Laura Fernández publica una antología de sus mejores cuentos. Escritos a lo largo de los últimos quince años, todos los relatos de este volumen están ambientados en los rincones más absurdos de la galaxia, como Rethrick, escenario de muchas de las historias de esta colección. En definitiva, una demostración del talento de la autora de La señora Potter no es exactamente Santa Claus.
En Zenda ofrecemos el arranque de uno de los cuentos de Damas, caballeros y planetas, de Laura Fernández (Random House).
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¿ACASO SOY UNA ESPECIE DE MONSTRUO, SEÑOR PALLCKER?
Aquella no era la primera vez que Lenning Halleck visitaba Señora Berthelson. De hecho, ni siquiera era la primera vez que lo hacía llevando uno de sus libros bajo el brazo. Lo que no había hecho nunca antes, es decir, lo que no había hecho ninguna de las veces en que había estado en Señora Berthelson, era entrar en el Tellman Sweet. El Tellman Sweet era un cochambroso edificio de oficinas parlante que daba cobijo a todo tipo de negocios fraudulentos, restaurantes de comida terrestre y despachos de detectives sin licencia. Lenning Halleck no era muy aficionado a la comida terrestre, ni pensaba invertir en un negocio de dudosa reputación. Lenning Halleck quería ver a un detective.
–¿Qué clase de detective? –quiso saber el edificio (el mismísimo Tellman Sweet) cuando Halleck se dispuso a empujar la desvencijada puerta de entrada.
–Uh, esto, ¿perdone?
–Aquí –ordenó el edificio.
La voz provenía de una especie de ranura, una suerte de boca de buzón, instalada junto a la puerta giratoria. Lenning Halleck parpadeó una. Dos. Tres veces.
–¿Quién es usted?
–Soy Tellman Sweet –se presentó la boca.
–¿El edificio?
–El mismo.
–Oh.
–Aún no ha contestado a mi pregunta.
–¿Qué pregunta?
–¿Qué clase de detective está buscando?
–¿Cómo sabe que…?
–Soy telépata.
–¿Pueden, oh, pueden los edificios ser telépatas?
–Sí, señor Halleck. A propósito, leí Vovov Suggs y me pareció que no estaba nada mal. ¿Ha escrito algo más desde entonces?
–¿Ha leído mi novela?
–¿Sabe qué? No conteste a mi pregunta. Ya sé lo que necesita. Suba a la décima planta y pregunte por Lucky Luckman.
–¿Lucky Luckman?
–Es su hombre. Bueno, ya me entiende. No es exactamente un hombre. Pero usted no tendrá problemas con su aspecto, ¡es el autor de Vovov Suggs, por todos los dioses galácticos!
Lenning Halleck sonrió, aterrado.
Marsha Dubbs trabajaba como piloto de autocohetes por las noches y pasaba parte del día en la antesala del despacho de Luckman, poniendo en orden sus ideas y fingiendo que era su secretaria mientras escribía, en secreto, relatos eróticos que publicaba en el boletín de novedades de la biblioteca municipal de Señora Berthelson, la localidad vertedero de Rethrick. Como el resto de s-berthelsonianos, Marsha Dubbs poseía una melena desmañadamente rubia y una intensa mirada felina.
Y, por supuesto, era de metal.
–¿INQUILINA DUBBS?
–¿Uh-hu? –La piloto estaba tan metida en la aventura galáctico-pornográfica que estaba escribiendo que ni siquiera levantó la vista al oír la voz de Tellman Sweet.
–TIENE UN CLIENTE –informó el edificio.
–Un, uh, un momento, señor Sweet.
–NO HAY UN MOMENTO, INQUILINA. EL CLIENTE ESTÁ EN LA PUERTA. VA A TOCAR AL TIMBRE. AHORA.
Y, efectivamente, el timbre
DING PANG
sonó.
–Estupendo –se dijo Marsha–. Otro chif lado.
Marsha recorrió la pequeña distancia que separaba su escritorio de la puerta y esbozó una de aquellas estúpidas sonrisas que el mismísimo Harvey Dresden había programado. Todos los habitantes originales de Señora Berthelson poseían una nutrida colección de aquellas estúpidas sonrisas. Pero ninguno de ellos tenía demasiadas oportunidades de mostrarlas. Salvo en contadas ocasiones como aquella. Así que dispuesta a causar una buena impresión, Marsha Dubbs abrió la puerta con una sonrisa iluminando su rostro de terrícola metalizada.
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Autora: Laura Fernández. Título: Damas, caballeros y planetas. Editorial: Random House. Venta: Todostuslibros.
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