William Shakespeare siempre ha estado en los planes de estudio de los escolares británicos, aunque a estos cada vez se les atraganta más, año tras año. Y donde también ha estado mucho es en las pantallas de la BBC. Al ser dramaturgo, Shakespeare es un autor muy visual, y gracias a la cadena pública británica no faltan ayudas televisivas que puedan entrar por los ojos, tanto de esos escolares a punto del examen como de quien, ya de más adulto, se sienta con ánimo para enfrentarse en condiciones al Bardo de Stratford. Uno de los trabajos más conocidos, de carácter casi titánico, fue el BBC Television Shakespeare, que tardó siete años en completarse, y que consistió en adaptar, rodar y emitir 37 de sus obras entre 1978 y 1985, disponibles ahora en una caja llamada The Shakespeare Collection. Aparte de esta hazaña (algunas de ellas representan aún hoy el único ejemplar filmado que se puede encontrar en DVD de ciertas obras menos conocidas), aquí vamos a mencionar cuatro de los últimos proyectos hechos por la televisión británica en los años anteriores al cuarto centenario de su muerte.
El primero de ellos es Shakespeare Uncovered, una serie de la BBC, de seis documentales hechos en 2012, con motivo de la «Olimpiada Cultural» que acompañó a los Juegos de Londres, en la que cinco actores y un director exploran varias de sus obras, contando sus propias experiencias, entrevistando a expertos, y mencionando también las costumbres de la época isabelina, la biografía del autor, y los grandes motivos temáticos de su producción. La serie entera hace uso de las propias producciones de la BBC, con imágenes de archivo de todas las décadas imaginables, y hace posible cosas como poder ver a la gran Vanessa Redgrave diciendo las mismas frases en una producción de los 60 en blanco y negro, y medio siglo más tarde leídas de una tableta, sentada en un sofá mientras la entrevista su propia hija, la también actriz Joely Richardson. El episodio presentado por esta es uno de los mejores de la serie, ya que se ocupa nada menos que de la voz cómica de Shakespeare (el resto de episodios tratan sobre las tragedias y las obras históricas) y del papel de las mujeres tanto en su obra como en el teatro de su tiempo. Aparte, la anécdota de cómo Laurence Olivier una vez paró una representación junto al padre de Vanessa para anunciar al respetable el nacimiento de una nueva generación de futuros actores shakespearianos es de las que valen su peso en oro.
Sin embargo, todas las demás entregas son también muy interesantes, una por una. Derek Jacobi, el Claudio de Yo, Claudio, se ocupa de Ricardo II y de las lecciones históricas que pueden sacarse tanto de la obra como de la propia biografía real de un monarca absoluto que no murió en la cama precisamente. Además, nos enteramos de que uno de los mejores actores shakespearianos de su tiempo no cree que Shakespeare fuera el autor de ninguna de «sus» obras, sino solamente un actor que pasaba por allí y firmaba lo que escribía un noble que no quería verse expuesto a escándalo público. En el siguiente episodio, Jeremy Irons toma el relevo para hablar de los Enriques IV y V, y de cómo la mente de Shakespeare crea dos personajes ficticios como Falstaff y Harry Hotspur, que a ratos eclipsan a los de verdad. También tenemos a David Tennant explorando Hamlet junto a otros actores que se atrevieron con él, como por ejemplo Jude Law, y explicando por qué su producción de la RSC usó una calavera humana real, y hasta se le deja espacio a un gringo, Ethan Hawke, antiguo miembro del Club de los Poetas Muertos, para arrodillarse, literalmente, ante un Macbeth que había comenzado por no entender particularmente bien.
