El escritor madrileño Daniel Bernabé debuta en novela con Todo empieza en septiembre, un relato generacional en el que retrata algunos de los conflictos de aquellos que han crecido entre dos siglos y que nace del sentimiento de que “la llegada del siglo XXI ha sido como hacer borrón y cuenta nueva” y nada de lo que a muchos parecía digno es ahora importante.
“La cultura no se entendía simplemente como algo entretenido, sino como algo que te definía como persona y era parte de tu identidad. Éramos la cúspide cultural de un siglo y teníamos todo lo que estaba detrás de nosotros para aprovecharlo; no era nostalgia, era simplemente acudir al pasado para encontrar herramientas que te permitían enfrentarte al futuro”, señala el autor, que firma su primera novela con Planeta.
De ahí que esta generación a caballo entre los dos siglos lo tenga “realmente difícil” en comparación con los nacidos en los 2000 para iniciarse en los nuevos tiempos. Sin embargo, mirando al pasado, a estas personas que han crecido a caballo entre dos milenios le ha faltado estabilidad: “Yo no sé si puedo decir que yo vivo mejor o peor que mis padres, probablemente eso tenga un gran elemento de subjetividad, pero lo que sí puedo afirmar es que mi vida es mucho más inestable que la que ellos tuvieron”.
En torno a estos mimbres se construye el personaje de Jaime, un periodista freelance que hace malabares para llegar a fin de mes, escribe un poco de todo para “sobrevivir” y, a sus 40, pasa por un momento personal en el que ha tocado fondo. Un día recibe un email misterioso, y comienza el relato de intriga y de conspiraciones políticas en el que va descubriendo los entresijos de un grupo de poder dispuesto a llegar muy lejos para alterar el resultado de las próximas elecciones.
“Jaime enfrenta en la novela a diferentes enemigos y hay algo flotando que es la conspiranoia, es decir, la creencia en amenazas inexistentes, fantasiosas, pero que a la gente parecen importarles”, señala el también periodista de análisis político, que se pregunta por qué estas tendencias surgen cuando hay grupos de poder movilizándose. En definitiva, “una manera de despistar la atención pública hacia aquellos lugares que son menos peligrosos para que no nos demos cuenta de las amenazas reales”.
“Yo quería que esta intriga política pusiera también en alerta a la gente: necesitamos hoy más que nunca herramientas que nos hagan discernir lo que es cierto de lo que es falso”, resume Bernabé.
El autor de los ensayos La trampa de la diversidad y La distancia del presente se detiene en una generación que “cuando empezaba a aterrizar en su vida”, en torno a los 30, vivió la gran recesión que “arrasó con todo” y que hizo que, en vez de centrarse en sus planes de futuro, estuviera “enfrascada en la supervivencia para salir de una crisis y sacar la cabeza del agua”. “Con lo cual, cuando te quieres dar cuenta has llegado a la mitad de tu vida: tienes 40 y no tienes nada de aquello que se supone que tenías que tener en relación a lo que había sido la vida de tus padres, por ejemplo”, comenta.
Explora también la paternidad retrasada, de la que cree que se habla menos desde la perspectiva del hombre, y el cambio en las relaciones personales para describir unos tiempos en los que se ha cambiado el amor romántico por el amor neoliberal, que “no es mucho mejor”.
“En él solamente estamos con otra persona en relación a si obtenemos un beneficio y parece que en el momento en que surge la primera dificultad nos cansamos, lo arrugamos y lo tiramos”, reflexiona sobre esta forma de relacionarse que a su personaje principal saca “de quicio”.
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