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Críticas a una «progresía» boba y cómplice

Críticas a una «progresía» boba y cómplice

“El paso decisivo para empezar un proceso de emancipación intelectual es darse cuenta uno mismo de que no hay ninguna obligación moral de ser de izquierdas”, lanzó Fernando Savater, y una vez más los navajeros de las redes sociales salieron a degollarlo. El filósofo español, que tan bien conoce a los argentinos, escribe —con simple sentido común y sin supersticiones biempensantes— unas pequeñas columnas sabatinas y lapidarias en El País de Madrid y acaba de publicar en la Argentina un libro que las reúne y las supera, puesto que a cada pieza le ha agregado ahora una reflexión incisiva. La obra se llama “Solo integral” y trata acerca de la construcción del “progresismo” como lugar del bien absoluto y de supuesta superioridad moral (“la izquierda da fueros”, decía Néstor Kirchner para explicar su giro oportunista y su gran impostura), y también la perplejidad de un “socialdemócrata de toda la vida” al ver las falacias que dominan hoy ese territorio discursivo. “A los que me preguntan cómo he cambiado tanto —declara Savater— les respondo que (aparte de mi derecho a mejorar intelectualmente, reconocido incluso a tan provecta edad) la pregunta que deben hacer es cómo ha cambiado tanto la izquierda que yo conocí”. Significativamente, el ensayo comienza con la evocación de su mujer Sara (“inolvidable amor de mi vida”), que murió hace unos años y lo sumió en una profunda tristeza; uno adivina en seguida que ese episodio personal y devastador lo liberó también de cautelas. Savater fue siempre un enemigo acérrimo del nacionalismo, y la asociación del socialismo español con los separatismos le resultó intolerable, pero no se contenta aquí con ese aspecto sensible; avanza sobre todo el argumentario progre: denuncia que el rey está desnudo y paga el precio. Es que se vive más tranquilo en la silente aquiescencia a tanto prejuicio y estupidez que en las aguas abiertas y peligrosas del cuestionamiento.

En la página 36 de su compilación se muestra indulgente con las ideas revolucionarias de la primera juventud; sin embargo, advierte: “Si apenas han salido de la adolescencia hasta pueden emocionarnos con su arrebato justiciero por despistado que esté; pero esos maduros, esos viejales que se ufanan de ser más radicales aún que ellos y les piden «¡más, aún más!», si fueran sinceros no habrían vivido tanto ni llegado a catedráticos. Creo que merecerían ser fusilados. Bueno, perdón, no quiero decir tanto, me dejo llevar por lo que censuro en otros: bastará con cien azotes bien dados y el ridículo en la plaza pública”.

"Contra las actuaciones policiales y contra las penas de cárcel, pero siempre en los países capitalistas"

No será la única vez en que se meterá con cierta casta universitaria. Citando al filósofo italiano Maurizio Ferraris en su libro “La imbecilidad es cosa seria”, repudia la generalización de un mal desempeño racional que se manifiesta como “ceguera, indiferencia u hostilidad a los valores cognitivos, más extendida entre quienes tienen ambiciones intelectuales”. Savater alude a quienes repiten, con veneración, verdaderas bobadas, eso sí, amparados en declaraciones de premios Nobel (telegrama para Stiglitz). Y después arremete contra varios pensadores europeos, entre ellos Alain Badiou —proponía como ejemplo virtuoso a los guardias rojos de Mao—; Toni Negri, que se jactaba de acciones terroristas —aunque “los peores delitos fueron los libros que escribió”—, y Jacques Rancière, que junto con los dos anteriores firmó en el diario Liberación una solicitada a favor de un etarra. “Más que de izquierda son siniestros —concluye su colega español—. No les interesan las víctimas salvo si las causan bombardeos yanquis”. Explica Savater que estos plúmbeos personajes explotan el rol del inconformismo, rebelándose contra el sistema (aunque sea el democrático), contra las actuaciones policiales y contra las penas de cárcel, pero siempre en los países capitalistas: “Los policías y los jueces de regímenes como Cuba y Venezuela suelen ser vistos con mejores ojos”.

En esa misma línea recuerda las “buenas intenciones” anotadas en las proclamas iniciales del marxismo soviético o de la Falange, y las relaciona con la “palabrería biensonante” que caracteriza al actual populismo progre: “Algunos hemos pasado el suficiente tiempo en Hispanoamérica como para saber lo que contienen realmente los socialismos bolivarianos que han vendido los cursis y tramposos ideólogos de Podemos desde el primer día —dispara Savater—. Ese populismo no es más que la democracia de los ignorantes, es decir, la forma de perder poco a poco los verdaderos contenidos democráticos para sustituirlos por exhibicionismo demagógico”.