Finalmente, en el episodio que merece verse el último de la serie, el director Trevor Nunn se ocupa de La tempestad, la última obra que Shakespeare acabó, ya en tono crepuscular a sus ancianos 50 años de edad, y notable por su complejidad, inventiva y alejamiento casi de cualquier otra cosa firmada con su nombre. Nunn relaciona esta obra con la decisión de Shakespeare de dejar de escribir y retirarse a Stratford, donde moriría solo dos años más tarde. Después de todo el repaso que se le ha dado en la serie, las palabras con las que Próspero decide abandonar su don creador («But this rough magic I here abjure (…), I’ll break my staff, bury it certain fathoms in the earth, and deeper than did ever plummet sound I’ll drown my book»), suenan desde luego a despedida en vida de un mago de las palabras, que decide «romper y enterrar su cayado y ahogar su libro en lugar más profundo de al que nunca descendió sonido alguno». En suma, es una serie que funciona desde los dos extremos, tanto desde quien dice «no sé nada de Shakespeare, cuéntame cómo lo ves» como desde quien dice «lo sé todo sobre Shakespeare, cuéntame cómo lo ves». En 2015 se estrenó una segunda tanda de episodios con Morgan Freeman, Joseph Fiennes, Christopher Plummer, Hugh Bonneville, Kim Cattrall y David Harewood.
También en 2012, la BBC comenzó The Hollow Crown (La Corona Hueca), una adaptación televisiva de siete episodios que contienen ocho obras históricas de Shakespeare, presentadas en orden cronológico, pero no de composición, sino en el que vivieron los reyes que les dan título: Ricardo II, Enrique IV (partes I y II), Enrique V, Enrique VI (partes I, II y III), y Ricardo III. Es decir, más de un siglo de historia inglesa entre el XIV y XV, con la Henriada completa y la Guerra de las Rosas, en catorce horas de ambición, sangre, épica y juego de tronos. El segundo ciclo se completó en 2016, con motivo de los 400 años de la muerte de Shakespeare, y el reparto es una lista enciclopédica de talento interpretativo: Jeremy Irons, Benedict Cumberbatch, Patrick Stewart, Judy Dench, Geraldine Chaplin, Tom Hiddleston, Michelle Dockery, Hugh Bonneville, Michael Gambon, Ben Whishaw, Rory Kinnear, David Suchet, James Purefoy, Lambert Wilson… y el recientemente fallecido John Hurt como la voz del Coro. Esta es una propuesta para quien quiera ver unas adaptaciones contundentes, con buen diseño de producción, menos envaradas que las antiguas y con un espectáculo visual que no oculta, sino que deja brillar aún más, las emotivas palabras originales.
Y hablando de los 400 años de la muerte de Shakespeare, en el día exacto de la ocasión, el 23 de abril de 2016, se emitió en directo y en horario de máxima audiencia, el especial Shakespeare Live!, que ya reseñamos más promenorizadamente antes en Zenda. Quizá sea buena opción para quien busque picar un poco entre lo más conocido de su producción, pasado por el tamiz de la diversidad cultural dentro una noche especial de celebración.
Por último, nos ponemos irreverentes, ma non troppo, y mencionamos la telecomedia Upstart Crow, también de 2016. El título, que significa «cuervo advenedizo», viene de un insulto que le dedicó a Shakespeare un rival y crítico suyo, Robert Greene, en 1592, y en ella Ben Elton convierte al atareado Bill en un padre de familia típico de sitcom, con risas enlatadas y todo, que, además de ingeniárselas para acabar Romeo y Julieta entre las burlas de la familia por su enrevesada manera de hacer metáforas, tiene que manejar esposa, hija, padre, madre, criados respondones, rivales literarios, nobles chulitos, empresarios trincones y molestas aspirantes a actuar, creyendo, las muy infelices, que sabrían hacer de mujer mejor que un hombre disfrazado. Es muy graciosa, aunque de humor muy británico, se avisa: por ejemplo, allí se parten de risa con los chistes sobre los problemas de tráfico que don Guillermo se encuentra yendo de Londres a Stratford en cada episodio. Pero a la vez también demuestra una gran cultura y está muy bien investigada, con detalles muy bien observados sobre los personajes del momento, sus rencillas, el gusto por los ropajes extravagantes, o el hecho de que Shakespeare dedicara un número tan grande de sonetos al mismo jovenzuelo guaperas. Es decir, que si la letra no acaba de entrar de las otras formas, al menos te puedes echar unas risas.
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