Puede parecer fatalista titular «Con todo en contra» una novela que de lo que trata es de mujeres trabajadoras, pero hubo un tiempo en el que esto se cumplía y Tea Rooms es buena muestra de ello. Tanto, como de que la literatura ha tenido siempre una doble función de reflejo y crítica social que, si bien no todos los autores han elegido, ha mostrado gracias a la pluma lugares oscuros que muchas veces una parte de la sociedad no parecía dispuesta a mirar.
Quizás por eso la novela se antoja presente cuando empieza de una forma magistral en mitad de una acción, de una frase, en cualquier momento. Pareciera que la autora profetiza que hay cosas que no cambian, como la búsqueda de empleo en condiciones que son siempre son las ideales: y bien que lo sabía ella que comenzó a trabajar a los once años en un taller de costura, uno de esos lugares que la literatura ha romantizado durante mucho tiempo y que, siendo ya periodista, tuvo que buscar una cafetería-confitería para poder aumentar sus ingresos. Escribió, pues, desde la experiencia, generando un microcosmos con el que dibujó el retrato de una sociedad en el que las mujeres vivían a la sombra. Si las condiciones laborales ya eran suficientes para mantener el perfil bajo o para unirse a una revuelta (no olvidemos que los años 30 fueron convulsos en este sentido en prácticamente toda Europa), además ser mujer implicaba no solo las obligaciones familiares que todos sabemos, si no también una serie de comportamientos sociales que se daban por asegurados y asimilados como si no existiera otra opción porque, de hecho, no existía.
Este es el mundo que Matilde, Antonia, Trini, Paca, Laura, Felisa y Esperanza conocen y en el que se mueven bajo la cruel mirada de una encargada que se siente como aquellos capos que aparecerán al final de esa misma década y que, precisamente por ser elegidos entre los que eran de la misma condición que los presos, tendían a mostrarse aún más implacables que quienes les colocaron allí. Esto genera una suerte de crisol de la sumisión en el que la supervivencia, por miserable que sea, es mejor opción que perder el empleo en un mercado en el que la oferta va por delante de la demanda y las calles están llenas de mujeres dispuestas a rogar por tu puesto de trabajo. Pero, y aquí viene lo importante, aún así hay opciones, y Carnés le da a cada una un nombre mientras deja que la protagonista principal vaya descubriendo que tiene derecho a aspirar a mejores condiciones y que esos derechos solo se consiguen luchando de forma colectiva, en este caso no solo como obreras, sino también como mujeres. Porque si perteneces a ambos colectivos, tienes todas las de perder.
Y es que Tea Rooms destaca por su reflejo de la situación politico-social de la época que trasciende en una prosa que intenta no solo que el lector comprenda lo que se estaba viviendo, sino que además busca un sentimiento común de unión ante la injusticia que, si bien hace uso del humor, se vale en muchos momentos del sentimentalismo desprovisto de adornos, presentado de frente y con un lenguaje llano que ayuda a empatizar con las situaciones límite que se antojan cotidianas.
Hay novelas que quedan perdidas, se prohibieron, sus autores se exiliaron y sus títulos permanecen durante años en el olvido hasta que llega una editorial, como en este caso Hoja de Lata, y los rescata. Segundas oportunidades para que los lectores se acerquen a títulos que merecen la pena. Lean Tea Rooms.
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Autor: Luisa Carnés. Título: Tea Rooms. Editorial: Hoja de Lata. Venta: Todostuslibros.
Que estupenda reseña sobre el libro de Luisa Carnés