La máquina Smith Premier 10, de doble teclado, fue adquirida por el padre de Cunqueiro en 1916. Cunqueiro la usó hasta comienzos de los años sesenta del siglo xx. Foto: Biblioteca Castro.
Al pasar de los años —título de una columna publicada en Faro de Vigo— es una compilación de doscientos artículos de Álvaro Cunqueiro (1911-1981) que refleja medio siglo de periodismo literario, desde 1930 a 1981. En este nuevo volumen de la Biblioteca Castro —que tengo el gusto de presentar a los seguidores de Zenda— hay textos de distintas épocas, sesenta y ocho de ellos inéditos en libro. Están agrupados temáticamente, de forma que el lector pueda conocer mejor el gran universo cunqueiriano. La poesía, Galicia, el Camino de Santiago, el curanderismo, la gastronomía, los retratos, las ciencias ocultas, los ángeles y los demonios… formaron parte de las inquietudes y de los saberes de un escritor singular y ajeno a las modas.
Decía el propio Cunqueiro que “toda antología es una aventura”. Como tal he afrontado este atrevimiento: elegir doscientos artículos entre los veinte mil publicados por Cunqueiro a lo largo de medio siglo, en castellano y en gallego. Sobre esta osadía he escrito una introducción de casi cien páginas. Es un honor compartir con el público zendiano las primeras líneas de ese prólogo.
A mis lectores cuento mi sorpresa o mi preocupación del día, el recuerdo del último viaje, la impresión de la más reciente lectura, y de todo ello quiero deducir y mostrar que la vida es inmensamente rica y que el aburrimiento es una traición. Lo cual no quiere decir que yo practique una literatura de evasión, o que me conforme con el mal y la injusticia, y que no ame la libertad y no busque que la miseria desaparezca. —Álvaro Cunqueiro, Faro de Vigo, 27 de mayo de 1964.
En la primavera de 2019, “silenciosa y cubierta de polvo”, la vieja máquina Smith Premier número 10 regresó a la buhardilla de Mondoñedo en la que escribió Álvaro Cunqueiro durante los años de aislamiento y soledad. De su doble teclado, en el que repicaba a buen ritmo con dos dedos veloces, salieron Merlín e familia, As crónicas do sochantre, O incerto señor don Hamlet, Escola de menciñeiros y varias historias más que cambiaron el rumbo de la literatura gallega de la segunda mitad del siglo XX.
También de la Smith, la misma que aparece en la foto de la cubierta —y con algo más de detalle en páginas interiores— proceden centenares de textos periodísticos hilvanados día a día, golpe a golpe, por un hombre que, en 1947, iniciaba una suerte de exilio interior en su ciudad natal tras abandonar Madrid como si huyera de un naufragio. Nuestro autor frisaba entonces la cuarentena, cobijaba “un país en la memoria” y compartía el desánimo, la nugalla, en breves epístolas remitidas a Francisco Fernández del Riego y Alberto Casal, entre otros destinatarios. Mandaba cartas —recuperadas y publicadas algunas de ellas en los últimos años— y tecleaba con aplicación: “Yo escribo cada día junto a una ventana, que me permite asomarme a un pequeño huerto. (…) Los ruidos de un vecino taller de carpintería me llegan por el mismo aire por donde vuela la más varia, cantora y coloreante pajarería. Llevo casi siempre cumplida la mitad de mi labor matutina cuando repican el avemaría de las doce las solemnes campanadas de la catedral de la Asunción, que la tengo por vecina”, según contaba en La Voz de Galicia el 24 de marzo de 1957. Dicho con paráfrasis cunqueiriana: las campanas repicaban a la par que la Smith Premier.
La obra literaria en castellano de Álvaro Cunqueiro Mora (1911-1981) —narrativa, poesía, teatro, ensayos y semblanzas—, cuyos principales títulos están recogidos en los dos tomos de la Biblioteca Castro que tuvimos el honor de prologar en 2011, es inseparable de la que ha sido otra de sus actividades profesionales más genuinas y constantes: el articulismo. La advertencia, que puede sonar a obviedad porque hay otros muchos creadores de quienes cabría decir lo mismo —desde los primeros folletinistas europeos hasta Valle-Inclán o García Márquez—, nos parece especialmente pertinente en el caso de Cunqueiro: sus textos periodísticos se han convertido en parte esencial, no solo complementaria, de su legado como escritor. Un autor, conviene resaltarlo desde el principio, bastante ajeno a las modas de su época, con estilo propio e intransferible, ya muy original en su tiempo; un hombre de letras “sin género y paneuropeo”, en acertada expresión del profesor y director literario de esta colección, Darío Villanueva.
Cunqueiro, que mantuvo conocidas reticencias sobre la dificultad de compatibilizar el ejercicio del periodismo —en todas sus vertientes— y la ficción literaria, publicó sus primeras colaboraciones en prensa en 1930 y ya no dejó de escribir para diarios, revistas y emisoras de radio hasta el final de sus días. “Eu sempre tiven a tendencia de transformar a noticia máis urxente en literatura”, manifestó en más de una ocasión. Tanto fue así que tras su muerte, el 28 de febrero de 1981, aún aparecieron al menos tres artículos póstumos suyos: habían sido enviados a sus respectivos medios —Sábado Gráfico, Ya y Radio Nacional de España— pocas horas antes del fallecimiento en Vigo del creador de Vida y fugas de Fanto Fantini della Gherardesca. También se publicaron póstumamente varias entrevistas realizadas a Cunqueiro en las semanas finales de su existencia. A pesar de su precaria salud de entonces, mantuvo una relación permanente y generosa con la prensa y con sus colegas, en encuentros a veces incómodos para él. No le gustaba remover su pasado legendario ni su azarosa biografía política de los años mozos, aunque jamás intentó blanquear ni reescribir su vida. Siempre estaba dispuesto a escuchar, a ofrecer su recomendación generosa a quien precisara ayuda y a enviar galanos —aquellos regalos que iban desde una tarta a un aguardiente— a donde fuera menester. Hacía todo eso a la vez que daba rienda suelta a sus vivencias y a sus sueños en las incontables intervenciones públicas —charlas, coloquios, conversaciones— protagonizadas a lo largo de medio siglo. Hablaba bien y sabía que su verbo cautivaba: “Son historias que yo me cuento a mí mismo, y las parrafeo mucho, y aun invento palabras para que tengan, por el medio, como algo de música”, afirmaba en La Voz de Galicia el 26 de diciembre de 1954.
El reconocimiento del valor literario del articulismo cunqueiriano es casi unánime. Autores como Andrés Trapiello (Las armas y las letras, 2010: 321) y César Antonio Molina (Tesoros y otras magias, 1984: 16–17) han coincidido en el elogio de la calidad de sus comentarios periodísticos. En opinión de César Cunqueiro, el primogénito de los dos hijos del escritor, los textos de su padre “en publicaciones periódicas” están “a la altura de sus libros (…) y, en muchos casos, la superan”, según señala en la introducción que presenta sus colaboraciones en el semanario Sábado Gráfico (Los otros rostros [1975–1981], 2013: 13).
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Autor: Álvaro Cunqueiro. Título: Al pasar de los años: Artículos periodísticos (1930-1981). Edición: Miguel Somovilla. Editorial: Biblioteca Castro. Fundación José Antonio de Castro. Venta: Amazon
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