"Cualquier extremismo es erróneo: una planta espinosa que crece en el abono de la ignorancia y el apresuramiento de juicio"

Oscar Wilde le sirve para echar luz sobre un asunto crucial del peronismo. Wilde decía que el déspota mayor ya no era el príncipe ni el papa, sino el “pueblo”, que para Savater es “un invento de una élite que arrastra a los demás por donde quiere, pero haciéndoles creer que van por su decisión soberana”. Sarcásticamente, agrega: “El primer paso para que se afilien al Pueblo todos los incapaces de pensar por sí mismos es declarar que el Pueblo es inocente: siempre engañado o traicionado, pero nunca culpable”. La misión suprema del populista —si lo sabremos nosotros— consiste en “congraciarse con la mayoría” para que “ésta obedezca mejor”. Observa también el autor algunos milagros semánticos: “fascista” sigue siendo un grave insulto y “comunista”, un piropo al buen corazón. “Si algún comunista ha hecho algo condenable, es que no era un verdadero comunista”, ironiza el filósofo Gregorio Luri. A la derecha se la juzga por sus peores torpezas y a la izquierda por sus mejores intenciones, sentencia el padre de “Ética para Amador”. Cuando los “capitalistas” aciertan, poseen a lo sumo “vicios espléndidos”, como de los paganos decía por conceder San Agustín. “Los aparentes aciertos o medidas bienhechoras de la derecha (hacer un excelente hospital en un tiempo récord para atender a pacientes de la pandemia, por ejemplo) deben estar en el fondo contaminados por negocios sucios o afanes publicitarios que los degradan a trampas políticas para incautos”. Savater se indigna: “Hoy cualquier ciudadano intelectualmente maduro sabe que ni la honradez administrativa ni la recta intención cívica son patrimonio de nadie; tampoco los tradicionales principios doctrinales blindan a ninguno contra los errores del Gobierno, ni siquiera contra las fechorías. Que las medidas sean calificadas de derechas o izquierdas ni las absuelve ni las condena”. El eco de sus diatribas cruza el océano y pega directo en el corazón del colectivo que ha dado una cierta respetabilidad —hoy francamente desgastada— a la rapaz acción de los señores feudales argentos, cuyos crímenes, latrocinios, insultos y autoritarismos cuentan con la complicidad de escritores, actores y músicos que operan con rapidez frente al mínimo desliz de sus “enemigos” y tienden mantos de silencio y protección a los “compañeros del palo”.

Finalmente, la palabra de Savater también nos resuena cuando sostiene que cualquier extremismo es erróneo: una “planta espinosa que crece en el abono de la ignorancia y el apresuramiento de juicio”. Eso no le impide cuestionar el uso político e interesado de los “delitos de odio”, y señalar “ciertos aborrecimientos que no solo no son reprochables, sino que los tengo por exigibles como prueba de salud moral”. Y señala un concepto final: “Quien proponga saltarse la ley por el bien del país, sea de derechas o de izquierdas, es un enemigo inequívoco de la democracia. Y en ese punto sí que me vuelvo extremista”. Queremos tanto a Savater.

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Articulo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires

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Pepehillo
Pepehillo
2 años hace

Tenemos pocos recursos para vivir-morir bien. Ánimo, chicos, sigan las pistas.

Ricarrob
Ricarrob
2 años hace

¡Ah, la progresía! El verdadero y total mal del siglo. Democracia de los ignorantes, exhibicionismo demagógico, escritores, actores y músicos que creen ser intelectuales y que el pueblo indocumentado tiene por tales. Excelente artículo, don Jorge, de principio a fin. Excepcional, diría yo. Refleja el pensar de buena parte de esta degradada y decadente sociedad, ganada por el progresismo, el buenismo, el relativismo y la posverdad.

