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Con un par de yemas, literatura que se bebe y se come

Con un par de yemas, literatura que se bebe y se come

De las clases de cocina que imparte la cocinera   se sale preparado para impactar a los próximos invitados, y eso mismo es lo que consigue con su debut literario, Con un par de yemas, un buen abrir de boca para sumergirse en una trama donde marida la intriga con sus mejores recetas.

El leit motiv de Garaizábal (Ferrol, A Coruña, 1980) es «comunicar», cuenta a EFE en una entrevista, porque ella es «habladora por naturaleza», así que lo que volcaba en sus redes sociales —recetas explicadas de manera gamberra cuyo resultado era garantía de éxito para inexpertos en la cocina—- un día se convirtió en un «manuscrito ordenado con un pequeña introducción».

Y un día, una amiga lo leyó y se lo pasó a la editorial Suma de Letras, quien no dudó en encargarle esta primera novela: «Al principio le traté de chalaó al editor pero al cabo de varias llamadas empezó a tomar forma. El libro lo he hecho con mucha ayuda y mucha humildad porque ha sido fruto de un voto de confianza«.

Una suerte de empujón que la cocinera no dudó en dar forma y para ello tiró de su propia vida porque, dado que es su primera novela, no pretendía ser «Platón».

«En esta novela me acerco a mi realidad de una manera exagerada y caricaturizada, me baso en mi vida y la hago muy exagerada para que suene absurda y cómica porque la vida de cada uno no es tan cómica«, afirma la que ha trabajado en los fogones de la Escuela Telva de Cocina (Madrid) durante 12 años, lugar del que acabó siendo directora.

Por eso esta novela arranca con el inminente cierre de su lugar de trabajo, una situación que se propone arreglar con un sinfín de ocurrencias que toman tintes de drama con altas dosis de risas. Pero hay algo más en Con un par de yemas porque esta novela huele hasta tal punto que, matiza Garaizábal, su lectura es como «tomarse una cerveza».

Y es que esta trama es literatura que se bebe y se come, lo mismo que hacen los alumnos de esta escuela, a los que la autora identifica con una receta. Así, Cayetana, una señora de clase alta, es definida como una tarta Saint Honoré clásica, con su nata perfectamente escudillada y unos moñetes como decoración que la hacen un poco cursi y delicada, pero, aun así, excelente.

Pero también, al final del libro, los lectores se encontrarán con las recetas que la protagonista cocina a lo largo de las páginas.

«Tenía muy claro, debido a mi profesión, meter la cocina, porque la cocina es mi lenguaje y me parecía una deuda al lector, una persona a la que no le chifle cocinar no le va a molestar que al final haya un epílogo de recetas, pero las que hayan ido salivando se llevarán una grata sorpresa al ver las recetas», concluye.

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