez con una historia ocurra lo mismo, se encuentra en esa página en blanco frente a nuestros ojos.
Contar la historia como lo hace el señor Pérez Reverte tiene ese encanto del trabajo de un carpintero, de esos que conocen el oficio, la destreza, el ingenio, el detalle.
Al final del día, cuando la mente dice que es hora de dejar el taller, guardamos las herramientas en su lugar, nos quitamos el guardapolvo; y la historia queda allí sobre el banco de trabajo a la espera del próximo día; en el que continuaremos golpe a golpe, quitando solo lo que sobra y dejando únicamente la esencia.
Cordial saludo
Solo una pluma como la de A Perez Reverte puede expresar y definir lo que es una biblioteca : herramienta y refugio .Ahi esta todo dicho.
Mi trato con las gentes de otros países me inclina a pensar que lo que expone Pérez-Reverte no es propio de España en absoluto, y se puede aplicar a cualquier país del mundo.
Quizás, don Efraim, lo que tenemos de propio, de idiosincrasia, es un alto grado de autoanálisis y de autoinculpación, ambos excesivos por demás. Quizás otras gentes, por ejemplo los anglosajones, los germanos (causa para ello tienen) y los francos no se plantean estas cuestiones trascendentales.
Saludos.
La inteligencia artificial nombra al señor Pérez Reverte, justamente en este artículo que aquí comentamos.
La Poesía del Siglo de Oro y los Veteranos de Flandes: Un Encuentro con la Realidad
¡Excelente pregunta! La poesía del Siglo de Oro español, un período de florecimiento artístico y literario en España, ofrece una ventana fascinante a la vida y las experiencias de los soldados españoles, especialmente aquellos que sirvieron en los tercios de Flandes.
¿Qué eran los tercios de Flandes?
Los tercios de Flandes eran unidades militares de infantería española consideradas las mejores de su época. Estos soldados, curtidos en las batallas de los Países Bajos, enfrentaron condiciones extremas y una vida marcada por la violencia y la incertidumbre.
La poesía como reflejo de la experiencia bélica
Los poetas del Siglo de Oro, sensibles a la realidad que les rodeaba, no podían ignorar la figura del soldado y las duras condiciones de la guerra. En sus versos, encontramos:
Descripciones vívidas de la batalla: Los poetas nos transportan al fragor del combate, describiendo el ruido de las armas, el olor a pólvora, el miedo y la valentía de los soldados.
Reflexiones sobre la muerte y la vida: La cercanía constante con la muerte llevaba a los poetas a reflexionar sobre el sentido de la vida, la fugacidad del tiempo y la importancia de la fe.
Críticas a la guerra y a la condición humana: Algunos poetas no dudaron en criticar los horrores de la guerra y la crueldad del ser humano, mostrando un lado más oscuro de la experiencia bélica.
Exaltación de la figura del soldado: Otros poetas, en cambio, exaltaron la figura del soldado como defensor de la patria y ejemplo de valor y sacrificio.
Poetas destacados y sus obras
Aunque no existe un poema específico que reúna a dos veteranos de Flandes lamentándose de su vida, podemos encontrar referencias a estos soldados en las obras de diversos poetas:
Lope de Vega: En muchas de sus comedias, Lope de Vega incluyó personajes de soldados que regresaban de la guerra, con sus heridas, sus traumas y sus esperanzas.
Francisco de Quevedo: Quevedo, con su estilo satírico y mordaz, criticó duramente la guerra y la condición humana, utilizando a los soldados como ejemplo de las miserias del mundo.
Góngora: Aunque su estilo era más complejo y elaborado, Góngora también se hizo eco de los temas de la guerra y la muerte en algunos de sus poemas.
¿Dónde encontrar más información?
Si deseas profundizar en este tema, te recomiendo buscar obras como:
«Con solas sus espadas y sus dagas» de Arturo Pérez-Reverte: Aunque no es un poema, este artículo de Pérez-Reverte ofrece una visión interesante sobre la vida de los soldados españoles en Flandes.
Antologías de poesía del Siglo de Oro: En estas antologías podrás encontrar una amplia selección de poemas que tratan sobre la guerra y la experiencia militar.
Esto lo digo yo:
Al margen de la Inteligencia artificial; es importante destacar algo que hoy está maltratado y desprestigiado, yo diría en el amplio mundo; el valor y el honor, dos virtudes que muy pocos pueden mostrar; solo aquellos que se siente parte de un propósito noble, sin pedir nada a cambio, o al menos que tan solo se los respete.
Cordial saludo
La paz crea hombres débiles, frase tan conocida como cierta. Como española que ha vivido más de la mitad de su vida a ultramar, tengo el privilegio de, sintiendo a España en mis genes, mirarla a distancia, y siempre me sorprende esta contradicción que menciona.
Apuntaré algo en lo que absolutamente no coincido, el comportamiento ejemplar del personal sanitario. El que ha estado en una guerra -y usted lo sabe mejor que la mayoría, Don Arturo- no tiene tiempo de ensayar bailes. Eso es teatro, pues siempre nos han engañado y lo seguirán haciendo hasta que destruyan, y no falta mucho, nuestro Occidente.
A veces es usted tan lúcido, que casi nos puede hacer llorar te emoción. El artículo no tiene desperdicio. Es la pura realidad, y del tiempo pretérito es la pura verdad.
Que la vida le guarde muchos años. Sabe que aquí tiene un admirador, para bien y para mal. Que son los que dicen la verdad aunque estén equivocados.
Y el olvidadisimo Desastre de Annual , en Marruecos .
Sr Pérez Reverte, se ha dado cuenta de que todo lo que escribe, en el presente, pasado reciente o remoto se convierte en atemporal?
Como articulista no tiene rival, aunque el tema trate de algo ajeno a los gustos propios, los lectores siempre podemos sacar una consecuencia, una enseñanza o una reflexión.
Que es usted un gran escritor está
sobradamente demostrado, pero mientras que sus novelas son ficción aunque parte sea histórica, en los artículos aparece el genuino Pérez Reverte,sus creencias, convicciones, gustos personales y todo lo que definen su inteligente, observadora, perspicaz e interesante personalidad.