Bernardita Repetto
Bernardita Repetto
2 años hace

Ludovica Squirru en sus tiempos mozos del Di Tella en las performings recitaba poemas para descifrar mensajes encriptados, recuerdo que uno de esos decía: “Quise ser golondrina y fui ave de rapiña”… acaso no hay quienes son la mueca de lo que les hubiera gustado ser y eligen el look posible para pertenecer a un grupo grande intelectualoso mamarracho (¿?) No es acaso el progre un pobretón en varios sentidos que se etiqueta como un sensible correcto superior moral (¿?)
Una compañera de Bellas Artes híper progre, me dijo una vuelta de sinceridad extrema: “Yo sé disfrazar mi pobreza” esto indicaba que le ponía onda decorando las paredes con pinturas, coloreaba y ponía adornitos exóticos a sus canillas de plástico esto le daba atmósfera especial a su pretendida bohemia. Lectora de Camus, Foucault o al menos nombrarlos cada tanto ya que eso da cool.
De escribir el manual del buen progresista uno se encontraría con un montón de lugares comunes en ellos.
Pues se los distingue fácilmente, tienen su uniforme, una manera de hablar y su prosopopeya de gente noble de alto espíritu,. Comparten los mismos gustos, acuden a los mismos bares y espectáculos del under
En realidad son aburridos, poco carismáticos y solemnes.
Me basta con las recientes declaraciones de Cecilia Roth – prima dona de Don Pedro Almodóvar- para saber que no miran la realidad y solo creen en su mirada estrellada sobre lo que hoy se vive.
Me dan bronca porque generan hijos bobos seguidores de esta cultura, pero son tan preciosamente ridículos que a su vez tsmbién me divierten.
Argentina y sobretodo Buenos Aires es un compost de mixturas diversas donde la progresía cultiva un panfleto pero nunca arrima una idea mejor.

alberto carosio
alberto carosio
2 años hace

La democracia esta en peligro en el occidente estamos fritos

Mariana
Mariana
2 años hace

Hace setenta años Argentina es víctima de un movimiento político anodino que nos tiene sumidos en la desesperanza,la angustia y la impotencia de ver políticos mediocres y corruptos ,inútiles en la vida profesional privada , viviendo de prebendas estatales y destruyendo este hermoso país.
Es excelente la descripción que hace ,nuestro querido Jorge Fernández Díaz ,amalgamada al genial Fernando Savater,de la falsa progresía. ,que dicho movimiento,repito ,anodino,ha permitido que haga estragos .
Les agradezco por estar y permitirnos compartir.

Eugenio
Eugenio
2 años hace
Responder a  Mariana

El Progresismo será malo o regular. Pero en la Argentina , las alternativas a eso, léase Radicalismo u otros han demostrado ser mucho peores y la gestión económica de esos gobiernos ha sido un desastre. Por eso , más de una vez , la gente no los vota.-

