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Daniel Woodrell, míster Country Noir

Daniel Woodrell, míster Country Noir

Termino de leer Sin reproches, tercera de «la trilogía de los pantanos», sin duda la mejor de la terna, con párrafos tan contundentes como este: «Le temblaban las manos y sus dedos parecían gusanos meneándose en un anzuelo. Estaba delgado, sí, pero su tez había adquirido un desagradable tono amarillento y la piel del cuello se le veía curtida y surcada de arrugas profundas. El viejo lucía el bronceado del que se expone demasiado a las luces de neón, y eso venía a demostrar que no se puede vivir fundiéndose tres paquetes de Chester y una botella de bourbon al día sin empezar a abrirte demasiado en las putas curvas».

Conocí a Daniel Woodrell a través de sus libros La muerte del pequeño Shug y Los huesos del invierno, ambas publicadas por Alba editorial, ambos dos novelones como la copa de un pino, hablemos claro. Woodrell acuñó el término «Country Noir» para sus escritos en 1996. El término se aplicó más tarde tanto a autores anteriores como Erskine Caldwell o Jim Thompson como a autores actuales como Donald Ray Pollock o Joe R. Lansdale. La trilogía la ha traducido Sajalín editores, que una vez más nos permite conocer, parcial o totalmente, a autores que de otra forma quedarían sumergidos únicamente dentro del noir anglosajón, algo muy de agradecer. De Woodrell sabemos que le echaron de los marines por tendencias antisociales, que vagabundeó una temporada con amigos por EEUU, que obtuvo un título de escritura creativa en la universidad de Kansas, que está casado con la escritora Katie Estill y que vive con ella en el corazón de los montes de Ozark en una especie de exilio voluntario. De hecho, no sabemos nada de él desde que en 2013 publicó su último trabajo, The Maid’s Version, después de superar un cáncer de colon tras fuertes sesiones de quimioterapia, un libro aún sin traducir (animaos, Sajalín o Alba). Una novela al puro estilo Woodrell:

«Me asustaba cada amanecer de aquel verano que estuve con ella. Se sentaba en el borde de la cama, con el pelo largo suelto, hasta el suelo, temblando mientras se cepillaba y se cepillaba. Las sombras desaparecían de la habitación cuando la luz temprana entraba por ambas ventanas. Su cabello era tan largo como su historia y no podía caminar si su cabello no estaba tejido en densas trenzas y sujetado con alfileres alrededor y encima de su cabeza. De lo contrario, su pelo se arrastraba por el suelo como la cola de un vestido medieval y tenía que recogerlo en un haz y enrollarlo alrededor de su antebrazo varias veces para caminar por el suelo sin pisárselo. Había nacido campesina y trabajó como criada durante medio siglo, por lo que no podía dormir hasta el amanecer para ganar una apuesta, y todas las mañanas que conocí con ella se sentaba con las primeras luces del día y ese largo cabello de bruja, para cepillarlo en secciones, una y otra vez, acariciando ese pelo que apenas había sido tocado por unas tijeras durante décadas, cabello del que no se separaría a pesar de la barbaridad de tiempo que requería en cada amanecer. El cabello era mayoritariamente blanco con manchas grises, como los tonos de un periódico que yaciera bajo la lluvia hasta que los titulares se mezclaran en la página».

"Woodrell afronta los temas universales desde la localidad de su contexto geográfico y social"

Si bien todas sus novelas están ambientadas en los Ozarks de Missouri (algunos llaman a Missouri «Miseria»), Willian Boyle, un admirador y además compañero de letras, afirma que «Woodrell tiene el doble de todo: lenguaje, trama, diálogo, sentido del lugar, energía, tensión… Está interesado en toda la humanidad a través de la lente de su lugar de residencia». O lo que es lo mismo: Woodrell afronta los temas universales desde la localidad de su contexto geográfico y social. Vive en la ciudad de West Plains, de doce mil habitantes, a dos horas de Springfield, un entorno, según él, en el que conviven buenas personas y malhechores locales. Sus antepasados vivieron allí desde antes de la Guerra Civil. Es un sitio lleno de historias que atañen tanto a sus antepasados como a sus vecinos y constituyen la fuente de todas sus tramas. Hoy en día es famoso y es considerado un escritor de escritores, un maestro. Sin embargo, ya había escrito varias novelas antes de que la adaptación al cine de Los huesos del invierno fuera nominada al Oscar, momento en que su literatura recibe la atención generalizada del público y la admiración de escritores más vendidos, como Annie Proulx y Dennis Lehane, que dice de él que «lo que hace es tan difícil como escribir una gran tragedia griega sobre la gente de baja estofa, sin menospreciarla en absoluto» o que «como estilista de la prosa, ha tomado la voz regional del mundo del que escribe y la ha convertido en poesía». En su cuento «Twin Forks» describe a algunos de los habitantes de los Ozarks como «ancianos piojosos que cazaban ciervos cada vez que pasaban hambre y que no pagaban impuestos. Sus esposas llevaban trenzas grises y sombreros de vaquero, cuchillos envainados en sus cinturones. Estos eran hombres con barbas de profeta que leían la Biblia con cierto ángulo de inclinación y podían construir cualquier cosa. Sus mujeres caminaban oliendo a lavanda, en gingham de cuadros o rayas y botas de trabajo. Eran gente viviendo a escondidas en las colinas y sólo entraban en contacto con el mundo convencional a regañadientes por la falta de medicinas para los bebés o polvos para el dolor de cabeza o cosas similares». Un lugar en el que los clanes locales pelearon en la Guerra Civil contra cualquiera que intentara invadir su territorio, y daba igual que llevaran casaca gris confederada o azul marino yanqui. Gente que fabricó alcohol en alambiques durante la Ley Seca y que se adaptaron a los nuevos tiempos cocinando meta en cualquier cabaña remota y mugrienta. Al respecto de los habitantes de los Ozarks, Woodrell afirma: «Hay una razón por la que tengo un mejor acceso a la mente de un criminal que a la mente de un ejecutivo de IBM. Estos —refiriéndose a los criminales— son mis parientes».

