Llegan las cenas de navidad, llegan los familiares, llega el vino, el turrón, el mazapán y el año que viene lo dejo. Llega el momento de darse esos abrazos que nos han faltado por culpa de la pandemia. Llega el momento de ver esos ojos de los que nos quieren. Y de echar de menos a los que nos faltan. Alegría y reencuentro. Regalos para todos. Papá Noel dejando los paquetes en el árbol. Un brindis de cava por las notas de los estudiantes. Un «bien hecho» al que lo logró. Un «te quiero» a los abuelos. Y las discusiones infinitas por cualquier cosa, que siempre hay de esas. De política. De economía. De fútbol. De si debió ganar Max o Lewis. Sobre la selección. Sobre si fue mejor el Real Madrid de los Galácticos que el FC Barcelona de Guardiola. Y este año, también sobre BitCoins.
La historia de un cuñado
Veréis, los estafadores que se disfrazan de brokers de todo se anuncian en cualquier rincón. En los blogs, en los periódicos nacionales, en las redes sociales. Se anuncian como plataforma de trading para que tú, a partir de tus pocos ahorros, puedas invertir en BitCoins, en empresas tecnológicas, en lo que hayas oído que es una bicoca para ganar dinero. ¿Quién no ha oído que el BitCoin está por las nubes? Pues eso. Ellos se anuncian para que tú, fácilmente, puedas forrarte, como todos esos que te han calentado la oreja durante tanto tiempo.
Y un día hablas con uno de ellos. Y te cuenta cómo funciona. Es fácil. Te mandan unos papeles que tú firmas por Internet. Están en inglés —que es la lengua de la isla donde está asentada esta compañía… en teoría— y tú los lees y no te enteras de lo que viene siendo una mierda. Pero no lo vas a decir. No vas a reconocer que no tienes ni puñetera idea de inglés legal. Al final, llevarlo a un abogado que entienda la legalidad inglesa te puede costar mucho dinero. Y tiempo. Y al final, ¿no firmaste el crédito del coche o de la hipoteca sin leerte todo el documento completo, que estaba, además, en español? Pues eso. Que es un rollo. Que clic en aceptar documentos para adelante.
Y luego, fácil, fácil. Ingresas tu primera cantidad de dinero en una cuenta bancaria —en un sitio remoto, como la sede de la empresa— y cuando el dinero llega, te dan un usuario para entrar en tu cartera de inversiones. Una web fetén, donde ves cómo tu dinero ha sido depositado, y, de repente, empieza a crecer. Joder, sí es que eres un crack de las inversiones. El amo de las criptos. Tu dinero está creciendo a tope. Y te emocionas. Y… ¿por qué solo invertir 250 €? Vamos a meter unos 500 € más. Y te empieza a crecer. Y metes a tope todo lo que puedes. Porque lo tienes ahí como hucha. Para el futuro, para irme de viaje en verano.
Y estás feliz.
Y te va tan bien que lo empiezas a contar. No a todo el mundo, que no quieres que se forre todo el mundo. Solo a algunos amigos a los que quieres. Y con una cerveza se te suelta un poco más la lengua. Y les vacilas. Eres un crack. El fucking bróker de las películas. Y te vienes arriba como el que más en las cenas. Invitas, que tienes BitCoins, y les picas. Y en la cena de navidad, te jartas con tu cuñado. Que mira que le tienes tirria a ese estirado que tiene un trabajo donde gana más que tú. Se va a cagar. Y te preparas para meterle la pulla de la manera que duela más. Cuando vacile que le han subido el sueldo. O por un ascenso. O porque ha bajado de los 5 minutos en sus entrenamientos de running. Qué ganas de darle lo suyo.
Y en la cena le cuentas que te estás forrando. Que has invertido en BitCoins y que te ríes tú de lo que gana él. Que te vas a jubilar en un año. Que vas pedir un crédito y meter más pasta porque crece más el BitCoin que lo que cuestan los intereses. Y te vienes arriba. Y sales de la cena feliz. Le has dado en todo el bebe. Te vas como un campeón. Eres Iker Casillas levantando la Copa del Mundo en Sudáfrica.
Y un día…
Y un día quieres disfrutar tus riquezas, porque te vas a ir a un viaje con tus colegas, y tus BitCoins han crecido mucho, e intentas sacar unos euros. De esos que se necesitan para pagar los viajes. Y te ponen pegas. Y te quejas. Es tu dinero. Y sigues peleando para que te den tus euros. Y no hay forma. Y un día vas y la web de tus BitCoins no está. Ha desaparecido. No hay rastro. Y te extrañas. Y te preocupas. Y no sabes nada. No sabes qué ha pasado.
Y empiezas a buscar por Internet información de esa web. Y alguien ha escrito algo en inglés: “fraud”. Y tú no sabes mucho inglés, pero con una “e” más al final no te gusta nada. Y luego buscas más y en español también lo pone, pero con otras palabras: “estafa”. Y te asustas. Ya no estás arriba. Te han robado tu dinero. Y te duele. Pero después de lo que has presumido, no quieres decirlo. Y te callas. Y no se lo dices a nadie. Lo asumes y listo.
Conclusión
Esto que os he contado es una narración de una explicación de por qué hay mucha gente que se está forrando con los BitCoins que realmente está siendo estafada. Lo cuentan cuando están en plena estafa, y cuando se dan cuenta de que han sido estafados se callan. Yo he vivido muchos casos de esto, porque muchas personas estafadas me han escrito a mi buzón de MyPublicInbox para contarme su caso y preguntarme qué pueden hacer una vez estafados.
Así que, si tienes a alguien que te dice que se está forrando con los BitCoins dile, por su bien, que intente sacar un euro de la cuenta. Y si no puede… que se preocupe. En una plataforma de inversión de verdad vas a poner meter el dinero y sacarlo libremente, así que, para estar seguro de que no es una estafa, saca tu dinero antes de comunicar públicamente que eres el Warren Buffett de los BitCoins.
Not your keys, not your bitcoin