Gonzalo Casanova
Gonzalo Casanova
10 meses hace

A FERNANDO SAVATER

Soy desde siempre un forofo de la Ilustración, que equivale al imperio de la Razón. ¿Pero no es el Hombre racional, por definición? ¿Entonces dónde estaba la Razón (¿esquiva señora por tanto?) hasta el siglo XVIII, europeo. Pues da la impresión que haciendo un Tour, con etapas en el Ática, Alejandría y Florencia, hasta arribar a la Centroeuropa burguesa en esas fechas, quizás exhausta y desconcertada.
Fue el Siglo de las Luces, y se supone que el origen de la civilización occidental contemporánea; sin embargo, muchos podrían afirmar que ahora estamos en el siglo de los Plomos Fundidos; ¿qué canastos ha ocurrido para tal descarrilamiento, si tal hay? Por temperamento no soy pesimista, pero sé que hay voces señalando que vivimos en el período de Agarrar el Poder como sea, y no soltarlo, desde Yanquilandia a Carpetovetonia; ¡snif!
De eso acusa Savater a El País y a Sánchez, al alimón, y no está sólo. Aunque, él mismo lo admite, tiene muchos opositores. Se trata ante todo, y resumiendo, de la izquierda brahmán (en mi época se decía la gauche divine); aquí está uno de mis grandes y antiguos interrogantes: ¿por qué una mayoría de los intelectuales y artistas son marxistas-leninistas/maoístas/castristas si no pertenecen al proletariado? Mi hipótesis, tentativa y muy falsable, es que tampoco son empresarios, generadores de riqueza material a través de compañías y el Mercado; esto es, conformarían clase opuesta a la de los emprendedores, a los que ven como enemigos, porque acumulan bienes, pero materiales (pasta gansa) y no espirituales. ¡Hum!, no estoy muy seguro, pero hay que intentar entender la conducta de nuestros semejantes, a nivel individual y de estrato.
El Comunismo es una idea magnífica, la mejor, porque aspira a la justicia social y la igualdad al 100%, pero lo que ha ocurrido, ¡ay!, históricamente, es que las personas son falibles, y se han desviado del Plan por estupidez, malicia, avaricia, precipitación, o todo a la vez. Sí, ha fracasado en la URSS, y no tiene buena pinta en China o Cuba, pero se debe a errores humanos, por lo que hay que insistir e insistir, exhortaría nuestra izquierda intelectual, que vive en pleno Capitalismo por cierto.
Ergo, el Proyecto de la Sociedad sin Clases, hay que seguir intentándolo, a trancas y barrancas, y por todos los caminos, habidos y por haber; esto se traduce, ineluctablemente, es impedir como sea que la extrema derecha alcance el Poder. Ya saben Vds. que para Pedro y Yolanda ese concepto abarca mucho mucho, significado amplísimo. Así para evitar ese Gran Mal ambos se autoautorizan para emplear todos los medios permisibles por Maquiavelo, esto es, ¡todos los medios! Y en esas estamos actualmente; veremos por donde sale Lorenzo mañana.
Ahora me van a permitir Vds. (y si no lo hacen me da igual, porque aquí hay libertad de expresión) que me ponga simplón, y tópico. Si el ideal Comunista no se construye porque no somos ángeles, ¡diantre!, construyamos otro sistema económico/político que tenga en cuenta este hecho inesquivable de nuestra esencia; uno en el cual, con la premisa de que muy frecuentemente los gobernantes son malos chicos, podamos darles una patada en el pandero y sustituirlos por otros, a quienes también patearemos posteriormente. No es ideal, pero es “realista”; sí, sé que es muy popperiano, pero no es derecha radical: se lo recuerdo por enésima vez, Popper emigró a Nueva Zelanda huyendo de Herr Adolf.
La verdad es que esto es lo que propone la, tan demonizada por izquierda progre, democracia burguesa; sí, burguesa, no hay que tener miedo (a ser exorcizado) por decirlo, escribirlo, ¡o pensarlo!
*Savater: mi madre no era peor que La Pasionaria. La mía tampoco, se lo aseguro.
*Facha = no perteneciente a la izquierda extrema/brahmán. Otros de mis temas machacones, porque creo que hay que serlo; amplías y amplías el significado (a tu gusto, político) de un término, y así lo vacías de contenido. ¡Voto a bríos!, ¡Kant no era un facha!
*La Ilustración también contiene un poderoso Ideal, ampliar la Educación a todos los grupos sociales, porque eliminando la ignorancia lograremos la riqueza, económica y espiritual. ¿A que es chachi? Esta Señora tiene más de dos siglos, pero yo no la veo anticuada, ajada, revenida, desfasada …, todo lo contrario, la encuentro lozana y rozagante, llena de ilusiones para compartir.
*Para Las Luces todos somos iguales, de verdad, porque somos Ciudadanos: los altos y los bajos, los ricos y los pobres, los guapos y los difíciles de mirar, los hombres y las mujeres, los cristianos y los musulmanes, las suegras y los yernos, Vd. y yo; pertenecemos todos a un Estado moderno, Racional. De modo que no es preciso revolver más el cotarro de los Derechos: todos tenemos los mismos; y los animales no tienen ninguno, porque no son Ciudadanos, no portan DNI.
*”Estoy en absoluto desacuerdo con su opinión, pero empeñaría mi vida por mantener su Derecho a expresarla”. En la democracia ilustrada no hay KZ, ni Gulag; ni Verdad Absoluta porque la ha expresado el profeta, el gran líder, el iluminado, el sabio, el mago, el vidente, o Vd. que dice ser el más listo de todos. Aquí somos todos iguales, de verdad, y no necesitamos a ningún Guía (Duce, Führer, Caudillo, Gran Timonel) para llevarnos de la mano (o de las narices) a buen puerto: ¡no somos niños!
*”Obra de tal manera que trates a la persona humana no sólo como medio, sino también como fin”; ¿cómo?, ¿qué demonios quiere decir este galimatías prusiano?, suponemos que dicen, o más precavidamente, piensan, muchos de nuestros hombres públicos.
*”¡Herr Rolfe!, ¿es que vamos a empezar de nuevo?” ¡Cielos!, ¡puede que sí!
Muchas gracias D. Fernando Savater.