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Cruz Sánchez de Lara: «Benditas sean las maestras de los pueblos»

Cruz Sánchez de Lara: «Benditas sean las maestras de los pueblos»

José de Ribas demostró siendo muy niño que había heredado de su padre, el capitán y noble catalán Miguel de Ribas y Boyons, el don innato para el urbanismo y la ingeniería, además de ciertas dotes para la seducción y la diplomacia. Ya convertido José en mayor del ejército napolitano, se embarcó en un viaje que lo llevaría por las cortes europeas y del que no regresaría, pues el destino le tenía reservados grandes logros en la flamante corte de Catalina II de Rusia, la Grande. La nueva novela de Cruz Sánchez de Lara, En la corte de la zarina (Planeta, 2024), alumbra la figura de este español tan extraordinario como olvidado por la historia.

Cruz Sánchez de Lara responde a continuación al cuestionario de Zenda. Un adelanto: le hubiera gustado luchar por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de 1960, aprendió a leer antes de los tres años sin que sus padres lo supieran y a una isla desierta se llevaría a su pareja, Pedro J. Ramírez.

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—¿Qué libro, película, serie, disco y obra de arte salvaría en un diluvio o un incendio? 

—Esta pregunta tiene trampa. Esas circunstancias harían que se salvaran en otros lugares del mundo o de la ciudad. Así que me lo tomo como algo personal. Un libro que no querría perder con mis anotaciones es Una historia personal, la autobiografía por la que Katherine Graham recibió el Pulitzer. La serie de mi juventud tardía es sin duda Sexo en Nueva York, pero de las más recientes permíteme que salve John Adams o Mrs. America. Me llevaría mis vinilos de INXS o de The Pretenders. Huelen aún a adolescencia. Y salvaría mi cuadro Lo esperado, de Genovés, uno de los últimos que pintó.

—Puestos a salvar, elija una actriz, un actor, un personaje histórico y un político actual. 

—Igual que en el caso anterior. Pero por simplificar: Meryl Streep, Robert De Niro, Robert Kennedy y vamos a apostar por una española, Margarita Robles.

—¿Qué aventura real o literaria le gustaría haber vivido? 

—Me habría encantado vivir desde dentro la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de 1960.

—¿Y qué recuerdo personal le gustaría que jamás se perdiera en el tiempo, como lágrimas en la lluvia? 

—Las caricias de las personas a las que he amado, empezando por las de mi madre y las de mi abuela.

—¿Cuál es su primer recuerdo lector? 

—Aprendí a leer antes de cumplir los tres sin que mis padres lo supieran. Benditas sean las maestras de los pueblos. Las mías fueron doña Lorenza y doña Manuela. A todos los niños les regalaron caramelos y a mí El patito feo.

—¿Cuál es el último libro que ha leído? 

—La biografía de Gilbert Antoine de Saint Maxent, en una primera edición de 1968.

—¿Puede recomendar un libro clásico?

—Los Diálogos de Platón. Lo releía en mi época universitaria para entender que los grandes temas han sido y son básicamente los mismos en todos los tiempos.

—¿Y uno actual? 

—Recomiendo mi última novela, En la corte de la zarina. Y lo hago a sabiendas de que no defraudará. He tenido la suerte de dar con un personaje extraordinario y olvidado por la historia. Se llamaba José de Ribas, fue el español que fundó Odesa y uno de los Águilas Imperiales de Potemkin. Además fue amante de Catalina la Grande y me ha servido para contar con detalle la expansión de Rusia. Estoy convencida de que leyéndola les pasará lo mismo que a mí escribiéndola. Entenderán mucho mejor los delirios de zar de Putin, que admira profundamente a Grigori Potemkin y, según mi criterio, está reproduciendo su «Proyecto Griego».

—¿Qué libro no ha podido acabar? 

—Muchos. Tengo tantos en cola que lo intento hasta cierto punto, pero sé parar cuando no estoy emocionándome.

—¿Puede recitar de memoria un poema? 

—Varios, pero me encanta recitar unos párrafos de La vida es sueño que me parecen una lección de vida. Mi madre me recitaba «Margarita», de Rubén Darío. También podría recitar otros.

—¿Cuál es la canción más hermosa del mundo? 

—En cada momento de la vida, la que te parezca que ha sido escrita para ti.

—¿Puede decirnos una heroína y un héroe —literarios o cinematográficos— imprescindibles? 

—Escarlata O’Hara, y Próspero, de la obra de Shakespeare La tempestad.

—¿Y un personaje malvado al que admire? 

—No me gustan los malvados, no puedo admirarlos. Cualquier cosa que respondiera sería por quedar bien. No me gusta mentir.

—¿Tiene una editorial y una librería preferidas?  

—Espasa y Amapolas en Octubre. Admiro también la trayectoria de las mujeres al frente de la librería Reno.

—¿Cuántos libros hay en su biblioteca? ¿Qué porcentaje, aproximadamente, ha leído? 

—Con miles de libros en casa, el porcentaje se vuelve más pequeño.

—¿Con qué libro se ha emocionado más? ¿Ha llorado tras la lectura de alguno? 

—Me han emocionado la mayoría de los libros. Escribir Maldito Hamor me dejó muy «tocada», quizás demasiado. Me empeñé en crear un personaje malvado y no me gustan los malos ni siquiera cuando yo les doy vida. Aprendí la lección de que con algunas cosas no se juega. Recuerdo llorar, no hace mucho, con el final de Los ingratos, de Pedro Simón. Me llevó a mi infancia y a los pueblos en los que viví. La nostalgia emociona. Su misma etimología lo explica.

—¿Se ha excitado alguna vez leyendo? Si es así, ¿con qué libro? 

—¿Excitación sexual? Creo que Kundera conseguía retratar lo físico a través de las emociones. Probablemente, el primero fuera La insoportable levedad del ser. Quizás lo leyera siendo demasiado joven, casi pequeña.

—¿Cuál es el rasgo principal de su carácter? 

—El tesón.

—¿Y su principal defecto?  

—La empatía. Es algo bueno para los demás, pero los sufrimientos del prójimo se hacen pesados si te los llevas contigo.

—¿Qué aprecia más de sus amigos? 

—La lealtad.

—¿Cuál es su ocupación preferida? 

—Escribir.

—¿Y su sueño de felicidad? 

—Ver felices a todos a mi alrededor y no perder a las personas a las que quiero. 

—¿Cuál es el estado actual de su espíritu? 

—Entusiasmado y agotado. No sé cuál es el orden. Necesito parar un poco, pero la ilusión no me lo permite. Me apetecen demasiados proyectos.

—¿Qué detesta más? 

—La envidia y los cotilleos.

—¿Qué faltas le inspiran la mayor indulgencia? 

—Las que vienen de la ignorancia no deseada ni fomentada.

—Ojalá que no tenga que ir nunca a una isla desierta, pero si así fuera, ¿qué libro se llevaría? 

—Un volumen gigante en blanco y muchos bolígrafos para escribir. Para sobrevivir necesitaría escribir.

—¿Y a qué persona? 

—Te diría que a Pedro J., pero no le haría una faena así. No podría hacer un periódico en una isla desierta.

—Si todas sus respuestas han sido sinceras, diga ahora una mentira. 

—En Zenda hacéis un trabajo pésimo.

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Autor: Cruz Sánchez de Lara. Título: En la corte de la zarina. Editorial: Planeta. Venta: Todostuslibros

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