"Dice Peter Pierce en The Australian que el lenguaje del escritor es una mezcla de lengua vernácula de los Ozarks, de rasgos de canciones populares y de textos de cadencia bíblica"

A día de hoy hay muchos novelistas que escriben tomando como marco para sus personajes entornos similares, y Woodrell recomienda a algunos de ellos, como Bonnie Jo Campbell, Gabino Iglesias, Tom Lin, Chris Offutt, Willy Vlautin o Matteo Righetto, todos ellos exponentes del Country Noir.

Algunos de sus libros han sido adaptados al cine. Cabalga con el diablo es una película del oeste estadounidense revisionista, de 1999, dirigida por Ang Lee y protagonizada por Tobey Maguire, Skeet Ulrich, Jeffrey Wright y Jewel en su debut cinematográfico. Está basada en la novela Woe to Live On. La trama, ambientada durante la Guerra Civil, está protagonizada por un grupo de hombres que se unen a los Primeros Irregulares de Missouri, también conocidos como Bushwhackers, unidades guerrilleras leales a las unidades pro-Confederación del estado y su guerra contra los Jayhawkers del Norte, aliados con el ejército de la Unión.

Los huesos del invierno fue adaptada por la escritora y directora Debra Granik para una película del mismo título, estrenada comercialmente en junio de 2010 después de ganar dos premios en el Festival de Cine de Sundance, incluido el Gran Premio del Jurado a una película dramática. Varios críticos la calificaron como una de las mejores películas del año y es ya un clásico estadounidense. Recibió cuatro nominaciones a los Oscars, incluida mejor película.

Tomate rojo fue adaptada para un largometraje por la escritora y directora irlandesa Juanita Wilson. Se estrenó en Irlanda en marzo de 2017 y fue nominada a cuatro premios en los Irish Film & Television Awards de ese año, incluida la de mejor película. Su debut en Estados Unidos tuvo lugar el 23 de abril de 2017 en el Festival Internacional de Cine de Newport Beach.

"Afirma Sebastian Barry que es a Woodrell a quien acuden los lectores americanos para conocer las últimas noticias urgentes sobre el alma estadounidense"

Dice Peter Pierce en The Australian que el lenguaje del escritor es una mezcla de lengua vernácula de los Ozarks, de rasgos de canciones populares y de textos de cadencia bíblica, con especial talento para los símiles: «La pena le ha mordido el alma como los lobos muerden a un ternero». Pero con la capacidad de expresar frases para describir hechos que se desarrollan tranquilamente: «El río Missouri flotaba a sesenta metros de la calle, y había una pequeña taberna de cascarrabias en la esquina». Compara Pearce a Woodrell con Mark Twain, Faulkner, McMurtry o McCarthy, y afirma que es autor de las mejores poesías y novelas de EEUU.

Afirma Sebastian Barry que es a Woodrell a quien acuden los lectores americanos para conocer las últimas noticias urgentes sobre el alma estadounidense. Que es él quien alcanza el máximo nivel en logros literarios y que son sus lectores quienes alcanzan el máximo placer lector en sus textos.

William Giraldi en The Daily Beast le llama maestro y afirma que Woodrell es un creador de mitos con los ojos puestos en lo absoluto, como todo gran novelista.

En cualquier caso, necesitamos más novelas de Woodrell. Mientras tanto, si tienen la suerte de no haberlo leído, pueden leer «la trilogía de los pantanos» o las otras dos novelas traducidas por Alba editorial.

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