“En el interior de una novela pueden convivir elementos de los más diversos orígenes, personajes reales e inventados, hechos ciertos o imaginarios. Lo único que debería estar prohibido en una novela es aburrir”, dice el autor de No pidas nada (Alfaguara), que ahora lo cuenta para Zenda.
La idea central de No pidas nada tiene su origen en hechos reales. Se puede decir que nació de la realidad sudamericana siempre con destellos delirantes. Me enteré de tres suicidios de exmilitares que estaban detenidos por crímenes de lesa humanidad. Dos de ellos utilizaron veneno y recibieron ayuda externa. “Huyeron a su manera”, me dijo una de las personas a las que consulté por esas muertes. Otro exmilitar se disparó en la boca dentro de una Iglesia pero logró sobrevivir. Las preguntas empezaron a sucederse: ¿Por qué se matan los que mataron? ¿Es una decisión personal o alguien los empuja a callar para siempre? Por lo que pude averiguar se trató de casos aislados. A los suicidas hay que sumar medio millar de prófugos acusados de crímenes atroces en los llamados años de plomo. Aunque de manera diferente, todos lograron evadir a los jueces. Estuve varios meses sin poder quitarme el tema de la cabeza y fue entonces que tomé la decisión de darle una solución literaria a la cuestión. La trama empezó a tejerse en ese instante.
Apareció una Logia conformada por exmilitares de distintos países de América del Sur, con base en Brasil, que se encarga de facilitar fugas o forzar decesos según convenga “a los intereses de la organización”. Y un periodista: el Tano Gentili, bastante desencantado con su profesión, que se decide a develar lo que ocurre con estas “planificadas salidas de escena”. Para eso viaja a Río de Janeiro, donde terminará infiltrado en una favela entre narcos, espiritistas y paramilitares en medio del Carnaval.
Me siento tentado a hacer una aclaración: ¿por qué un periodista y no un detective o un agente de seguridad en “la búsqueda de la verdad”? Ocurre que el policial argentino tiene un problema que, a mi juicio, se convirtió en virtud. En esta parte del mundo, a diferencia de lo que pasa en Estados Unidos o Europa, es muy difícil poner en cabeza de una investigación a un detective o un comisario. Los años de dictadura y los altos niveles de corrupción en las fuerzas policiales le quitan verosimilitud a este tipo de personajes. Por eso muchas veces los escritores de esta parte del mundo apelamos a otro tipo de investigadores. Con todo, el Tano Gentili tiene una fuerte impronta chandleriana: es “un tipo independiente que trabaja para ser independiente”. Un hombre que reivindica su derecho a decir que no. Una suerte de perdedor que logra dominar sus temores y se anima.
En No pidas nada se despliega otra historia complementaria que se va entrelazando con la original. Se alternan hasta lograr tensar la cuerda dramática de la memoria y el olvido en plano social y personal. Una diputada le pide ayuda al abogado Mariano Márquez, personaje que aparece en mis novelas anteriores (Un crimen argentino y A cuántos hay que matar), para que un general retirado no quede libre del asesinato de sus padres. En esa línea desarrollo un tema tabú en Argentina: la venganza por mano propia sobre aquellos que ejecutaron desapariciones y torturas.
No pidas nada, mi tercera novela, es producto de dos años de investigación y otros dos de escritura. Es una historia infectada por la realidad pero cincelada en base a ficción. Javier Cercas define a la novela como un género sucio. Es una buena definición. Desde El Quijote hasta la actualidad todo vale a la hora de narrar. En el interior de una novela pueden convivir elementos de los más diversos orígenes, personajes reales e inventados, hechos ciertos o imaginarios. Lo único que debería estar prohibido en una novela es aburrir. El mandato, como diría Roberto Fontanarrosa, es contar una buena historia y contarla bien. Considero que No pidas nada cumple con este requisito. Quienes se animen a ingresar en el mundo del Tano Gentili lo acompañarán hasta el final de su aventura.
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Autor: Reynaldo Sietecase. Título: No pidas nada. Editorial: Alfaguara. Venta: Amazon y Casa del libro
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