¿Cómo planificar y ejecutar un crimen en un entorno hermético literalmente tapizado de cámaras de vídeo vigilancia que funcionan sin cesar día y noche? Juan Miguel Aguilera ofrece respuesta al misterio, versión del clásico enigma de la habitación cerrada, en su última novela, Arcología (Reino de Cordelia, 2025), ilustrada por varios de sus dibujos, un thriller que rompe los límites de género. Y para ello viaja en el tiempo y el espacio, a la segunda mitad del siglo XXI, al litoral de Bretaña (Francia), a la Costa de Granito Rosa, donde se encuentra una portentosa estructura con forma de pirámide, una de las arcologías construidas por China en Europa para enfrentar los efectos del calentamiento climático.
La urbe ecológica de ficción que describe Aguilera se llama Xingfú Weilái, Futuro Feliz en mandarín. Tiene un kilómetro de altura, puede albergar hasta un millón de personas y dispone de una tupida red de vigilancia. Una ciudad utópica, autosuficiente y sostenible que recuerda un inmenso centro comercial en el que sus habitantes, bajo el constante control de las cámaras, residen y trabajan sin necesidad de desplazarse. Imposible cometer allí un crimen, presume la bella y gélida jefa de seguridad, Kiang An-An. Sin embargo, la extraña muerte de un ingeniero que trabaja en el mantenimiento de los sistemas de potabilización en equipo con dos buceadores y un par de drones desata la alarma. Una mínima fisura en su sofisticado exosuit, mezcla de traje de buzo y mini submarino, ha destrozado su cuerpo. ¿Accidente o asesinato? An-An inicia la investigación junto al capitán Erwan Le Bihan, que actúa como observador por estar en terreno francés.
Formado como diseñador industrial, su base teórica siempre ha ayudado a Aguilera a concebir los escenarios de sus historias, y eso le permite lucirse en esta ocasión, pues arquitectura y diseño son piezas fundamentales del argumento. Se inició a mediados de los setenta practicando el subgénero hard con Mundos en el abismo, coescrita con Javier Redal, que dio origen al universo de Akasa-Puspa, y a lo largo de su trayectoria ha tocado otros palos, desde la fantasía histórica (La locura de Dios) a la histórica-especulativa o la fantasía oriental, cosechando varios premios, entre ellos el Celsius 2010 en la Semana Negra de Gijón. En su último título armoniza la invención de los espacios y artefactos futuristas con la atención al desarrollo de los personajes. El gendarme Le Bihan ejerce de testigo, entre pasmado y escéptico, de una ciudad que ofrece la máxima seguridad y confort a sus habitantes, incluso lujos como refrescos de Coca-Cola, cerveza Guinness y quesos selectos, pero a cambio se infiltra en su intimidad, algo que le repugna. An-An está habituada a los ojos de las cámaras y no le preocupan. Es una mujer distante de gran eficacia profesional, con un trágico pasado en la estación espacial La Tejedora, donde vivió los mejores y peores días de su vida. Las pesquisas les conducen a otro ingeniero, colega y amigo del difunto, un rumano de origen gitano, pero tras horas y horas de visionar grabaciones no encuentran ninguna prueba de su implicación en el crimen. En el pasado de este sujeto, cuya única distracción parece ser tallar pequeñas figuras de animales mitológicos, se presiente una gran pérdida que le hace cultivar a fuego lento el deseo de venganza.
El lector conoce desde el principio al asesino, intuye su motivación, pero ignora cómo ha podido burlar la estricta vigilancia; y esa ignorancia es el motor de la intriga. La acción avanza a buen ritmo, combinando varias tramas, y en algún momento la historia retrotrae a las primeras lecturas juveniles, cuando te dejabas llevar por el placer inocente del descubrimiento entre el estupor y la maravilla. En el trasfondo, Aguilera plantea temas de calado: ¿es posible crear una utopía en la que el hombre ejerza el libre albedrío sin necesidad de un Gran Hermano vigilante? ¿El desarrollo tecnológico frenará los instintos básicos del ser humano, que le han llevado a amar y matar durante milenios?
Cual reportero del futuro, intercala en el texto breves apuntes y notas que reflejan la realidad cotidiana de 2050 a 2100: la declaración de Texas como nación independiente de Estados Unidos, la pugna entre China y la República de India en torno a una estación espacial, La Tejedora, en la que los chinos intentan extender una sombrilla de grafeno para mitigar los rayos solares, los cataclismos en África, la oferta de robots para cuidar ancianos, cambios de sexo exprés…
En su faceta de novela de ciencia ficción, Arcología se acerca más a la ciencia que a la ficción, la más realista que su autor ha escrito. De hecho, las urbes ecológicas ya están en marcha y los gurús de la tecnología anuncian el fin de los móviles. En el futuro imaginado por Aguilera se han impuesto los Asistentes Personales (AP), un simple parche de siete centímetros que se adhiere a la nuca y conecta al usuario con la red global. Los psicotatuajes que brotan de pronto sobre la piel y se desvanecen es uno de los hallazgos más sorprendentes, y también otros más tópicos, como las aceras rodantes de varias velocidades que remiten a los pioneros de la ciencia ficción.
Hace ya once años se publicó su anterior novela, Sindbad en el país del sueño, pero eso no significa que haya estado inactivo, porque combina la creación literaria con la ilustración. Ha creado portadas para los sellos Nova, Gilgamesh, Fantascy y el cartel de las Imaginales de Espinal. Su cubierta para The 1000 Year Reich, de Ian Watson, fue finalista de los BSFA Awards de 2016 y le valió el ESFS Award de 2017. En 2023 coordinó e ilustró el libro-homenaje 100 años de Pascual Enguídanos, uno de los pioneros de la ciencia ficción española, natural de Llíria (Valencia), creador de la mítica La saga de los Aznares. Tras superar un ictus, ha vuelto a las andadas literarias, ha cogido carrerilla, ha escrito otra novela tras Arcología y ha empezado una nueva, en la que trabaja febrilmente ahora. Porque el espacio se expande sin cesar y se nutre de historias.
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Autor: Juan Miguel Aguilera. Título: Arcología. Editorial: . Venta: Todostuslibros
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