La escritora Corina Oproae, nacida en Rumanía en 1973 pero establecida en Cataluña desde 1998, ha obtenido el XX Premio Tusquets Editores de novela 2024 con La casa limón, sobre los años de «descomposición» del régimen de Ceaucescu narrados desde los ojos de una niña.
El jurado, presidido por Antonio Orejudo y formado por Bárbara Blasco, Eva Cosculluela, Silvia Hidalgo y Juan Cerezo, en representación de la editorial, ha acordado por unanimidad premiar esta obra, que consideran «extraordinaria y singular en la literatura española, por su escritura precisa y evocadora, cruda y onírica, y por el testimonio de vivencias históricas de la Europa del Este».
Aunque se trata de su primera novela, Oproae tiene publicados tres libros de poesía en castellano y, en catalán, un título sobre reflexión poética, además de haber firmado numerosas traducciones en estas dos lenguas de autores como Marin Sorescu, Lucian Blaga, Gellu Naum, Ana Blandiana o Tatiana Tibuleac.
Con nacionalidad española desde el año 2002, hoy ha descubierto que la historia surge de la necesidad de «desenterrar un mundo» que había quedado en su interior, además de considerar que no hay que «olvidar» las lecciones de la historia y la literatura «es una manera de contribuir a ello».
En La casa limón narra la vida de los últimos veinte años del comunismo rumano a través de la voz narrativa de una muchacha, con sus «vicisitudes y miserias en un régimen tan rocambolesco y kafkiano«, con una pátina de ternura, con «pequeños gestos de amor que la salvan, en una familia de clase media».
Muros hechos de libros
«No recuerdo cuántos años tengo, pero sí que vivo debajo de una gran mesa de madera, en un castillo infinito, cuyos muros están hechos de libro», arranca esta novela, en la que la casa limón es el «símbolo, la metáfora de ese régimen, de ese mundo que se desmorona, con unos protagonistas que lo viven como si nunca se pudiera acabar».
Ha destacado que la voz de la niña le permite mostrar la capacidad de asombro ante el mundo, mirar como si todo ocurriera por primera vez.
«Yo misma —ha confesado— todo lo encontraba de una asombrosa normalidad. La falta de libertad era lo normal, las delaciones por parte de tus compañeros eran cosas que sucedían y te parecían naturales».
A su juicio, la novela, por tanto, puede verse como una narración sobre el comunismo, pero sobre todo es «una historia particular, de una niña particular, con todo un mundo fantástico y onírico, dándose las claves en la primera parte».
Como ya ocurría en sus libros de poesía, además de aparecer su país de origen, los lectores podrán descubrir las obsesiones que tiene como autora, desde la reflexión sobre la muerte y la enfermedad a la ausencia».
A pesar de tratar sobre estas cuestiones, ha querido destacar que tiene la sensación de que el relato es «luminoso», en parte gracias a la voz de la niña, y tampoco cree que esté «blanqueando» ese régimen dictatorial.
En este punto, ha aseverado que desde pequeña acarrea libros y se hacía un castillo con ellos, con lo que la historia también puede verse como una «resistencia» ante una dictadura.
En su opinión, «todas las dictaduras se parecen y, por desgracia, España y Rumanía compartimos eso».
Estudiante de Filología inglesa e hispánica en Rumanía, Corina Oproae siempre ha tenido facilidad con las lenguas y no ha escondido que se enamoró de la literatura española gracias a los poetas de la Generación del 27, con apenas dieciocho años, pero también de ‘El Quijote’, y en catalán de Mercè Rodoreda.
Otros referentes literarios han sido Agota Kristof, la Premio Nobel de Literatura Herta Müller o la poeta Emily Dickinson.
A la convocatoria de este año del Premio Tusquets, con una dotación económica de 18.000 euros y una estatuilla de bronce diseñada por Joaquín Camps, han concurrido un total de 757 originales.
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