Día 4
Llevo un par de horas sentada en la redacción y los vaqueros se me han adherido a las piernas como dos lenguas congeladas. Siento la humedad del sujetador y de las bragas. Los huesos fríos. Voy a por un café a la máquina. Necesito un incentivo. Cincuenta céntimos de agua hervida, leche en polvo y cafeína almacenada en filtros inoxidables que nadie limpia jamás.
El titular de la manifestación lo he estado viendo venir durante las cuatro horas de lluvia que me he pasado en la calle. El cielo no ha tomado aliento y bla, bla, bla. Es inevitable y previsible: Madrid llora el 11-M. El cielo llora el 11-M. El cielo también llora… Pienso en darle una vuelta, pero seguro que la metáfora vuelve a mi mesa. Ya es muy tarde. Es una pena. Mañana todos titularemos igual. Cursis y repes como cromos infantiles.
Empiezan a llegar las primeras fotos de agencia: nubes de paraguas. Son bonitas, distintas a cualquier otra manifestación de duelo. Paraguas rojos, de lunares azules, rayados; infantiles con los ojos perplejos, de Hello Kitty, estampados, con cuadros escoceses, transparentes… Se podría jugar con la fuerza del color en las imágenes para mejorar el titular. Pero no lo haremos.
Estoy destemplada. Debí haber tenido la feliz idea de comprarme un paraguas en Serrano. Hubiera sido más útil que colgarme del cuello los 4.958 euros que pagué en Chopard.
Cierro los ojos y vuelvo a ver esas caras, todas ellas. ¿Acaso no eran todas la misma? Tantos rostros, un gesto multiplicado, las voces borrosas, empapadas; los labios mudos. Todos juntos para sentir lo que no tiene sentido. Había tanto miedo por metro cuadrado. Decenas de miles de personas asustadas, confundidas, amenazadas. Algo así ha sido la manifestación para mí. Creo que todo ese miedo no viene de las bombas. Lo guardamos y lo engordamos en nuestras casas, lo alimentamos cada día y lo arropamos cada noche. Lo hacemos crecer hasta que está listo para devorarnos.
Paso a un Word mis notas antes de ponerme con el texto final. Corto y pego del mail lo que me han pasado Martínez y Muniesa para trabajar en un solo documento. La parte de color de Muniesa me vendrá bien para meter morcillas. Muniesa ha cogido todas las proclamas, y Martínez ha sumado los datos de rigor y revisado teletipos. Encuentro entre mis notas la estupidez que escribí en casa, antes de salir hacia la morgue: “Voy a comprarme un colgante caro porque estoy viva y porque estoy sola”.
La lluvia ha mojado también mi cuaderno y algunas de las notas que tomé en la manifestación son ahora manchas borrosas.
—Mamá, ¿Cuándo empieza la manifestación? Llevamos mucho rato aquí quietos y no pasa nada.
—Metro gratuito.
—Chica de 15 años con piercing en la lengua: “No tenemos nada que decir, sólo tenemos que estar”.
—Convocada a las 19:00 horas. Tiendas cerradas desde las 18:30 horas. Otras convocatorias a las 12:00 horas en distintas provincias españolas.
—Lazos negros en balcones y comercios por toda la ciudad. Crespones dibujados en sábanas extendidas sobre las fachadas.
—La gente grita: “Todos íbamos en ese tren”, “No estamos todos, faltan 200”, “España, unida, jamás será vencida”.
—Proclamas de condena del atentado. Lo que más suena es “Eta no”, pero también se escucha “Al Qaeda no”.
—Una sola demanda al gobierno. “¿Quién ha sido? Queremos saber”.
A continuación corto y pego las notas de Martínez. Agradezco que haya dejado resuelta la parte de agencias. Puedo ahorrarme entrar a filtrar.
—Nunca antes tanta gente. No desde Miguel Ángel Blanco, puede que tras el intento de golpe de Estado del 23-F. Hay más gente que en la manifestación contra la guerra de Iraq.
—Teletipo (EFE): 2,3 millones de personas concentradas en Madrid (ojo! De los tres millones largos de habitantes que viven en el área metropolitana. Todo el mundo está en la calle).
—Importante. Todos, todos: El Príncipe y las infantas Elena y Cristina se manifiestan. Primera vez que un miembro de la familia real lo hace.
—Teletipo Reuters: 1,5 millones de personas en Barcelona bajo el lema: “Avui jo també sóc madrileny”.
—“El PP miente, queremos la verdad”. Nota de Muniesa: Lo he escuchado varias veces, pero no publicar si nadie más lo ha oído, no deberíamos politizar más de la cuenta la manifestación. El lema que más ha sonado ha sido el silencio de la gente.
Por último un par de aportaciones de Martínez.
—Curioso lema de la manifestación. Pancarta de cabecera: “Con las víctimas, con la constitución, por la derrota del terrorismo”. Matiz político: hace poco el PP rechazó reformar la constitución. ¿Es un eslogan? Raro.
—Faltan dos días para las elecciones.
Es la clase de crónica que se escribe sola y que nadie se leerá, por vieja, por la mañana. Aunque tiene cierto interés para los manifestantes, que son protagonistas del periódico por una vez. Y esta vez son muchos… En todo caso, la información ya está en la web, las imágenes se repetirán machaconas en la tele y las radios alternarán las mismas cifras y el mismo goteo de testimonios que recogieron en directo en la mani durante todos los cortes informativos.
En este momento tengo la misma información que si me hubiera quedado en casa viéndolo todo por televisión, con la diferencia de que en ese caso estaría seca. En cambio estoy empapada, son casi las dos de la madrugada, sólo tengo notas amontonadas a modo de crónica de la manifestación y aún no he empezado con la morgue.
Apunto una última cosa, directamente en el ordenador: “Cada palabra tiene que estar encharcada en esa lluvia incómoda que ha barrido la piel de la gente. No podemos 79 sentir lo que no tiene sentido, pero podemos tener menos miedo si compartimos la misma lluvia”. No estoy segura de esto último. Sigo escribiendo: “Diría que algunos no quieren que les quiten su miedo por nada del mundo. No podrían vivir sin él. Igual que yo no puedo vivir sin Eric”…
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Fragmento de Cosas que brillan cuando están rotas. Autora: Nuria Labari. Editorial: Círculo de Tiza. Páginas: 216. Edición: papel.
Sinopsis: «El 11 de marzo de 2004 Madrid sufrió el peor ataque terrorista de su historia. Diez minutos después de que las bombas explotaran, sonó mi móvil. Entonces yo trabajaba como periodista. Las dos semanas siguientes las pasé en la calle, en los hospitales, en la morgue». Cosas que brillan cuando están rotas es una crónica novelada que busca entender el origen del mal, aquello que ocurre cuando nadie conoce la verdad, pero todo el mundo se siente dueño de ella.
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