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Convertirse en pez no es fácil

Convertirse en pez no es fácil

“Convertirse en pez no es fácil.
Cuando un ser humano intenta hacerlo ocurre esto:
el corazón se vuelve lento como un domingo por la tarde,
las arterias, arteriolas, capilares vénulas y venas se achican,
los pulmones y los músculos se achican también (…)
repito: convertirse en pez no es fácil”.

Un libro sobre las costas españolas con la idea de que España podría ser una isla o es casi una isla. Un libro así es muy ambicioso. Laberinto mar (Alfaguara), de Noemí Sabugal, es ambicioso. Lograr un libro así, envolvente, con sus vaivenes, sus galernas, sus voces escuchadas, no es fácil.

Para convertirte en pez, primero debes bucear en las profundidades:

Le pregunto a Noemí: «¿Cómo pasaste de la oscuridad de la mina en Hijos del carbón, su obra anterior, a la luz del mar?». Noemí dice: “Las vidas duras de la gente de la mina, los accidentes, los dramas, las vidas duras de las gentes del mar”.

En este ensayo de periodismo literario están las vidas de las gentes del mar, mariscadoras, percebeiros y bateeiros; y las vidas de los que emigraron, los cinco millones y medio de españoles que se fueron entre 1860 y 1936 y, al tiempo, las vidas de los migrantes que llegan cada año, y las muertes de los que se traga el mar; y están las historias de naufragios y las historias de narcotráfico; y están los Marina D’ Or que han inundado nuestras costas y el señor British que busca el sol, y está ella en cada latido.

Que esté ella le da una textura especial: Noemí —que no Sabugal— y sus recuerdos del Cantábrico en la playa de San Lorenzo de Gijón, que todos los del norte tan bien conocemos; Noemí y su querencia por el Mediterráneo.

Noemí y el mar.

Este libro lo contiene todo. El infinito mar de nuestros casi ocho mil kilómetros de costa. Los que están fuera y los que están dentro, y debajo, y por encima. Noemí Sabugal demuestra que sabe, demuestra que entiende.

Para convertirte en pez debes dejar en tierra lo accesorio.

Dice Leila Guerriero que para escribir uno de sus perfiles descarta el noventa por cierto de la información que obtiene y solo se queda con ese diez por cierto, bien escogido, en el que cada declaración es certera y no sobra ni una palabra. Ese ejercicio de contención está en Laberinto mar.

Para convertirte en pez debes tener los ojos abiertos dentro y fuera del agua.

Cuando la brillantez de Sabugal brilla más es en esas descripciones surrealistas de pequeños momentos que no dirían nada a nadie, pero que lo dicen todo cuando lo cuenta ella. La niña que gira sobre sí misma en el vestíbulo de un hotel de Marina D’Or en un día de hora punta de agosto, cuando aquello parece un aeropuerto y los niños corretean impacientes por tirarse a la piscina:

“Una niña ha empezado a dar vueltas con su maleta de ruedas. Intenta marearse y que la cabeza le dé vueltas, que es la manera que tienen los niños de emborracharse y no notar el paso del tiempo cuando se aburren”.

O esa conversación vital entre el padre marinero y la hija poeta, Patxi y Leire Bilbao, con los versos de fondo.

“De niña odiaba al hombre que venía a casa

sin afeitarse, con aquel olor a Old Spice”.

También en esas frases que tienen el dardo en la palabra:

“El mar, tan hermoso y tan vivo, sigue siendo un camino para traficantes del dolor”.

Para convertirte en pez debes ser ágil, la más ágil, la más rápida.

Sabugal pasa sin respiro de las señoras de la limpieza de un hotel de lujo a un cuadro de Sorolla —el pintor de los destellos de luz sobre las olas—; de los rapiñadores que hacen naufragar los barcos para quedarse con sus pertenencias a las heroínas de Sálvora que rescataron a cincuenta y ocho náufragos; de los arponeros vascos a las gallegas que descuartizaban ballenas; del Quijote a Pío Baroja. También de norte a sur, de la Ondarroa vasca a la playa de Aguas Calmas en Canarias; de oeste al este, de Galicia a la Costa Brava. Es un viaje circular, como el que recorre una isla, circular en la geografía, circular en el tiempo.

Para convertirte en pez debes amar.

Amar y amor. El amor por el mar y por los que lo habitan. Si hay algo que caracterice la escritura de Sabugal, además de la excelencia, es el amor. Ella siente amor por los personajes de los que habla, por los lugares, por las historias. La imagino escuchando tan concentrada, con esa mirada calma en los ojos, dime más, vamos, tranquilo, confía en mí. Sabugal tiene algo que te hace confiar en ella. También cuando la lees. Confía en mí, te dicen sus páginas, y tú sigues leyendo y leyendo, sumergida, sin querer salir nunca a la superficie. Sin querer volver a ser humana, porque sin saberlo te has convertido ya en pez. Y convertirse en pez no es fácil.

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Autora: Noemí Sabugal. Título: Laberinto mar. Editorial: Editorial. Venta: Todostuslibros.

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