La última novela de Recaredo Veredas es una parodia de las buenas familias españolas. El protagonista es un hombre que, habiendo sido educado para seguir un camino muy concreto, no para de tener tropiezos. Y todo eso aderezado con sectas rusas, trágicos accidente, aristócratas arruinados y, ay, poetas jóvenes.
En este Making Of, Recaredo Veredas desvela algunos secretos de Soberbia (De Conatus).
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¿Qué diferencia a un arribista de un emprendedor? ¿Quién define qué es arribismo y qué es una búsqueda legítima de la prosperidad? ¿Dónde estaríamos sin los arribistas? ¿Tal vez en la edad de piedra? Sea cual sea la consideración que tengamos hacia ellos, parece indiscutible que los arribistas (o emprendedores) son perfectos para la literatura: cuentan con un propósito y deben vencer obstáculos en su carrera hacia el éxito, claves ambas de cualquier narración desde La Odisea. Su obsesión suele responder a una causa. Puede ser económica, pero la validación ajena, sea de su familia, sea del entorno, suele aparecer siempre. A veces es el único motivo. En la edad madura, esa búsqueda de reconocimiento resulta especialmente penosa. He visto a muchas personas más o menos válidas dejarse la vida en la búsqueda de aprobación de una determinada clase social. Les he visto aguantar lo insoportable, por ejemplo todo un festival de ópera wagneriana. Horas y horas de Odines y Walkirias, gritadas en un idioma que no entendían. También he visto a gente que se dejaba la vida en proyectos editoriales o culturales, sin viabilidad posible, con el único fin de figurar. En el otro lado están siempre quienes dan o niegan la aprobación. Saben que su plácet tiene un valor y lo cobran. Nunca terminan de concederla, por supuesto, porque eso rebajaría su poder.
Soberbia es, también, una reflexión sobre los patrones familiares. Eso de que todas las familias son diferentes es un mito insostenible. La mayoría son iguales. Todos somos arquetipos y los roles se repiten de manera casi inapelable, con minúsculas variaciones. Afirmar que la familia es una construcción matemática parece una boutade, pero puede defenderse con cierta solvencia. Por otro lado, todas las familias son disfuncionales. La familia funcional es un mito. Uno de los más tóxicos, además, porque representa un ideal imposible y la búsqueda de lo inalcanzable siempre causa frustración.
Escribir siempre la misma novela es fácil y más si te sale bien. Al final acabas siendo la versión escrita del grupo que siempre repite el mismo disco. En Soberbia quería cambiar. Tomaría un patrón clásico (la vida de un arribista) e introduciría elementos de ruptura que, sin embargo, se camuflarían en el realismo de la narración. La idea surgió viendo Magnolia, de Paul Thomas Anderson, que es una de mis películas favoritas. Me refiero en concreto la escena de la lluvia de ranas o cuando todos los personajes se ponen a cantar. En mi novela ni hay lluvia de ranas, ni escenas musicales. Desgraciadamente las novelas no se escuchan. Sin embargo sí hay rupturas fuertes de la realidad compartida, como un implante de pulmón que nunca ha ocurrido o sectas de origen siberiano cuya existencia es más que dudosa. Lograr que esas rupturas fueran verosímiles en un contexto realista es lo que más difícil me ha resultado.
¿Cómo la escribí? No he tardado demasiado. Desde el principio supe que quería utilizar una tercera persona, un narrador distante y entrometido al mismo tiempo, que homenajeara a los clásicos de la novela del XIX pero, al mismo tiempo, mirara con una frialdad más moderna, tal vez apoyada en referencias teatrales como Bertolt Bretch. Escribir un primer borrador fue bastante fácil. Escribo bastante deprisa. Demasiado, de hecho, lo que me ha causado ciertos problemas porque suelo dar por aprobados los borradores con demasiada rapidez. La mayor parte del trabajo no ha sido de escritura pura sino de ajuste.
En cuanto a la época elegida —los últimos 60 y los primeros 70—, me interesan bastante quienes no se definieron y esperaron —un paso hacia delante, otro hacia atrás— hasta el último momento para elegir bando e incluso entonces no llegaron a definirse. En Soberbia no les juzgo, simplemente les describo. También muestro los cambios sociales y la dificultad que siempre implica adaptarse a ellos. Es la sociedad en la que crecí, la que conozco y de la que puedo escribir con propiedad.
¿Hay elementos autobiográficos? Siempre existen y puedo reconocerme en todos los personajes, pero también hay pura recreación de lo que he contemplado durante décadas a mi alrededor. Mi contexto social no es elevado, pero sí he podido ver ese mundo, con cierta lejanía y muchísima curiosidad.
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Autor: Recaredo Veredas. Título: Soberbia. Editorial: De Conatus. Venta: Todostuslibros.
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