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Contra el vacío nihilista

El catedrático de filosofía Josep María Esquirol (Mediona, 1963) publica, de nuevo en la editorial Acantilado, la tercera parte de su propuesta filosófica, conocida como «filosofía de la proximidad». Así pues, a Humano, más humano: Una antropología de la herida infinita le han precedido La resistencia íntima: Ensayo de una filosofía de la proximidad (Acantilado, 2015) y La penúltima bondad: Ensayo sobre la vida humana (Acantilado, 2018).

El profesor barcelonés, situándose fuera de la tradición tratadística, escoge nuevamente el ensayo filosófico. Se propone, en esta última obra, bucear en la profundidad de lo humano. Señalar su gravedad y abogar por intensificarla, que no ir más allá de ella: no es más allá de lo humano, sino más humano. La gravedad de la palabra (“la palabra solo es propiamente palabra si se nota en ella el aliento de la conmoción y de la no indiferencia”); del canto; del consuelo; de la compañía, o de lo cotidiano (“el tiempo de la repetición y la orientación cotidiana”). El ensayo irá al encuentro del yo, profundamente atado este a la colectividad. La búsqueda se enraíza y se enreda, pues, en una pregunta difícil: ¿quién es el ser humano? O ¿qué es la humanidad?

"Ser humano es asimismo replegarse: sentir que sentimos, que se nos despierta la necesidad de situarnos. Una actividad reflexiva y salvadora"

“La humanidad surge de la profundidad invisible, de la vibración anímica, que es gozo y sufrimiento, y promesa de curvatura poiética —de acción justa y bondadosa—“, asevera el filósofo. Y más tarde, aclara: la curvatura poiética es aquello que amplifica la vida y acompaña las heridas. Que crea mundo. La filosofía es una modalidad de la curvatura. Pero no la aristocrática, dogmática o academicista, sino la de la proximidad. Y también lo es la poesía, la buena poesía, pues consigue “abordar significativamente la experiencia del nacimiento y de la muerte”.

La humanidad es, también, tener un nombre. El nombre cristaliza el milagro de emerger de la nada (esto es, el nacimiento). El nombre, no como autoría o propiedad, sino como nombre de pila. Poder llamarte. Llegados a este punto, el autor recuerda la terrible costumbre nazi de borrar los nombres de los presos de los campos y sustituirlos por números. Ser humano es asimismo replegarse: sentir que sentimos, que se nos despierta la necesidad de situarnos. Una actividad reflexiva y salvadora.

"La herida del tú es la del amor. El recibimiento, el nombrarnos mutuamente, el regalo de la presencia, y, con ella, la consistencia del mundo"

No obstante, Esquirol elige detenerse especialmente en la siguiente condición: ser humano es estar atravesado por cuatro heridas. La de la muerte, la de la vida, la del mundo y la del tú. Por supuesto, el barcelonés nos recordará el hermoso poema hernandiano (Llegué con tres heridas…), y hará alusión también a la gozosa herida espiritual de San Juan de la Cruz, celebrando la mágica intuición de la buena poesía (esta poiesis referida anteriormente).

La de la muerte es la herida de la finitud, a través de la cual la necesidad de consuelo del ser humano será insaciable (aquí toma prestado Esquirol la voz de Stig Dagerman). ¿Y la de la vida? Es una “claridad dulce”, un abrazo, un sentirse viviendo. La del mundo es aquella que se abre en virtud del asombro, del descubrimiento. El mundo nos maravilla y nos perturba. Y la herida del tú es la del amor. El recibimiento, el nombrarnos mutuamente, el regalo de la presencia, y, con ella, la consistencia del mundo.

"Curarnos de las heridas infinitas es guardarnos, o abrazar, un poco de infinito. Y la pereza retórica o nihilista nos lleva por caminos opuestos"

Estas heridas infinitas no precisan curarse; de hecho, porque son infinitas, no tienen cura. Precisan acompañamiento, y ampararnos en lo concreto (al fin y al cabo, lo que deseamos es encontrarnos a nosotros mismos, esto es, concretizarnos). Las cuatro heridas beben unas de otras, se hieren unas a otras, pero también se complementan: el exceso de noche (la herida de la muerte) se anuda a la luz del día (la herida de la vida), en una suerte de continuo.

Tal visión o propuesta filosófica contrasta gravemente con aquella otra que, denuncia el autor, ha inundado nuestro mundo actual: la de la ‘pereza nihilista’; es decir, la reflexión de que “dado que lo que tenía que hacerse ya se ha hecho, no queda nada por hacer”, la cual “erosiona eficazmente canto y palabra y silencio”. Curarnos de las heridas infinitas es guardarnos, o abrazar, un poco de infinito. Y la pereza retórica o nihilista nos lleva por caminos opuestos; nos regala una nada simplista “que lo devora todo”.

Esquirol emplea un lenguaje blando, extremadamente cercano, pues filosofa sobre lo cercano. A veces, la tensión poética le gana el pulso al tono ensayístico, y hallamos imágenes, símbolos y metáforas muy bellas y expansivas.

"Humano, más humano se recibe como un espacio de reposo ante las sensaciones de vacío y desubicación que actualmente nos constriñen"

Este texto se empapa de sí mismo, se conmociona con aquello sobre lo que medita. Hay una armonía muy interesante entre el estilo y el objeto que relata. Y, no obstante, bajo esta amabilidad y belleza lingüísticas, subyacen unas significaciones muy hondas. Pues Esquirol, para articular su propuesta, debe partir de conceptos filosóficos tradicionales para cuya comprensión se exige a un lector ideal muy alejado del medio. Así, el autor recurre a conceptos y teorías de filósofos como Nietzsche —al que debe el título del ensayo—, Kierkegaard, Adorno, Arendt, Tomás de Aquino o Simone Weil, por nombrar algunos. Los reinterpreta, amplifica, refuta o celebra, en pos del enriquecimiento de su propia teoría. Es difícil seguir el diálogo intertextual que vertebra el ensayo.

A pesar de ello, Humano, más humano se recibe como un espacio de reposo ante las sensaciones de vacío y desubicación que actualmente nos constriñen. Un espacio, eso sí, trabajado, plural y aún en proceso de gestación.

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Autor: Josep Maria Esquirol. Título: Humano, más humano: Antropología de la herida infinitaEditorial: Acantilado. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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