Cuando se habla de literatura fantástica es inevitable mencionar a Tolkien: El hobbit y El Señor de los Anillos fueron el germen del que surgieron varias generaciones de lectores y de escritores. Su utilización de la mitología germánica y nórdica con elfos, enanos, magos, orcos, demás razas y bestias han poblado el género fantástico por décadas, ya sea en libros, cómics, películas o videojuegos.
Dragonlance empezó como un juego de rol donde los participantes podían desarrollar sus partidas de Dragones y Mazmorras. Sin embargo, adicionalmente y casi por accidente, surgieron una serie de novelas ambientadas en este mundo. Estos libros tuvieron una gran acogida y fue un éxito inesperado, que se han ido ampliando con múltiples sagas, novelas complementarias y con la participación de otros autores, hasta llegar a más de 190 títulos, que siguen creciendo.
Su origen se remonta a 1983, cuando TSR, la empresa creadora de Dragones y Mazmorras, detecta que una crítica común de sus juegos era que había muchas mazmorras, pero pocos dragones, por lo que deciden desarrollar el mundo de la Dragonlance para ambientar varios módulos de juego con un dragón diferente en cada uno de ellos. Para su promoción, se decide que se publique una novela ambientada en este nuevo mundo. Los elegidos para escribirla fueron Margaret Weis y Tracy Hickman, que junto a la esposa de Tracy y otros empleados de TSR habían creado los nuevos módulos, y lo que hicieron ambos escritores es literaturizar el juego que habían creado entre todos. De ahí surgió El retorno de los dragones, publicada en 1984, que originalmente iba a ser una novela única, pero que debido al tremendo éxito se decidió ampliar con dos títulos más: La tumba de Huma y La reina de la oscuridad. Juntos componen Crónicas de la Dragonlance, primera trilogía e inicio de todo un universo literario en expansión.
En el primer título, un grupo de amigos, tras cinco años separados, vuelven a juntarse en una posada. Durante este reencuentro acuden al rescate de una pareja de bárbaros, lo que les hace ser el blanco de unos siniestros seres con intenciones igualmente siniestras. Este variopinto grupo está compuesto por un guerrero de gran fuerza y sencillo intelecto, un siniestro mago en apariencia frágil, pero de gran poder, un honorable paladín, un enano con barba y hacha, un arquero semielfo, un pequeño y pícaro ladrón y unos bárbaros que recuerdan a los nativos americanos; grupo que será ampliado con una camarera metida a guerrera y una princesa elfa. Todos ellos se verán obligados a emprender un largo y peligroso viaje con la misión de encontrar un objeto mágico del que podría depender el destino del mundo.
La historia quizás nos suena a la típica lucha del bien contra el mal, en la que unos héroes espontáneos tienen que salvar el mundo jugando con la peor mano de cartas posible. Este argumento, que puede parecer trillado, y lo es, tal vez no lo fuera tanto cuando se escribió, y más bien es parte del motivo de que estás historias se hayan contado tantas veces. Sin embargo, y a pesar de unos personajes —en apariencia— estereotipados, los libros de Weis y Hickman son tremendamente entretenidos: la acción transcurre sin cesar por sus páginas y están contados con una prosa sencilla pero efectiva, logrando atrapar enseguida al joven lector, ya que no es difícil conectar con esos personajes con defectos que luchan contra sus propios fantasmas; unos protagonistas que en ocasiones fracasan estrepitosamente y que ellos mismos reconocen que no son material para héroes. En la experiencia personal que supone la lectura tiene gran relevancia el momento en que te encuentras y lo que significa para ti. En esto Crónicas de la Dragonlance siempre quedará en el mejor lugar de la memoria de aquellos que descubrieron estas novelas en su adolescencia.
El universo literario de la Dragonlance es, como dijimos, singularmente extenso, y cuarenta años después todavía continúa ampliándose, por lo que adentrarse hoy en día en él puede dar respeto. Lo recomendable es comenzar por lo que se denomina la etapa clásica, que se inició con la trilogía original, la ya mencionada Crónicas de la Dragonlance y la siguiente Leyendas de la Dragonlance, que se compone de El templo de Istar, La guerra de los enanos y El umbral del poder. Estas tres nuevas novelas se centran en Caramon, el guerrero y su hermano el mago Raistlin, y aquí los protagonistas deberán viajar en el tiempo para solventar una peligrosa situación en la que les ha metido la ambición del hechicero.
Todo este mundo de la Dragonlance vuelve a estar de moda. En España el sello Minotauro lleva un par de años reeditando estas novelas, y ya lleva diecisiete títulos en el mercado, además de la obra que es el objeto de este comentario. Se trata de un ómnibus, una edición de lujo de la primera trilogía, Crónicas de la Dragonlance, que reúne las tres novelas en un solo volumen, una edición espectacular y muy cuidada que será el tesoro de fans y coleccionistas de la serie. Un libro especial, con comentarios de los autores, que se acompaña de las doce ilustraciones a color que fueron usadas en el calendario de Dragonlance de 1984, inédito en España.
Sabemos bien que Tolkien siempre reinará como el padre de la fantasía moderna. Sus obras establecieron los estándares para gran parte de lo que vendría después en el género y lograron romper la barrera entre la fantasía y la literatura clásica. Lo que Dragonlance hizo por el género fue llevar la fantasía a la vista del público general. Fue una piedra angular en la puerta de entrada a la popularidad de la fantasía en la cultura moderna actual. Hoy en día la fantasía está en todos lados, y en gran parte se debe a las Crónicas de la Dragonlance, unas novelas que marcaron a una generación y pueden volver a hacerlo a las nuevas.
Gran fan de la Dragonlance aquí, leyendo en la actualidad la última trilogía recién acabada de los autores originales.
Lo que no tiene perdón es la poca calidad de la edición lujo de Minotauro que mencionas, con un papel con tan poco gramaje que es traslucido. Una pena la verdad porque desmerece mucho el producto.
Totalmente recomendable su lectura, lloré con la muerte de algún personaje y también me ha saltado las lágrimas de la risa con otro.
La Dragonlance… Libros realmente adictivos para los adolescentes interesados en la fantasía. En su día me habré leído las Crónicas y las Leyendas dos o tres veces, pero no seguí adelante porque, si se analiza fríamente, eran bastante mediocres. Lo mejor, al menos para mí, el personaje de Raistlin.
Empecé a comprar y leer las novelas de la Dragonlance allá por los años 80 y 90 (tengo 50 años). Me fascinaban, y gasté mucho de mi poco dinero en ellas. Llegué a tener unas 20 o 25; las primeras venían editadas en tapa dura, pero llegó un momento en que pasaron al cartoné, coincidiendo con una drástica disminución en la calidad literaria de las novelas. Cualquier escritor mediocre podía adaptar sus historias inéditas al universo de la DL, y se las publicaban, aunque a todas luces fuese un pastiche. ¡Qué gran decepción y qué forma tan ruin de hundir la ilusión de un joven lector! Guardé las novelas en cajas y nunca más quise saber de ellas.
Té falta informacion. Y mucha. Sin extenderme, Margaret y Tracy no fueron elegidos para escribir las novelas, y se abuso de ellos, por eso al final dejan la empresa y escriben una de las mejores sagas que he leido, sin despreciar la draonlance. Las cronicas de la puerta de muerte. Donde de manera sarcàstica y por venganza ponen a un personaje que és el dios de ese mundo que se llama nabzif, en vez de fizban que es paladine en la dragonlance.
De las grandes recomendaciones roleras ha sido la que menos me ha gustado.
Por no decir otra cosa